Según un estudio publicado el miércoles en “Environmental Health Perspectives”, la exposición a sustancias químicas “para siempre” (“forever” chemicals”) puede exponer a niños y adultos jóvenes a un mayor riesgo de padecer una amplia gama de enfermedades, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Investigadores de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California descubrieron que los PFAS, o sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas -utilizadas en una amplia variedad de productos de consumo- alteran procesos biológicos clave.

“Descubrimos que la exposición a una combinación de PFAS no sólo alteraba el metabolismo de lípidos y aminoácidos, sino también la función de la hormona tiroidea”, afirmó en un comunicado de prensa Jesse A. Goodrich, profesor adjunto de Ciencias de la Población y Salud Pública y autor principal del estudio.

“En conjunto, nuestros hallazgos plantean la posibilidad de que el aumento del riesgo de trastornos metabólicos asociados a la exposición a PFAS esté causado por alteraciones en las hormonas tiroideas y mediado por cambios en el metabolismo de los lípidos”, afirmaba el estudio.

El hallazgo sobre los efectos de los PFAS en la función de la hormona tiroidea es importante porque esta hormona desempeña un papel clave en el crecimiento y el metabolismo. Cualquier cambio en su funcionamiento durante la pubertad puede influir en el desarrollo de muchas enfermedades en etapas posteriores de la vida, como el cáncer, la diabetes o las cardiopatías.

Los niños y adolescentes atraviesan etapas críticas de desarrollo durante las cuales la exposición a los PFAS puede hacerlos más susceptibles a los efectos negativos de las sustancias químicas.

PFAS: duran “para siempre” y están “en todas partes”

Los PFAS son una clase de más de 4.000 sustancias químicas sintéticas utilizadas para ayudar a los productos a resistir el calor, el aceite, las manchas y el agua.

Denominadas “sustancias químicas para siempre” -porque no se descomponen en el medio ambiente y pueden acumularse en la sangre y los órganos de las personas -, estas sustancias ya están relacionadas con un mayor riesgo de cáncer, daños en el desarrollo fetal, cáncer de riñón y testículos, y enfermedades tiroideas.

Las personas pueden estar expuestas a los PFAS a través del agua potable contaminada, los alimentos y el aire contaminado y del contacto con productos de consumo fabricados con PFAS.

Miles de estudios han relacionado sustancias químicas PFAS individuales con distintos tipos de enfermedades, pero los investigadores de la Escuela Keck se propusieron averiguar cómo afecta la exposición a una mezcla de múltiples PFAS -que es lo que la mayoría de la gente tiene en su organismo- a los procesos biológicos de niños y adultos jóvenes.

Para ello, el equipo de investigación analizó muestras de sangre de 312 adolescentes que participaron en el Estudio de Adolescentes Latinos en Riesgo (“Study of Latino Adolescents at Risk”), y de 137 niños del Estudio de Salud Infantil del Sur de California (“Southern California Children’s Health Study”).

Todos los niños y adolescentes tenían una mezcla de PFOS, PFHxS, PFHpS, PFOA y PFNA, tipos comunes de PFAS, en la sangre, y 98% de los participantes también tenían un PFAS llamado PFDA, que se cree que es un disruptor endocrino, en la sangre.

Los investigadores también midieron miles de sustancias químicas presentes de forma natural en la sangre y desarrollaron un método bioestadístico para comprobar cómo afectaban los PFAS a estas diferentes sustancias químicas.

Esto les permitió determinar cómo la exposición a los PFAS modificaba la forma en que el organismo metabolizaba los lípidos y aminoácidos y alteraba la función de la hormona tiroidea.

Sus resultados concordaban con estudios anteriores que mostraban que la exposición a PFAS individuales durante la infancia estaba asociada a alteraciones en el metabolismo de los lípidos y los ácidos grasos, pero también hallaron otros efectos.

“Nuestros hallazgos fueron sorprendentes y tienen amplias implicaciones para los responsables políticos que intentan mitigar el riesgo”, afirmó Goodrich.

Según los investigadores, el estudio demuestra la necesidad de abordar los PFAS en su conjunto, en lugar de centrarse en los daños causados por compuestos individuales de PFAS.

“Nuestros hallazgos respaldan el argumento de que los PFAS deberían regularse como una clase de sustancias químicas en lugar de hacerlo sustancia por sustancia”, afirman los autores del estudio.

Las abrumadoras investigaciones que relacionan los PFAS con problemas de salud adversos han dado lugar a llamamientos generalizados para que se realicen pruebas a personas y productos y para que se regule con más rigor la utilización de estas sustancias químicas.

Algunos fabricantes han eliminado determinados PFAS, como el BPA, pero pueden ser sustituidos por otras sustancias químicas que también ponen en peligro la salud de las personas.