En una aparición este fin de semana en “The Kim Iversen Show”, Robert F. Kennedy Jr. y la periodista Kim Iversen hablaron sobre la resistencia durante la pandemia, las estrategias para reconstruir la democracia y el poder del miedo -y de las nuevas tecnologías- para controlar la disidencia.

Iversen calificó a Kennedy presidente y principal abogado litigante de “Children’s Health Defense”, como “una de las voces más destacadas contra la respuesta autoritaria a la pandemia”.

Sobre el tema de la disidencia, Iversen preguntó a Kennedy qué creía que hizo que un grupo heterogéneo de personas, alrededor del 30% de la población estadounidense, cuestionara o se resistiera a la narrativa oficial de COVID-19 cuando la mayoría de la gente estaba de acuerdo con ella.

Kennedy señaló un historial de experimentos de investigación de la CIA, denominados MKUltra, que implicaban la manipulación de la mente humana.

El más famoso de ellos, dijo, fue el experimento de Milgram, en el que el psicólogo Stanley Milgram estudió la disposición de sujetos de investigación de todos los ámbitos de la vida a obedecer a una figura de autoridad que les ordenaba realizar actos que entraban en conflicto con su conciencia personal.

El 67% de los participantes en el experimento estuvieron dispuestos, en contra de su buen juicio, a causar dolor e incluso la muerte a otros cuando se les ordenaba, mientras que el 33% se negaron.

“En el último año me he dado cuenta muchas veces de que todos estamos inmersos en este enorme experimento de Milgram”, dijo Kennedy y añadió:

“Tenemos un Dr. Anthony Fauciel cual es esta figura de autoridad en la que confiamos, que nos está diciendo que hagamos cosas que sabemos que están mal, como censurar la libertad de expresión, como cerrar todas las iglesias del país durante un año sin pruebas científicas, sin citación, sin audiencias públicas, sin debate público … que nos está ordenando ponernos mascarillas, a pesar de que él mismo había admitido una semana antes que las mascarillas no funcionan, que nos está ordenando cerrar todos los negocios del país -3,3 millones de negocios- sin el debido proceso, sin compensación justa, violando la Constitución, que nos dice que nos deshagamos de los juicios con jurado, de la Sexta y Séptima Enmienda”.

Pero en la Constitución “no hay excepción de pandemia”, dijo Kennedy independientemente de la magnitud de una crisis.

No hubo excepciones durante las epidemias de malaria y viruela que inutilizaron ejércitos enteros durante la Guerra de la Independencia, ni durante la gripe española de 1918 que mató a 50 millones de personas.

Incluso durante la Guerra Civil, que casi destruyó el país, el Tribunal Supremo se negó a permitir que el presidente Lincoln eliminara el “habeas corpus”, dijo Kennedy.

Lo que ocurrió durante la pandemia de COVID-19, cuando la gente consintió que se anulasen sus derechos constitucionales, era algo nuevo. La gente renunció a estos derechos, dijo, porque tenían miedo.

“El miedo es un potente motivador”, afirma. “Es un potente instrumento de control totalitario”.

A principios del siglo XX, las perspectivas económicas mundiales eran tan aterradoras que los regímenes totalitarios manipulaban ese miedo para arraigar en gran parte de Europa.

Por eso Franklin Roosevelt hizo su famosa declaración que “fue el mantra, hasta que llegó la pandemia, del Partido Demócrata”, dijo Kennedy que era, “‘Lo único que tenemos que temer, es al miedo mismo'”.

“El miedo es el enemigo porque permite a los sistemas totalitarios hacerse con el control de las personas y destruir las instituciones y los valores. Y él [Roosevelt] dijo: “No vamos a hacer eso”.

¿Será aún peor la próxima crisis?

Iversen afirmó que los últimos acontecimientos sugieren que la marea está cambiando. Por ejemplo, algunas batallas legales contra los mandatos han tenido éxito.

Pero ella dijo que sigue preocupada. “La realidad es que, cara al futuro, hemos perdido. Ahora saben manipularnos mejor. Aprendieron con la pandemia. El 30% de nosotros no estaba lo bastante asustado”, dijo Iversen.

Quizá la próxima crisis sea algo peor, sugirió.

Kennedy dijo que ve un cambio real en la forma en que los jueces están fallando contra los mandatos y otras leyes draconianas. Pero hay que tener en cuenta tres puntos clave.

“Número uno, cualquier poder que un gobierno toma, nunca lo devolverá voluntariamente… Sabemos que eso es sólo una regla, esencialmente de la física”.

Por ejemplo, ahora pueden decir que esta emergencia ha terminado y que la gente puede quitarse las mascarillas, pero conservarán ese poder para poder imponerlas de nuevo.

Agregó:

“Otra regla es que cualquier poder del que se apropie un gobierno, acabará abusando de él al máximo nivel que le sea posible.

“Y la tercera regla que yo diría es que nadie se ha librado nunca del totalitarismo por la vía de la sumisión. Así que si crees que obedeciendo estas normas, de alguna manera las cosas van a mejorar, o va a saciar la necesidad que tienen de controlarte, no es así. Sólo va a envalentonarles para hacer algo peor la próxima vez”.

Democracia frente a “totalitarismo listo para usar”

Ha habido otros momentos en la historia de Estados Unidos en los que se anuló la democracia, en los que la élite económica tenía un control casi total y en los que la polarización política era extrema. Sin embargo, la gente fue capaz de restaurar la democracia, dijo Kennedy.

Pero la situación actual es nueva, dijo, porque quienes detentan el poder disponen de tecnologías para el control del comportamiento humano que no existían en el pasado:

“La ambición, la intención de todos los regímenes totalitarios de la historia es controlar todos los aspectos del comportamiento humano. Nuestro discurso, nuestro pensamiento, nuestras transacciones, nuestros movimientos, todo lo que hacemos. Pero nunca han podido hacerlo porque nadie, ningún gobierno, ha tenido un poder de ese alcance.

“Pero hoy tenemos sistemas de reconocimiento facial por todas partes. Tenemos sistemas de satélites. Bill Gates dice que sólo su sistema de satélites, que son 61.000, tendrá la capacidad de observar cada centímetro cuadrado de la Tierra las 24 horas del día.

“Ahora estamos iniciando el camino hacia la adopción de las monedas digitales, que es la esclavitud económica. En cuanto eso ocurra, perderemos todos los derechos porque el gobierno podrá matarte de hambre”.

Puso los ejemplos de los camioneros canadienses, que perdieron el acceso a sus cuentas bancarias por protestar, y de las protestas europeas, donde millones de personas protestaron contra los mandatos COVID-19, pero nunca aparecieron en los medios de comunicación estadounidenses.

Los niveles de control sobre el comportamiento humano son mayores que nunca, dijo Kennedy. “Es lo que yo llamo un totalitarismo listo para usar”.

Agregó:

“Estamos en una especie de carrera armamentística… Estamos procurando educar al público y construir nuestro ejército para restaurar la democracia.

“Y ellos se están apresurando, al mismo tiempo, a poner en marcha esta infraestructura que les dará el control total para destruir la disidencia y desactivar cualquier tipo de insurgencia o subversión y cualquier diferencia con la narrativa oficial muerta del gobierno y las ortodoxias”.

Es difícil predecir si, frente a ese control, “la democracia tendrá la resistencia necesaria para restaurar esas instituciones”, afirmó.

“En su opinión, ¿cuál es la mejor opción para desenmarañar esta situación y volver a la democracia? preguntó Iversen.

Necesitamos construir “un nuevo modelo que permita a la disidencia germinar, florecer, sembrar, crecer”, dijo Kennedy basado en todo un nuevo conjunto de instituciones, incluidas las escuelas, los hospitales y los medios de comunicación.

La principal ventaja de la democracia sobre el totalitarismo, dijo Kennedy es que permite el debate abierto, de modo que las mejores ideas pueden expresarse, nutrirse e implementarse.

“Una vez que se empieza a censurar, se está en la pendiente resbaladiza hacia el totalitarismo”, dijo, añadiendo:

“Y una de las cosas que yo preguntaría a los miembros de la prensa y a la gente que apoya la censura es: ¿Puedes recordar, puedes nombrar algún momento en la historia de la humanidad, mirando hacia atrás, en el que creas que los censores eran los buenos? Los censores son siempre los malos”.

Corrupción institucional y Estado de vigilancia

Iversen preguntó quién o qué creía Kennedy que era el mayor responsable de todo lo ocurrido durante la pandemia.

“Quiero decir, ¿crees que fue Fauci o Bill Gates o China o Trump, Biden, las grades farmacéuticas, “Big Pharma”, la OMS [Organización Mundial de la Salud]? ¿El FEM [Foro Económico Mundial]? Es decir, ¿dónde colocas la mayor parte de tu angustia y culpa por la respuesta a la pandemia?”.

Kennedy dijo que cree que el problema es la “corrupción institucional”.

“Creo que si se destituye a Anthony Fauci, será sustituido por otro Anthony Fauci”, dijo Kennedy.

Esta corrupción institucional tiene una larga historia.

Dwight D. Eisenhower advirtió a los estadounidenses contra la aparición del complejo militar-industrial, que según él incluía las agencias de inteligencia, el Pentágono y las industrias asociadas, incluida la burocracia científica.

Contó que su tío, John F. Kennedy murió tras negarse a enviar tropas de combate a Vietnam. Su padre, Robert Kennedy se presentó a la presidencia contra la maquinaria bélica y fue asesinado. Y cuando Martin Luther King, Jr. habló en contra de la maquinaria bélica, fue asesinado.

Cada una de esas muertes, dijo, nos empujó más lejos en el camino hacia el complejo militar-industrial. Entonces, el 11-S “convirtió realmente a Estados Unidos en el comienzo de un Estado de vigilancia”. Y después COVID completó la tarea”, dijo Kennedy.

“Así que yo no señalaría a una sola persona, sino a un sistema contra el que tenemos que luchar, que es el inicio del complejo militar-industrial, que ahora es dueño de la prensa”.

Los grandes medios de comunicación, dijo, “no son más que un recipiente de propaganda del complejo militar-industrial y de la industria farmacéutica”.

“A Anderson Cooper le trae a nuestras pantallas Pfizer (“brought to you by Pfizer”). No trabaja para el pueblo americano, y no trabaja para la CNN. Trabaja para Pfizer”.

Kennedy añadió:

“El trabajo de un periodista es mantener una postura de feroz escepticismo y antagonismo hacia el gobierno y los funcionarios para no creer todo lo que dicen y hacer que lo expliquen.

“Ese es el trabajo de un periodista, decir la verdad al poder.

“[Pero] ahora se han convertido en el megáfono de los poderosos… demonizando la disidencia y vilipendiando a cualquiera que intente decir la verdad”.

Felicitó a Iversen “por ser un ejemplo, una plantilla, un modelo de lo que se supone que deben hacer los periodistas”.

Vea aquí el vídeo: