La comunidad médica tiene un papel fundamental que desempeñar en la prevención de los daños causados por la radiación inalámbrica mediante la educación de los padres y la defensa de medidas reguladoras más estrictas, según los principales científicos medioambientales que han publicado una revisión de los últimos avances científicos sobre la salud pediátrica y los campos electromagnéticos (CEM) y la radiación de radiofrecuencia (RF).

Los autores – “distinguidos expertos en medicina, epidemiología, toxicología, física, ingeniería bioquímica y salud pública que en conjunto han publicado más de 1.000 artículos“- concluyeron que los niños son “singularmente vulnerables” a la radiación de radiofrecuencia emitida por dispositivos inalámbricos, como tabletas, teléfonos inteligentes y realidad virtual.

“Los actuales límites de seguridad gubernamentales están desfasados y no reflejan los últimos avances científicos ni el modo en que los niños utilizan la tecnología inalámbrica hoy en día”, afirmó la doctora Linda Birnbaum, coautora de la revisión y ex directora del Programa Nacional de Toxicología y del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental.

Devra Davis, Ph.D., M.P.H, doctora en Medicina y Salud Pública, fundadora y presidenta de Environmental Health Trust y autora principal, afirmó: “La investigación científica indica que la radiación inalámbrica actúa como un disruptor endocrino clásico” y puede alterar la memoria, el comportamiento, la fertilidad y el desarrollo cerebral, así como provocar cáncer y enfermedades neurológicas.

En su revisión, Davis y sus coautores hacen referencia a más de 200 estudios que asocian la radiación EMF/RF inalámbrica con efectos biológicos negativos, como estrés oxidativo y daños en el ADN, cardiomiopatía, carcinogenicidad, daños en el esperma, daños en la memoria y efectos neurológicos.

Los niños, más expuestos a las radiaciones inalámbricas

Según los autores del artículo de revisión, la fisiología propia de los niños, que incluye cabezas más pequeñas y más líquido en el cerebro, provoca una absorción de la radiación de radiofrecuencia proporcionalmente mayor que la de los adultos.

Por ejemplo, los niños pueden absorber hasta 30 veces más la cantidad de radiación de radiofrecuencia en el hipocampo y 10 veces más en la médula ósea del cráneo.

Los autores incluyeron una ilustración que muestra el patrón de radiación simulado de una tableta Wi-Fi en la cabeza de un niño de 6 años:

Los tejidos del cerebro y del cuerpo de los niños tienen una “constante dieléctrica” más alta, que es la forma de medir la facilidad con la que los campos electromagnéticos pueden moverse a través de diferentes medios, explicaron.

Las investigaciones han relacionado repetidamente las radiaciones de radiofrecuencia con un menor rendimiento de la memoria en los adolescentes.

Los autores también señalaron que en dos estudios en los que participaron más de 40.000 niños, los investigadores descubrieron que los niños expuestos a teléfonos móviles en la etapa prenatal presentaban más dificultades de comportamiento, como problemas emocionales y de hiperactividad, cuando llegaban a la edad escolar.

Los estudios realizados en humanos sobre la exposición intrauterina a la radiación CEM/RF revelaron un mayor riesgo de aborto espontáneo para la madre y efectos negativos para la salud del niño, como obesidad, asma y TDAH (o trastorno por déficit de atención con hiperactividad), señalaron.

Los límites actuales de radiación inalámbrica de la FCC no protegen a los niños

La Academia Americana de Pediatría aboga desde hace tiempo por que se actualice la normativa de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) para tener en cuenta la vulnerabilidad de los niños, señalan los autores.

Señalaron que los investigadores que analizaron los datos de estudios a gran escala con animales que demostraban que la radiación de los teléfonos móviles estaba relacionada con el cáncer concluyeron que los límites de la FCC sobre la radiación de radiofrecuencia tendrían que reforzarse entre 200 y 400 veces para proteger eficazmente a los niños.

En 2021, “Children’s Health Defense” ganó su histórico caso contra la FCC, impugnando la decisión de la agencia de no revisar sus directrices de salud y seguridad de 1996 relativas a las tecnologías inalámbricas.

A pesar de la victoria, la agencia aún no ha actualizado sus directrices.

Meg Sears, Ph.D., -también coautora de la revisión- y presidenta de Prevenir el cáncer ahora (“Prevent Cancer Now”) e investigadora asociada del Instituto de Investigación del Hospital de Ottawa, en Canadá, afirmó:

“La falsa presunción de que la radiación inalámbrica sólo es perjudicial cuando el tejido se calienta en exceso lleva décadas bloqueando los avances en la protección de la salud en muchos países (pero no en todos).”

Sears, que estudió ingeniería bioquímica y química aplicada, dijo: “Un mecanismo que inicia daños, incluidos los cánceres, es bien conocido por los ingenieros químicos y comercializado como ‘catálisis por microondas'”.

Theodora Scarato, directora ejecutiva de “Environmental Health Trust,” señaló que algunos países han promulgado normativas para reducir la exposición de los niños a la radiación inalámbrica.

“Los límites del gobierno estadounidense permiten emisiones de radiación entre 10 y 100 veces superiores a las de numerosos países como Suiza, Italia, China, Rusia e India”, afirma Scarato. “Muchos países tienen leyes más estrictas para proteger a los niños y restringen las torres de telefonía móvil cerca de hogares y escuelas”.

Francia y Bélgica prohibieron la venta de teléfonos móviles diseñados para niños pequeños, e Israel prohibió los equipos inalámbricos en las guarderías, añadió.

Los autores esbozaron los pasos que pueden dar las organizaciones profesionales médicas y de salud pública para educar y motivar a sus miembros para que aboguen por una normativa más protectora.

También instaron a los médicos a integrar un enfoque preventivo en su práctica clínica, educando a pacientes y familiares sobre medidas sencillas para minimizar la exposición a las tecnologías inalámbricas.

Recomendamos encarecidamente educar a los padres sobre por qué y cómo reducir la exposición a las radiaciones inalámbricas, especialmente durante el embarazo”, afirmó el Dr. Hugh Taylor catedrático y jefe del departamento de Obstetricia, Ginecología y Ciencias de la Reproducción de la Facultad de Medicina de Yale cuya investigación ha descubierto aumento de la hiperactividad y daños en la memoria en ratones expuestos prenatalmente a la radiación del teléfono móvil.

Los padres pueden reducir al mínimo el uso de dispositivos inalámbricos por parte de sus hijos y animarles a mantener el dispositivo lo más alejado posible del cerebro y del cuerpo, señalaron.

Para ver vídeos en un dispositivo, los padres pueden descargar previamente las películas y luego poner el dispositivo en modo avión -que apaga las antenas inalámbricas- antes de entregárselo al niño.