Daniel:

No quiero que parezca que no aprecio los elogios cautelosos que me has hecho en dos ocasiones. Soy consciente de que degradarme en los círculos mediáticos se ha convertido en un medio de promoción profesional y que cualquier demostración de aprobación invita al suicidio profesional. Por lo tanto, me he familiarizado con la técnica periodística obligada de poner un prólogo a cualquier concesión a mi punto de vista en el que aparezca alguna difamación generalizada de la exactitud de mis datos y mi carácter.

Supongo que esta es la razón por la que comienza sus dos artículos (23 de febrero de 2021 y 10 de diciembre de 2020) sobre mí desautorizándome por negarme a “admitir” la ortodoxia de que “las vacunas están consideradas como uno de los mayores éxitos de la medicina moderna”, y que las vacunas eliminaron milagrosamente la tasa de mortalidad debida a enfermedades infecciosas en el siglo XX (cita del artículo del 23 de febrero):):

“(Kennedy) propuso, en cambio, que otras mejoras de la sociedad, como un mejor saneamiento, fueron responsables de la desaparición de las enfermedades infantiles en esa época, y no las vacunas. No he visto pruebas convincentes que apoyen esto”.

Dado que Instagram ha eliminado nuestra entrevista (¿cuando menos se quejan los liberales de la censura todavía?) no puedo jurar que mis recuerdos sean exactos, pero, según recuerdo nuestra conversación, yo cité para apoyar mi afirmación, un estudio exhaustivo que Children’s Health Defense realizó en 2010, “Resumen anual de estadísticas vitales: Tendencias en la salud de los estadounidenses durante el siglo XX” (Guyer et al, diciembre de 2000.) publicado en ‘Pediatrics’. Tras estudiar exhaustivamente un siglo de datos registrados, los investigadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (‘Centers for Disease Control and Prevention’, CDC por sus siglas en inglés)y del Johns Hopkins concluyeron: “Así pues, la vacunación no explica el impresionante descenso de la mortalidad por enfermedades infecciosas observado en la primera mitad del siglo XX”.

Daniel Pincheck Papel histórico de las vacunas

Del mismo modo, en 1977, los epidemiólogos de la Universidad de Boston (y esposos) John y Sonja McKinlay publicaron su trabajo trascendental en el Millbank Memorial Fund Quarterly, sobre el papel que desempeñaron las vacunas (y otras intervenciones médicas) en el enorme descenso del 74% de la mortalidad registrado en el siglo XX: “La cuestionable contribución de las medidas médicas al descenso de la mortalidad en Estados Unidos en el siglo XX”.

En este artículo, que antes era de lectura obligatoria en las facultades de medicina de Estados Unidos, los McKinlay señalaban que el 92,3% del descenso de la tasa de mortalidad se produjo entre 1900 y 1950, antes de que existieran la mayoría de las vacunas, y que todas las medidas médicas, incluidos los antibióticos y las cirugías, “parecen haber contribuido poco al descenso general de la mortalidad en Estados Unidos desde aproximadamente 1900, ya que en muchos casos se introdujeron varias décadas después de que se hubiera producido un marcado descenso y no tuvieron ninguna influencia detectable en la mayoría de los casos”.

El estudio de McKinlays concluye que las vacunas (y todas las demás intervenciones médicas, incluidos los antibióticos y las cirugías) fueron responsables -como mucho- de entre el 1% y el 3,5% de ese descenso. Dicho de otro modo, al menos el 96,5% del descenso (y probablemente más que eso) se produjo por las razones que cité en mi discusión con usted.

Por último, los McKinlay advirtieron proféticamente que los especuladores de los establecimientos médicos intentarían atribuir el mérito del descenso de la mortalidad a las vacunas y otras intervenciones para justificar los mandatos del gobierno para sus intervenciones médicas.

Siete años antes de la publicación de los McKinlay, el Dr. Decano de la Facultad de Medicina de Harvard,Edward H. Kass, pronunció un discurso histórico en la reunión anual de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América. Kass fue miembro fundador y primer presidente de la organización, y editor fundador del ‘Journal of Infectious Diseases’.

El 19 de octubre de 1970, Kass dijo a sus colegas que el espectacular descenso de la mortalidad por enfermedades infecciosas durante el siglo XX “es simplemente el acontecimiento más importante en la historia de la salud del hombre”. Advirtió que:

“Esta disminución de las tasas de ciertos trastornos, se correlacionó aproximadamente con las circunstancias socioeconómicas … Sin embargo, sólo tenemos unas nociones de lo más vagas y generales sobre cómo sucedió y por qué mecanismos la mejora socioeconómica y la disminución de las tasas de ciertas enfermedades corren en paralelo … habíamos aceptado algunas medias verdades y habíamos dejado de buscar las verdades completas. Las principales medias verdades eran que la investigación médica había acabado con los grandes asesinos del pasado -la tuberculosis, la difteria, la neumonía, la sepsis puerperal, etc.- y que la investigación médica y nuestro sistema superior de atención médica eran los principales factores que ampliaban la esperanza de vida, proporcionando así al pueblo estadounidense el mayor nivel de salud disponible en el mundo. Que estas son medias verdades es algo sabido, pero quizás no es tan sabido como debería serlo”.

Daniel, a pesar de la popularidad de su suposición, yo no he sido capaz de encontrar un estudio publicado y revisado por expertos que sugiera que su declaración tiene alguna base más allá de la propaganda de la industria farmacéutica, sobre la que tanto Kass como los McKinlay advirtieron tan elocuentemente.

Por lo tanto, atribuir a la vacunación el mérito de la abrupta disminución de la mortalidad por enfermedad invoca la observación de René Dubos que dice:

“Cuando la marea se retira de la playa es fácil tener la ilusión de que se puede vaciar el océano sacando el agua con un cubo”.

Los gráficos siguientes muestran que la mortalidad de prácticamente todas las grandes enfermedades mortales, infecciosas y de otro tipo, disminuyó a lo largo de los mismos momentos en el tiempo en correlación inversa con los avances en nutrición y saneamiento.

Por lo tanto, la ciencia sugiere que el mérito no debería recaer en los cárteles médicos, sino en los ingenieros que nos trajeron los ferrocarriles y las carreteras para transportar alimentos, en los frigoríficos eléctricos, en el agua clorada y las plantas de tratamiento de aguas residuales, etc. Obsérvese que los descensos se produjeron tanto en las enfermedades infecciosas como en las no infecciosas, independientemente de la disponibilidad de las vacunas.

Mortalidad por sarampión

Mortalidad por sarampión (Inglaterra y Gales)

Mortalidad por sarampión (Canadá)

Mortalidad por tuberculosis (Canadá)

Mortalidad por tuberculosis (EE.UU.)

Mortalidad por fiebre escarlata /escarlatina (EE.UU.)

Mortalidad por gripe (EE.UU.)

Mortalidad por tos ferina (EE.UU.)

Mortalidad por escorbuto (EE.UU.)