La selección natural es el fenómeno por el que sólo sobrevivirán los individuos más aptos de un entorno. “Individuos” en este contexto pueden referirse a cualquier tipo de organismo, desde los seres humanos hasta las bacterias y los virus, pero el contexto aquí es la supervivencia de los virus.

Cuando un virus infecta a una población de humanos, sólo sobrevivirán aquellos virus que tengan un huésped humano vivo. Si un virus es tan patógeno que mata al humano que infectó, también muere.

Por lo tanto, la mortalidad del huésped mata las formas más graves de cualquier virus con el tiempo. Las tasas de infección pueden subir, pero la mortalidad baja.

En un estudio de 2015 publicado en PLOS Biology, los investigadores hipotetizaron que la vacunación puede subvertir este proceso al permitir que cepas de virus más virulentas (es decir, más patógenas y potencialmente mortales) vivan en huéspedes vacunados durante períodos prolongados sin matar a los huéspedes.

Estos huéspedes vacunados, mientras están infectados, transportan y propagan virus, causando una mayor transmisión de la enfermedad.

Los investigadores demostraron esta hipótesis con experimentos en pollos vacunados para una enfermedad llamada Enfermedad de Marek,un patógeno viral conocido por diezmar las instalaciones avícolas.

Los pollos vacunados estaban infectados con cepas más virulentas del virus de la enfermedad de Marek,y se infectaron y transportaron la infección durante períodos de tiempo más largos. También se convirtieron en “súper propagadores” del virus y transmitieron el virus a pollos no vacunados co-alojados con los que habían recibido la vacuna.

Debido a la mayor virulencia de la enfermedad de Marek que fue propagada por los pollos vacunados, los pollos no vacunados generalmente murieron poco después de la infección.

Sin embargo, la inmunidad parcial otorgada a los pollos vacunados prolongó su supervivencia y amplió el período en el que eran infecciosos y podían seguir propagando la enfermedad.

Sin la vacunación, estas cepas más virulentas de la enfermedad de Marek morirían con su huésped y ya no harían que el virus circulara enre la población. En su lugar, los pollos vacunados se convirtieron en el anfitrión perfecto para albergar el virus, lo que le permitió multiplicarse y propagarse.

Esto obliga a plantearse la pregunta con respecto al uso de vacunas que no previenen la transmisión de virus o que no se sabe que vayan a prevenir la transmisión de virus.

Ninguna de las vacunas COVID-19 actuales en distribución(Pfizer y Moderna)ha demostrado prevenir la transmisión. De hecho, este tipo de pruebas no se hizo en sus estudios clínicos apresurados de velocidad de la luz, “warp speed”.

En vez de eso, ambas vacunas se analizaron para determinar su capacidad para prevenir los síntomas más graves. En ambos casos, algunos pacientes vacunados seguían infectados. Si no hay prevención de la transmisión, estas personas propagan el virus que se pretendía erradicar.

Como afirman los autores de la investigación de 2015 en su resumen:

“Cuando las vacunas previenen la transmisión, como es el caso de casi todas las vacunas utilizadas en humanos, se bloquea este tipo de evolución hacia un aumento de la virulencia. Pero cuando las vacunas tienen fugas, y permiten al menos cierta transmisión de patógenos, podrían crear condiciones ecológicas que permitiesen que nuevas cepas emergieran y persistieran”.

Con la aparición de formas más infecciosas de COVID-19 circulando en Europa, parece que hemos creado la tormenta perfecta para prolongar la pandemia, en lugar de reducirla, porque las vacunas fueron desarrolladas y probadas sobre la base de la forma original de COVID-19 que estaba en circulación, no de las nuevas cepas.

En nuestra prisa por crear vacunas mágicas, ¿hemos creado en cambio un escenario para causar más dolor y sufrimiento?

Vamos a jugar con esta opción. Muchos mutantes de COVID-19 están circulando en la población hoy en día. Escuchamos noticias todos los días de que hay nuevas cepas. Sin la vacunación, las cepas más virulentas mueren, así es como funciona la selección natural.

Sin embargo, ahora viene un ejército vacunado de huéspedes humanos, preparado y listo para luchar contra la versión original de COVID-19, pero no contra las cepas más virulentas. ¿Sobrevivirán a estos nuevos tipos de virus? Sí, probablemente. Sin embargo, en el proceso, experimentan infecciones prolongadas donde contagiarán la cepa más virulenta a otros huéspedes humanos.

En lugar de permitir que estos subtipos patógenos de COVID-19 mueran naturalmente, mejoramos su supervivencia y propagación y la vacunación se vuelve peor que inútil.