Un innovador artículo preimpreso del prestigioso Grupo de Investigación Clínica de la Universidad de Oxford, publicado el 10 de agosto en “The Lancet”, incluye hallazgos alarmantes y devastadores para la implantación de la vacuna COVID.

El estudio descubrió que los individuos vacunados llevan, en comparación, 251 veces más carga de COVID-19 en sus fosas nasales que los no vacunados.

Al mismo tiempo que modera los síntomas de la infección, la vacuna permite a los individuos vacunados ser portadores de cargas virales inusualmente altas, aunque no llegan a enfermar en un primer momento, lo que los convierte potencialmente en supercontagiadores presintomáticos.

Este fenómeno puede ser el origen de los impactantes repuntes posvacunación en poblaciones muy vacunadas en todo el mundo.

Los autores del artículo, Chau et al, demostraron que el fracaso generalizado de la vacuna y la transmisión ocurrió en circunstancias muy controladas durante el confinamiento de un hospital en la ciudad de Ho Chi Minh, Vietnam.

Los científicos estudiaron a los trabajadores sanitarios que no pudieron abandonar el hospital durante dos semanas. Los datos mostraron que los trabajadores totalmente vacunados – unos dos meses después de la inyección con la vacunaOxford/AstraZeneca COVID-19 (AZD1222), adquirían, portaban y presumiblemente transmitían la variante Delta a sus compañeros vacunados.

Es casi seguro que también transmitieron la infección Delta a personas susceptibles no vacunadas, incluidos sus pacientes. La secuenciación de las cepas confirmó que los trabajadores se transmitieron el SARS-CoV-2 entre sí.

Esto concuerda con las observaciones realizadas en EE.UU. por Farinholt y sus colegasy es congruente con comentarios del director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades que admiten que las vacunas COVID-19 no han logrado detener la transmisión del SARS-CoV-2.

El 11 de febrero, la Organización Mundial de la Salud indicó que la eficacia de la vacuna AZD1222 del 63,09% contra el desarrollo de la infección sintomática por SARS-CoV-2. Las conclusiones del documento de Chau respaldan las advertencias de los principales expertos médicos de que la inmunidad parcial y no esterilizante de las tres vacunas COVID-19, las cuales tienen amplia mala fama de “tener fugas”, permite el transporte de 251 veces la carga viral del SARS-CoV-2 en comparación con las muestras de la época anterior a la vacunación en 2020.

Así pues, tenemos una pieza clave del rompecabezas que explica por qué el brote del Delta es tan formidable: la totalidad de los vacunados están participando como pacientes de COVID-19 y actuando como poderosos superdifusores de la infección al estilo de Typhoid Mary.

Los individuos vacunados están lanzando explosiones virales concentradas en sus comunidades y alimentando nuevas oleadas de COVID. Es casi seguro que los trabajadores sanitarios vacunados están infectando a sus compañeros de trabajo y a los pacientes, causando terribles daños colaterales.

Continuar con la vacunación no hará más que agravar este problema, especialmente entre los médicos y enfermeros de primera línea que atienden a pacientes vulnerables.

Los sistemas de salud deben abandonar los mandatos de vacunación inmediatamente, hacer un balance de los trabajadores recuperados de COVID-19 que son robustamente inmunes a la variante Delta y considerar las ramificaciones de que sus actuales trabajadores sanitarios vacunados son amenazas potenciales para los pacientes y compañeros de trabajo de alto riesgo.