La exposición de mujeres embarazadas a los campos electromagnéticos (CEM) se asocia a un embarazo más corto, a un aumento de la variabilidad de la frecuencia cardíaca y de la temperatura del feto, y a bebés que nacen con menor circunferencia de cabeza y de pecho, según una revisión de los resultados científicos.

A largo plazo, la exposición a los CEM en el útero aumenta el riesgo de que el niño desarrolle problemas de habla, hiperactividad y otros problemas de falta de atención.

La revisión, publicada en febrero en Heliyon, se suma a las pruebas existentes de que los CEM causan daños al demostrar el efecto sobre los bebés en el útero.

Los profesionales sanitarios deberían animar a las mujeres embarazadas a reducir el uso de dispositivos móviles, a mantenerlos alejados de su cuerpo y a intentar utilizar dispositivos que emitan menos radiación, concluyeron los autores de la revisión.

¿Qué son los CEM?

Un CEM es un campo físico producido por un objeto cargado eléctricamente.

Los CEM se clasifican por longitud de onda y frecuencia y pueden organizarse a lo largo de un espectro que va desde las ondas de frecuencia extremadamente baja (de las líneas eléctricas) hasta las ondas de radio (que incluyen los CEM de los teléfonos móviles), las microondas, la radiación infrarroja, la luz visible, la luz ultravioleta, los rayos X y los rayos gamma.

Algunos CEM son naturales, como indica la lista anterior, y muchos CEM naturales son beneficiosos. Otros CEM son de origen humano.

Los CEM de origen humano que las mujeres embarazadas (y todos nosotros) deben tener en cuenta son la radiofrecuencia, los campos magnéticos, los campos eléctricos y la electricidad sucia.

Las fuentes de radiación de radiofrecuencia (“radiofrequency radiation”, RFR por sus siglas en inglés) incluyen los teléfonos móviles, los teléfonos inalámbricos, el Wi-Fi, los hornos microondas y los dispositivos Bluetooth.

Entre las fuentes habituales de campos magnéticos se encuentran los cargadores de dispositivos electrónicos, las líneas eléctricas de alta tensión y los paneles eléctricos.

¿Por qué una revisión sistemática sobre la exposición a los CEM y el embarazo?

Los teléfonos inteligentes son extremadamente populares: el 83% de los adultos de los países con economías emergentes poseen teléfonos inteligentes y el 94% de los adultos de los países con economías avanzadas los poseen.

Otros dispositivos electrónicos portátiles populares son las tabletas y los ordenadores portátiles.

Todos estos dispositivos emiten CEM. Existen considerables pruebas científicas de que algunos tipos de CEM causan daños, y también de que hay estrategias para ayudar a reducir la exposición perjudicial.

Los autores de esta revisión sistemática señalaron que la pandemia de COVID-19 afectó a todos los aspectos de nuestras vidas, y que las medidas de salud pública para reducir el contacto en persona implicaron que muchas tareas y servicios se ofrecieran en línea.

Esto hizo que un número aún mayor de personas, incluidas las mujeres embarazadas, utilizaran dispositivos electrónicos portátiles durante periodos de tiempo aún más largos.

Dado este aumento de la exposición a los CEM, los autores de la revisión se propusieron “revisar sistemáticamente los estudios publicados sobre los efectos directos de la radiación CEM emitida por los teléfonos móviles en los resultados del embarazo, el parto y el lactante”.

En lugar de realizar un nuevo estudio, los autores buscaron en la bibliografía los estudios existentes sobre el efecto de la exposición a los CEM, lo que les permitió examinar un amplio conjunto de conocimientos y ver patrones que un estudio individual podría pasar por alto.

Los autores descubrieron que pocos estudios que investigan la exposición a los CEM y los resultados de salud incluían a las mujeres embarazadas – por lo que ampliaron sus criterios de inclusión y revisaron todos los estudios disponibles publicados entre 2016 y 2019 sobre los efectos de la exposición a los CEM en los resultados del embarazo y también sobre los cambios fisiológicos en adultos (sin incluir a las mujeres embarazadas) expuestos a los CEM.

Lo más destacado de la revisión

Finalmente, sólo 18 estudios cumplieron los criterios de inclusión de los autores para la revisión sistemática. Nueve de los estudios se referían específicamente al impacto de la exposición a los CEM en el embarazo: ocho de ellos se realizaron en humanos y uno en ratas.

La revisión se titula“Impactos de la radiación de los smartphones en el embarazo: Una revisión sistemática” (“Impacts of smartphone radiation on pregnancy: A systematic review”).

Los teléfonos inteligentes emiten RFR, pero los autores también incluyeron un estudio que investigó la exposición a la RFR y a los campos magnéticos, y otro estudio que investigó sólo el impacto de los campos magnéticos.

Analicemos los resultados de los estudios de RFR.

Un gran meta-análisis de 2019 evaluó el impacto de la exposición a la RFR. Las madres se clasificaron en ninguna, baja, media y alta utilización del teléfono móvil en función de la frecuencia de llamadas diarias declarada por ellas mismas.

Los datos de más de 55.000 mujeres embarazadas y sus hijos en cuatro países mostraron que las mujeres que declararon llamar con más frecuencia tenían un mayor riesgo de dar a luz a una edad gestacional inferior en comparación con las que declararon llamar con menos frecuencia.

El estudio no encontró ninguna asociación con el crecimiento del feto o el peso al nacer.

Un estudio de 2018 sobre el feto mientras está en el útero examinó la variabilidad de la frecuencia cardíaca fetal, un marcador del bienestar fetal.

Las mujeres embarazadas se agruparon según su índice de masa corporal (IMC) en un grupo con IMC normal y otro con obesidad. Las mujeres embarazadas fueron expuestas a un solo teléfono móvil durante 10 minutos.

La variabilidad de la frecuencia cardíaca fetal aumentó significativamente en el grupo con IMC normal, pero no en el grupo obeso.

Existe un rango ideal de variabilidad de la frecuencia cardíaca fetal. Si la variabilidad es demasiado baja o demasiado alta, esto podría indicar un problema, por lo que el hallazgo importante de este trabajo es que el feto tuvo una respuesta fisiológica a la exposición a la RFR, que podría afectar a la salud del feto.

Un modelo de cálculo de 2018 de la RFR absorbida por el cuerpo materno a las 13, 18 y 26 semanas de gestación mostró que la exposición a la RFR aumentaba la temperatura del feto.

Dos de los estudios incluidos en la revisión aportaron pruebas de cambios en las medidas de los bebés al nacer.

Un estudio de 2019 informó de que las mujeres embarazadas que utilizaban sus teléfonos móviles durante el embarazo tenían más probabilidades de dar a luz a bebés con bajo peso al nacer que las que no lo hacían.

El estudio también demostró que las mujeres embarazadas expuestas a la RFR de las estaciones base, Wi-Fi, y los televisores tenían más probabilidades de dar a luz a bebés con una circunferencia de cabeza más pequeña.

Un estudio realizado en 2017 en Japón demostró que las mujeres embarazadas que usaban excesivamente sus teléfonos móviles tendían a dar a luz a bebés con una circunferencia de pecho más pequeña.

¿Qué sugieren los estudios sobre el efecto a largo plazo en los hijos de madres expuestas a los CEM?

Dos de los estudios revisados por los autores examinaron los efectos a largo plazo de la exposición de las madres a los CEM durante el embarazo en sus hijos.

Un amplio estudio de 2017 analizó los datos de casi 84.000 parejas de madres e hijos en cinco países. Los autores analizaron las mismas cuatro cohortes de nacimiento que el metaanálisis de 2019 descrito anteriormente, más una cohorte de nacimiento adicional de Noruega.

El uso del teléfono móvil por parte de las madres se clasificó en función del número de llamadas de teléfono móvil al día declarado por ellas mismas.

Según el estudio, el 38,8% de las madres declaró no haber utilizado el teléfono móvil durante el embarazo. Estas madres tenían menos probabilidades de tener un hijo con problemas de comportamiento, de hiperactividad/falta de atención o problemas emocionales.

Un pequeño estudio transversal de 2019 descubrió que utilizar teléfonos inalámbricos (una fuente de exposición a RFR) o vivir cerca de líneas eléctricas (una fuente de campos magnéticos elevados) durante el embarazo aumentaba el riesgo de dar a luz a niños con problemas de habla.

Debido a la elevada tasa de uso del teléfono móvil en las madres de niños con problemas de habla y en las madres de niños sin problemas de habla, no fue posible evaluar una asociación entre el uso del teléfono móvil por parte de la madre y los problemas de habla en su descendencia.

¿Los smartphones de hoy son los cigarrillos de ayer?

Al igual que la industria del tabaco, las grandes empresas de telecomunicaciones se benefician de un producto altamente adictivo que, según los estudios, puede ser perjudicial para la salud humana.

Las primeras señales de advertencia de que fumar era un peligro para la salud eran evidentes a principios de los años 50 (de hecho, ya en 1602).

En lugar de aceptar que los cigarrillos eran perjudiciales para la salud y requerían una regulación, las grandes tabacaleras trabajaron “para erosionar, confundir y condenar la misma ciencia que ahora amenazaba con destruir su preciado, muy popular y exclusivo producto”.

Por ello, las primeras prohibiciones de fumar en lugares de trabajo cerrados no entraron en vigor hasta 1995, más de 45 años después de que se demostrara que el tabaco era perjudicial para la salud humana.

Al igual que con el tabaco en la década de 1950, ya hay pruebas considerables de que los CEM causan daños: la radiación inalámbrica fue clasificada como posible carcinógeno humano en 2011.

Los autores de esta revisión sistemática concluyen que se necesita más investigación para identificar los impactos específicos de la exposición a los CEM en el embarazo, el nacimiento y los resultados del bebé.

Sin embargo, no se necesita más investigación para justificar un enfoque de precaución ante la exposición a los CEM durante el embarazo.

Los autores concluyeron:

“Los profesionales de la salud pueden utilizar estas pruebas para animar a las mujeres embarazadas a utilizar sus teléfonos móviles de forma que disminuyan los riesgos de daño para la mujer y el feto. Las mujeres pueden establecer límites en su uso, mantener los teléfonos móviles alejados de su cuerpo o utilizar dispositivos con radiación CEM de muy baja frecuencia.”

Las directrices de la FCC son obsoletas e inadecuadas, según el tribunal

¿Cuáles son los niveles “más seguros” de exposición a los CEM para las mujeres embarazadas? ¿Cómo pueden saber las mujeres si su exposición está por debajo de un determinado umbral de seguridad?

Lamentablemente, las mujeres embarazadas no encontrarán respuestas a estas preguntas en la Comisión Federal de Comunicaciones (“Federal Communications Commission”, FCC por sus siglas en inglés), la agencia federal estadounidense que se supone que regula la exposición humana a las RFR.

Según un estudio del Centro de Ética de la Universidad de Harvard, la FCC es una “agencia capturada”, lo que significa que está controlada por la industria que debe regular.

La FCC no ha actualizado sus directrices de salud y seguridad para las tecnologías inalámbricas desde 1996. Desde entonces, las pruebas científicas de que la RFR causa daños han aumentado, la cantidad de RFR a la que están expuestas las personas ha aumentado y la forma en que utilizamos los dispositivos electrónicos portátiles ha cambiado drásticamente.

Para ilustrar lo inadecuadas que son las directrices actuales de la FCC, considere cómo se prueban nuestros teléfonos inteligentes antes de que salgan al mercado.

Según la obra de Nick Pineault “The Non-Tinfoil Guide to EMFs” (páginas 31 a 32), se utiliza un maniquí antropomórfico específico (“specific anthropomorphic mannequin”, SAM por sus siglas en inglés) para determinar la tasa de absorción específica (“specific absorption rate”, SAR por sus siglas en inglés) de un teléfono móvil.

El tamaño de la cabeza de SAM está basado en el cuerpo de un hombre de 1,80 metros que pesa 80 kilos, lo que significa que su cabeza es más grande que la del 97% de los usuarios de teléfonos móviles, incluida y especialmente la de un bebé en el útero.

A diferencia de los humanos reales, la cabeza de SAM está llena de una mezcla de agua, sal y azúcar. El teléfono móvil se coloca a 5 mm de la cabeza de SAM en un ángulo de 15 grados. Durante 6 minutos, SAM recibe una cantidad de RFR equivalente a la configuración de potencia más alta que puede producir el teléfono.

Después de los 6 minutos, una sonda comprueba si la temperatura dentro del cerebro de agua sazonada de SAM ha subido. Si la temperatura aumenta 2 grados centígrados o menos, el teléfono supera las directrices de la FCC.

¿Es esta prueba relevante para determinar los niveles de exposición seguros para las mujeres embarazadas?

¿Y por qué 2 grados centígrados? Porque un aumento de 2 grados centígrados en los cerebros de las ratas expuestas a la radiación de microondas provocó cambios de comportamiento.

Estas pruebas sobre el SAR de los teléfonos móviles se diseñaron para protegernos de los riesgos de calentamiento a corto plazo debidos a la exposición a la RFR, basándose en la idea anticuada de que los únicos efectos nocivos de los CEM son térmicos, es decir, si aumentan la temperatura de los tejidos.

Sin embargo, hay abundantes pruebas de que los CEM también causan daños por efectos no térmicos.

Además, los investigadores que desarrollaron un límite de exposición a la RFR basado en la salud que es entre 20 y 40 veces menor que el límite de SAR de la FCC sostienen que el límite de SAR de los niños debería ser 10 veces menor que el de los adultos. Sus cálculos no tuvieron en cuenta la exposición prenatal.

Dada la insuficiencia de las directrices de la FCC y la negativa de la agencia a actualizarlas, “Children’s Health Defense” llevó a la FCC a los tribunales. ¡Y ganó!

La sentencia 2021 del tribunal exige que se devuelva el caso a la FCC “para que dé una explicación razonada de su determinación de que sus directrices protegen adecuadamente contra los efectos nocivos de la exposición a la radiación de radiofrecuencia….”

Cómo reducir la exposición a los CEM durante el embarazo

Hasta que se establezcan normativas para proteger de los CEM a los consumidores, ¿qué pueden hacer las mujeres embarazadas?

Dadas las etapas críticas de desarrollo por las que pasan los bebés en el útero, y su conocida vulnerabilidad a otras toxinas ambientales, tiene sentido adoptar un enfoque de precaución ante la exposición a los CEM durante el embarazo.

Los autores de la revisión sugirieron reducir el uso y aumentar la distancia de los dispositivos que emiten CEM, y utilizar dispositivos que emitan menos CEM.

Aunque esto es un comienzo, no está claro cuánto tiempo de uso de un smartphone puede ser “seguro”, a qué distancia hay que mantener el dispositivo y cómo saber si un dispositivo emite menos radiación.

En un reciente artículo de “The Defender”, el Dr. Joseph Mercola ofrecía consejos para reducir la exposición a los CEM.

Entre los consejos que pueden ser de especial interés para las mujeres embarazadas se encuentran:

  • Evite llevar el teléfono móvil junto al cuerpo, a menos que esté en modo avión.
  • Si necesita atender una llamada con el móvil, manténgalo a un metro de distancia y utilice el altavoz.
  • Conecte los ordenadores y otros dispositivos a una conexión ethernet por cable en lugar de utilizar el Wi-Fi.
  • Si no puede evitar usar la Wi-Fi, manténgala apagada durante la noche.
  • Haga de su dormitorio un santuario. Apague su teléfono móvil o póngalo en modo avión durante la noche, y preferiblemente póngalo en una habitación diferente o lejos de usted.
  • Evite los dispositivos de vigilancia del bebé inalámbricos.

El proyecto “BabySafe” ofrece un folleto gratuito sobre cómo reducir la exposición a los CEM durante el embarazo.