Los gobiernos, los expertos en salud pública y los medios de comunicación han repetido con tanta frecuencia las falsas afirmaciones de que las lesiones causadas por las vacunas son “poco frecuentes“, “casi no medibles” o “una entre un millón“, que muchas personas las creen, hasta que experimentan algún daño.

Los mensajes controlados, junto con la censura de las historias de daños causados por las vacunas en la plaza pública y el indecente desprestigio de las personas dañadas que hablan, han arrojado un manto de invisibilidad sobre el potencial de la vacunación para arruinar la salud y torpedear la seguridad financiera.

“Perfiles de los dañados por las vacunas: ‘Un precio a pagar durante el resto de su vida'” (“Profiles of the Vaccine-Injured: ‘A Lifetime Price to Pay'”) – un nuevo libro de “Children’s Health Defense” (CHD) con un prólogo de Robert F. Kennedy Jr. – expone que poner en sordina de forma oficial los riesgos de las vacunas es una mentira peligrosa.

Como el libro se esfuerza en explicar, las lesiones por vacunas son comunes, no raras. Fomentan la “igualdad de oportunidades” ya que afectan a todos los grupos demográficos, incluidos los jóvenes y los mayores, los ricos y los pobres.

Los daños causados por las vacunas suelen cambiar profundamente la vida y tienen importantes efectos en los miembros de la familia.

Y, con la llegada de las inyecciones experimentales de COVID-19, se están produciendo a una escala nunca antes vista.

Debido a que casi todas las vacunas, con licencia completa o autorizadas para uso de emergencia, están exentas de responsabilidad, en la mayoría de los casos, las familias tienen que cargar con la mochila de los gastos médicos, educativos, de los cuidadores y de otra índole que genera una lesión grave por vacunación, costes que pueden llevar a la quiebra no sólo a hogares individuales sino también a la nación..

Nueve historias

El corazón del libro reside en nueve historias de daños por vacunas, contadas por madres de niños afectados y por personas afectadas como adultos.

Sus lesiones, a edades comprendidas entre los 12 meses y los 49 años, se produjeron después de recibir vacunas infantiles “de rutina”, vacunas para viajes o inyecciones de COVID-19.

Las entrevistas transmiten con todo lujo de detalles cómo es vivir con enfermedades como el autismo grave, el dolor crónico o el sistema inmunitario desquiciado, y, en un caso, describen la trágica pérdida de la vida de un prometedor adolescente poco después de que se le administrara una inyección.

Las nueve personas también describen experiencias de desprestigio haciéndoles luz de gas y actitudes que les provocaron confusión por parte de la profesión médica, relaciones familiares tensas y carreras profesionales limitadas o interrumpidas, junto con un inmenso arrepentimiento por “la peor decisión de su vida”.

Igualmente importante, identifican un tema que, aunque común, es quizás uno de los hechos menos reconocidos sobre los daños causados por las vacunas: “Cuando se trata de daños por vacunas, no hay ayuda legal ni financiera: estás solo”.

Dólares y céntimos

Aunque los dos textos legislativos que establecieron la exención de responsabilidad de las vacunas han estado en vigor durante años o décadas – la Ley Nacional de Lesiones Causadas por las Vacunas en la Infancia de 1986 (para la mayoría de las vacunas autorizadas) y la Ley de Preparación para Situaciones de Emergencia (PREP) de 2005 (para las vacunas de autorización de uso de emergencia), las leyes y sus ramificaciones financieras siguen siendo desconocidas para gran parte de la población.

Ambas leyes crearon mecanismos de compensación por daños causados por las vacunas, pero poco más que uno de cada cuatro solicitantes (28%) al Programa Nacional de Indemnización por Lesiones Causadas por Vacunas han obtenido algo, generalmente después de años de lucha con abogados del gobierno acusándote – y nadie ha recibido una compensación del Programa de compensación de lesiones por contramedidas (CICP) por daños causados por la vacuna contra COVID-19.

Justo después de la puesta en marcha de la vacuna COVID-19, “The Associated Press” describió el CICP como “un programa oscuro con un historial de pago de reclamaciones poco frecuente”, y entrevistó a expertos preocupados que admitieron que el programa podría “verse desbordado muy, muy rápidamente.”

En lugar de sentirse “abrumado”, Forbes señaló que, hasta noviembre de 2021, relativamente pocas personas habían solicitado al CICP una indemnización por lesiones o muertes relacionadas con la vacuna COVID-19 -alrededor de 1.360-, pero la revista financiera especuló que el bajo número podría deberse a que “la gente no sabe que el fondo especial existe“.

En septiembre de 2022, el panorama había cambiado, con casi 9.000 peticiones del CICP presentadas, aunque el presupuesto del programa para el año fiscal 2022 contenía fondos suficientes para compensar como máximo a tres solicitantes.

Como afirmó Wayne Rohde, analista desde hace tiempo de las estadísticas de indemnizaciones por lesiones causadas por vacunas en Estados Unidos, en un análisis del CICP, “nuestro gobierno realmente no quiere indemnizar a los lesionados.”

Una nación con mala salud

En sus capítulos introductorios, “Perfiles de los dañados por las vacunas” también examina exhaustivamente otras fuentes de información sobre los daños causados por las vacunas, desde los prospectos de las vacunas hasta las investigaciones publicadas.

Al hablar de los malos resultados de los niños -y de los adultos- estadounidenses en las clasificaciones sanitarias mundiales, el libro reitera un tema en el que CHD ha hecho hincapié en otros libros: a saber, que la vacunación debe considerarse un “elefante en la habitación” clave relacionado con las epidemias de enfermedades crónicas de Estados Unidos.

La reciente publicación forzada de los datos de la aplicación V-safe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugiere que las inyecciones de COVID-19 son responsables de un número escandaloso de síntomas debilitantes, entre los que se incluyen dolores intensos, así como tasas de hospitalización sin precedentes y cosas peores.

De hecho, aunque la desventaja sanitaria de los estadounidenses -que “comienza en el nacimiento y se extiende a lo largo de la vida”- se había traducido en una caída de la esperanza de vida incluso antes de las inyecciones de COVID-19, las muertes prematuras se han hecho especialmente notables desde la implantación de las vacunas.

Exponiendo la verdad que se esconde tras el mito de la seguridad de las vacunas, “Perfiles de los dañados por las vacunas” es, como escribe Kennedy en su prólogo, en última instancia, una llamada a las armas.

“Cuando termine usted de llorar y de arrancarse el pelo de la furia, la frustración y la indignación, únase a “Children’s Health Defense” para hacer algo al respecto”, escribió Kennedy.