Resumen:

  • La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés) cooperaron para emitir autorizaciones de uso de emergencia (“Emergency Use Authorizations”, EUA por sus siglas en inglés) y poner en marcha las nuevas vacunas bivalentes de Pfizer y Moderna COVID-19 esta semana, sin ningún ensayo en humanos, algo que no tiene precedentes.
  • Existe una coordinación internacional en lo que respecta a las dosis de refuerzo bivalentes, y se realizará un gran esfuerzo para inyectarlas en los brazos, a pesar de los niveles históricamente bajos de COVID-19 grave. ¿Por qué?
  • Estas vacunas siguen gozando de una extraordinaria protección frente a la responsabilidad, mientras que el receptor no tiene acceso al sistema legal en caso de lesión.
  • No hay pruebas de que las nuevas vacunas sean seguras, a la vez que sí hay evidencia limitada de que pueden ser más dañinas que las anteriores vacunas COVID-19. Sin embargo, a falta de pruebas en humanos, no hay forma de predecir realmente su seguridad. Los datos de seguridad están siendo ocultados por las agencias federales de salud. Los mensajes que envían son engañosos.
  • No hay pruebas de que las nuevas vacunas bivalentes sean más eficaces que las antiguas, y la evidencia existente sugiere que cualquier eficacia que proporcionen no durará más de uno o varios meses.
  • Las vacunas de COVID-19 parecen aumentar la susceptibilidad a las infecciones de COVID-19, por término medio a partir de seis meses después de la inoculación.
  • Las dosis de refuerzo perpetuas evitan brevemente la eficacia negativa que se desarrolla unos meses después de la vacunación contra la COVID-19. Puede que esta sea la razón por la que se insiste en dosis de refuerzo frecuentes. Pero las dosis de refuerzo frecuentes también pueden debilitar la inmunidad general e incluso pueden contribuir al aumento de las tasas de mortalidad en Estados Unidos y el Reino Unido.

El 31 de agosto, la FDA emitió la autorización de uso de las nuevas vacunas de refuerzo de ARNm de Pfizer y Moderna para COVID-19.

Un día después, los CDC y su directora, la Dra. Rochelle Walensky, aprobaron el despliegue inmediato de las nuevas vacunas, que se administrarán en Estados Unidos a partir de esta semana.

Sorprendentemente, más de un mes antes de que cualquiera de las dos agencias diera su visto bueno a la formulación completamente nueva, el gobierno federal encargó 105 millones de dosis a Pfizer y 66 millones de dosis a Moderna.

La composición deseada de la vacuna no fue determinada formalmente por la FDA hasta que su comité asesor se reunió el 24 de junio.

Las vacunas contienen una mezcla del antiguo ARNm de la vacuna original de la cepa Wuhan (ahora también denominada vacuna ancestral) y un nuevo ARNm de Omicron BA.4/5 que codifica la proteína de espiga o pico Omicron.

La cantidad total de ARNm para las vacunas de refuerzo de Pfizer y Moderna es la misma que antes: 30 mcg para Pfizer y 50 mcg para Moderna. Cada una está compuesta por un 50% de ARNm de Omicron y un 50% de ARNm ancestral, por lo que se denominan vacunas bivalentes.

Los nuevos viales y sus cajas no indican la dosis, lo que sugiere que la decisión sobre la cantidad a utilizar se tomó hace muy poco. Incluso los miembros del comité asesor de los CDC no conocían la dosis de las nuevas vacunas bivalentes hasta su reunión del 1 de septiembre.

Se trata del despliegue más rápido de una nueva vacuna en la historia del mundo. Y en lugar de ser una historia de valor e ingenio humano, es una historia de debilidad e imprudencia humana.

¿Cómo se ha producido un despliegue de vacunas tan rápido?

Ocurrió de la única manera que podía ocurrir: manipulando las reglas, creando un nuevo libro de jugadas sobre las normativas y sin hacer el trabajo de obtener ningún dato en humanos sobre las nuevas vacunas.

Los fabricantes no tuvieron que pasar por ensayos de meses de duración, y la FDA no tuvo que estudiar a fondo los datos de los ensayos en humanos, porque no había ninguno.

Deje que esto se asiente: Las nuevas vacunas bivalentes BA.4/5 se probaron sólo en ratones, no en humanos.

Coordinación internacional inesperada

He aquí un hecho sorprendente: el 1 de septiembre, el mismo día en que los CDC aprobaron el programa de vacunas, las agencias sanitarias de Canadá, Suiza y la Asociación Europea de Medicamentos (el equivalente de la Unión Europea a la FDA) también pusieron en marcha nuevos programas de vacunas de refuerzo bivalentes.

Casi simultáneamente, el Reino Unido autorizó dos dosis de refuerzo bivalentes distintas, el 15 de agosto y el 3 de septiembre.

El Reino Unido informó a los ciudadanos de que se esperaba el mayor despliegue de la historia de las nuevas vacunas bivalentes, y comenzó el programa prometiendo grandes primas a los médicos si conseguían vacunar a todos los residentes de una residencia de ancianos antes del 23 de octubre.

Estos otros países están utilizando un ARNm Omicron anterior como plantilla para sus vacunas bivalentes Omicron-ancestrales, mientras que los Estados Unidos están utilizando el código de ARNm para la variante posterior de espiga de Omicron BA.4/5 .

Los principales medios de comunicación eluden las cuestiones clave

¿Cómo cuentan los medios de comunicación esta historia? Con su giro habitual – evitando las partes peliagudas.

En lugar de ayudar a que usted entienda lo que acaba de suceder, el “New York Times” le pregunta: “¿Cuándo debería ponerse la suya?” No plantea si debería o no ponérsela, sino cuándo debería usted ponérsela.

El “Herald Tribune” le dice a usted por qué debería ponérsela. “STAT News” dice que responde a sus preguntas, pero nunca hace las preguntas pertinentes sobre por qué se produjo un despliegue tan rápido y sin precedentes, especialmente cuando estamos en mínimos prácticamente históricos de muertes y estancias en la UCI debido a la COVID-19.

“Associated Press” lo hizo un poco mejor, al menos planteaba la cuestión de si usted se debería inyectarse una nueva dosis de refuerzo, pero luego sus respuestas no profundizan más que las de sus compañeros de medios.

Parece que usted no va a obtener la información que necesita para entender las dosis de refuerzo y el proceso por el que fueron introducidas desde los principales medios de comunicación.

Así que “The Defender” ha revisado documentos de la FDA, ha asistido a la reunión del comité consultivo de los CDC, que duró todo el día, el 1 de septiembre, ha estudiado una revisión de las dosis de refuerzo publicada el 31 de agosto en el “New England Journal of Medicine” (NEJM) y ha evaluado un estudio de las dosis de refuerzo Omicron que fueron probados en primates no humanos por el Centro de Investigación de Vacunas del Dr. Anthony Fauci.

La FDA hace un discurso de “seguridad y eficacia” a pesar de la falta de datos que lo respalden

La FDA no convocó a su comité consultivo antes de emitir las autorizaciones; no es difícil adivinar por qué.

El año pasado, los asesores de la FDA votaron en contra de autorizar las dosis de refuerzo ancestrales porque los datos que se les dieron indicaban que las antiguas vacunas funcionaban bien.

Dos altos funcionarios de la FDA que no estaban de acuerdo con el despliegue de dosis de refuerzo en 2021 dimitieron, dando a entender que la decisión de emitir dosis de refuerzo había sido impuesta a la FDA.

Este año, los miembros del Comité Consultivo de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados (“Vaccine and Related Biological Products Advisory Committee”, VRBPAC por sus siglas en inglés) de la FDA se han quejado de que cada vez se les dan menos datos, ya que se les pide que aprueben programas de vacunas para edades cada vez más tempranas.

El Dr. Paul Offit, miembro del VRBPAC, profesor de enfermedades infecciosas pediátricas en la Universidad de Pensilvania y coinventor de una vacuna contra el rotavirus, dijo el mes pasado: “Todo estaba decidido”, implicando que las deliberaciones de la comisión han sido una farsa y que la Casa Blanca ha anunciado que compraba la vacuna justo después de terminar la reunión.

Offit dijo la semana pasada que los datos de los ratones no eran suficientes para poner en marcha las nuevas dosis de refuerzo. Así que la FDA optó por no darles a él y a los demás miembros un lugar público en el que, como era de esperar, se quejaran de la laxitud de la FDA, lo que algunos podrían llamar imprudencia, insubordinación o incluso flagrante conducta malintencionada.

Después de todo, según la declaración de la misión de la FDA, ésta “es responsable de proteger la salud pública garantizando la seguridad, la eficacia y la protección de los medicamentos humanos y veterinarios, los productos biológicos y los dispositivos médicos”, no de aprobar vacunas no probadas.

La FDA justificó sus autorizaciones utilizando un lenguaje que probablemente pretendía confundir al público.

Por ejemplo, todo el mundo conoce el término “seguro y eficaz”, que es un sello oficial de aprobación de la FDA para los medicamentos y vacunas autorizados.

Sin embargo, por ley el término no puede ser utilizado por la FDA para referirse a productos experimentales sin licencia, que es lo que son todos los medicamentos y vacunas con EUA.

Así que en un comunicado de prensa sobre las nuevas dosis de refuerzo, la FDA utilizó una terminología casi idéntica, pero no del todo, citando al Dr. Peter Marks, director del centro de vacunas de la FDA: “Hemos trabajado estrechamente con los fabricantes de vacunas para garantizar que el desarrollo de estas dosis de refuerzo actualizadas se hiciera de forma segura y eficiente”.

Marks también dijo: “La población puede estar segura de que la FDA ha puesto mucho cuidado en garantizar que estas vacunas bivalentes COVID-19 cumplan nuestras rigurosas normas de seguridad, eficacia y calidad de fabricación para la autorización de uso de emergencia.”

Una vez más, “seguro y eficaz” está implícito, pero no se dice exactamente.

Lo que Marks espera que el público pase por alto es el hecho de que no existen normas de calidad para los productos con EUA. La ley que autoriza las autorizaciones con EUA simplemente exige que los beneficios conocidos y esperados superen los riesgos conocidos y esperados del producto.

La FDA ni siquiera está obligada a inspeccionar las fábricas donde se fabrican los productos EUA, como debe hacer con los productos autorizados. Tampoco es necesario inspeccionar el producto final.

Marks y la FDA saben que a todos los productos con EUA se les ha concedido una exención de responsabilidad extremadamente amplia que cubre a Marks, a la FDA, a los CDC, al Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, a los fabricantes y distribuidores de vacunas, a los médicos, a los farmacéuticos y a todos los que participan en el programa de vacunas.

Así que pueden decirnos cualquier cosa porque los ciudadanos no pueden recurrir a los tribunales para presentar una demanda cuando se trata de un producto con EUA.

La FDA justificó su evaluación de que las vacunas no probadas son seguras utilizando el siguiente argumento: “Los datos de seguridad acumulados con la vacuna bivalente (original y Omicron BA.1) y con la Vacuna Moderna COVID-19 monovalente son relevantes para la Vacuna Moderna COVID-19, Bivalente porque estas vacunas se fabrican con el mismo proceso”.

Esto es lo mismo que afirmar que la mantequilla de almendras es segura, por lo que la mantequilla de cacahuete también lo es, porque se fabrica con el mismo proceso.

¿Es esa realmente la mejor excusa para incumplir las funciones reguladoras que puede ofrecer la FDA?

Reunión de la ACIP del 1 de septiembre: dosis de refuerzo para cualquier adulto que lo desee, y pronto para los niños

Los CDC sabían que tendrían dificultades para convencer a la población de que se pusiera estas vacunas, ya que casi todo el mundo ha tenido ya COVID-19, los beneficios anteriores de la vacuna se prometieron en exceso, la enfermedad se ha vuelto más leve, las vacunas no previenen la infección o la transmisión y el temor en torno a COVID-19 ha desaparecido en su mayor parte.

Así que la agencia tuvo que idear nuevas estrategias. Una de ellas fue invocar el “efecto de arrastre”, es decir, tratar de convencer al público de que todo el mundo se está vacunando, por lo que deberían subirse al carro.

En la reunión del Comité Consultivo sobre Prácticas de Inmunización (ACIP) de los CDC se presentó una encuesta en la que se afirmaba que el 72% de las personas que cumplían los requisitos planeaban recibir las nuevas dosis de refuerzo. ¿Pero qué probabilidad hay de que eso sea cierto?

Sólo el 33% de la población se ha sometido a una primera dosis de refuerzo, mientras que el 65% ha dicho “no, gracias”. Y el interés por las vacunas COVID-19 ha disminuido mucho: a menos del 5% de los niños en edad preescolar se les ha inyectado una vacuna COVID-19 en los tres meses transcurridos desde su autorización.

Los CDC dieron a entender al ACIP que el 49% del público había sido estimulado, mientras que sus propias estadísticas, según “The New York Times”, dicen que la cifra real es del 33%.

He aquí cómo los CDC realizaron el cálculo para hacer creer que los refuerzos son más populares de lo que son: El 67% de la población está “totalmente vacunada”, según los CDC. El 49% de ese 67% (que está totalmente vacunada) equivale al 33%.

El gobierno federal destinó 1.000 millones de dólares a comprar publicidad y garantizar una cobertura informativa positiva (y silenciar las malas noticias) para impulsar las primeras vacunas COVID-19. Uno se pregunta cuánto se gastará para impulsar las nuevas dosis de refuerzo.

Según los CDC, 224 millones de estadounidenses están “totalmente vacunados”. Los miembros del ACIP fueron informados de que, de esta cifra, 210 millones ya pueden recibir las nuevas dosis de refuerzo.

El gobierno ha comprado hasta ahora 171 millones de dosis de refuerzo bivalentes (105 millones a Pfizer y 66 millones a Moderna) que pueden utilizarse a partir de los 12 años.

La FDA y los CDC todavía tienen que permitir la puesta en marcha de nuevas dosis de refuerzo bivalentes para niños menores de 12 años, que en el pasado recibían vacunas COVID-19 de dosis más bajas. Pero las agencias dijeron que planean hacerlo dentro de unas semanas.

¿Durante cuánto tiempo funcionará?

Otro tema espinoso para el comité del ACIP fue la cuestión de la duración de estas dosis de refuerzo, así como la frecuencia con la que se recomendarán.

Los miembros del ACIP se encargan de asesorar sobre todas las vacunas, y no quieren que las vacunas COVID-19 agrien al público sobre otras vacunas.

Aunque en su día se recomendó dar las dosis de refuerzo bivalentes cuatro meses después de una dosis anterior, se pidió al comité del ACIP que aprobara las dosis de refuerzo cuando hubieran pasado al menos dos meses desde una dosis anterior.

La Dra. Evelyn Twentyman, de los CDC, dijo que los CDC ya no cuentan el número total de dosis.

Dijo que incluso si una persona ha recibido cuatro o cinco vacunas anteriores de COVID-19, un nuevo refuerzo bivalente “no debería ser denegado”, siempre y cuando hayan pasado dos meses desde la última dosis.

Según el NEJM:

“Se ha demostrado que el aumento de los títulos de anticuerpos neutralizantes, así como la eficacia clínica, disminuyen cuatro meses después de una tercera inmunización con ARN mensajero. Después de una cuarta inmunización con ARN mensajero, se ha informado de que la protección contra la infección por SARS-CoV-2 Omicron disminuye después de sólo 4 semanas, aunque la protección contra la enfermedad grave dura más tiempo.

“La inmunidad híbrida tanto de la vacunación como de la infección proporciona una protección mayor y más duradera que cualquiera de las dos por separado”.

¡Cuatro semanas! Los títulos de anticuerpos se hunden cuatro semanas después de la cuarta dosis: no es de extrañar que los CDC permitan, y puedan fomentar, dosis de refuerzo tan frecuentes.

Los vacunadores de COVID-19 han acuñado un nuevo término, inmunidad híbrida, inspirado en los coches eléctricos híbridos. Se refiere a la mejora de la inmunidad que tiene una persona vacunada si también ha contraído la enfermedad, como si el hecho de estar vacunado pero contraer la enfermedad de todos modos fuera a ser normalizado como algo deseable.

Después de que los CDC pasaran dos años negando que la inmunidad natural -la que la gente obtiene después de la infección- siquiera existe, la agencia ahora está tratando de tomar una vacuna de limón, añadirle inmunidad natural, llamarla inmunidad híbrida y ¡hacer limonada!

¿Cómo se justifica este despliegue?

Las variantes Omicron están presentes desde el pasado mes de noviembre, y pronto se descubrió que tanto la inmunidad inducida por la vacuna como la natural debida a las variantes anteriores eran muy limitadas en el caso de las variantes Omicron, porque son muy diferentes de la cepa ancestral.

Las agencias sanitarias y los fabricantes han estado probando los prototipos de la vacuna Omicron durante hasta nueve meses. La mayoría de esas pruebas se referían a las cepas de Omicron BA.1 y BA.2.

Sin embargo, el 90% de los casos actuales están causados por el Omicron BA.5, que está genéticamente alejado del BA.1 y del BA.2.

Pero había algunos datos en humanos (con unos pocos cientos de sujetos cada uno) para varios de los prototipos anteriores de la vacuna Omicron, así que las agencias sanitarias decidieron simplemente fingir que el ARNm diseñado para la BA.1 y la BA.2 era lo suficientemente parecido a la BA.5 como para que los datos fueran comparables.

Como el 50% del contenido de la vacuna sería la antigua, la FDA afirmó que ya había establecido la seguridad y la eficacia de esa mitad.

Luego, para redondear las cosas, hubo datos en ratones, que generaron niveles de anticuerpos comparables a las nuevas vacunas como lo hicieron con las vacunas más antiguas. Y, por supuesto, podemos confiar en que los ratones se comporten exactamente igual que las personas, ¿verdad? Después de todo, han sido “humanizados” para contener un receptor ACE-2 humano.

No, no podemos confiar en los ratones. Ni siquiera podemos confiar en los primates no humanos como modelo para las vacunas, ya que cada especie reacciona de forma única e impredecible a las infecciones y a las vacunas.

Sin embargo, los datos de los ratones sí que engrosan el “paquete” de autorizaciones de la FDA, por lo que parece que la agencia hizo una revisión más exhaustiva.

Las nuevas vacunas no mejoran las antiguas

Las predicciones de la revista Nature y del Centro de Investigación de Vacunas de Fauci en los Institutos Nacionales de Salud son que las nuevas vacunas no mejorarán las antiguas.

Según el Centro de Investigación de Vacunas, “un estudio en primates no humanos demostró que una vacuna de ARN mensajero específica para Omicron no era mejor que la vacuna original de ARN mensajero-1273 [ancestral Moderna] para la protección contra el desafío de Omicron.”

Nature señaló: “Un análisis sugiere que las dosis de refuerzo actualizadas parecen ofrecer prácticamente la misma protección que una dosis extra de las vacunas más antiguas, sobre todo cuando se trata de mantener a la gente fuera del hospital”.

Ninguno de estos estudios se analizó en la reunión del ACIP. No se analizó por qué y cómo se eligieron las vacunas bivalentes.

Según el Centro de Investigación de Vacunas, las vacunas Omicron no estimularán una buena respuesta a Omicron debido al cebado antigénico, también conocido como pecado antigénico original.

Esto significa que el sistema inmunitario ha sido programado para responder una y otra vez a la primera infección por coronavirus o a la primera vacuna que encontró, incluso cuando se encuentra con diferentes antígenos de coronavirus más adelante.

¿Qué tal funcionó la antigua vacuna?

La diapositiva de los CDC que aparece a continuación, presentada por la Dra. Ruth Link-Gelles de los CDC, no está bien etiquetada, pero muestra que tanto si se le inyectaron dos como tres dosis de la antigua vacuna, durante el periodo de Omicron, la eficacia en todos los grupos de edad era inferior al 40% a los tres meses.

A los seis meses rondaba la eficacia cero (ningún beneficio), y después era negativa (perjudicial) para la mayoría de las edades.

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Crédito: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades

La eficacia negativa significa que los vacunados son más propensos a infectarse con COVID-19 que los no vacunados.

Esto es coherente con lo que estamos viendo en el Reino Unido y en algunos otros países: Los vacunados tienen más probabilidades de contraer COVID-19.

Y es este efecto el que probablemente los organismos de salud pública están tratando de evitar, o de ocultar, con dosis de refuerzo perpetuas.

Parece que la población aquí y en muchos otros países está siendo engañada para dejarse inyectar una vacuna no probada (o en otros países una BA.1 o .2 mínimamente probada) con la falsa promesa de que será mucho mejor que la vacuna anterior.

Los reguladores saben que es poco probable que sea mejor, pero sus motores de relaciones públicas se aceleran para convencernos de lo contrario.

¿Son seguras las nuevas vacunas?

La seguridad de las nuevas dosis de refuerzo es una incógnita, ya que no se puede evaluar la seguridad en humanos a partir de modelos animales, ya que éstos no predicen la respuesta humana.

¿Qué se hizo para evaluar la seguridad de las vacunas bivalentes?

Reactogenicidad: Reactogenicidad es una palabra que se refiere a las reacciones adversas a corto plazo de la vacuna, como fiebre, enrojecimiento, fatiga o dolores musculares.

Según los informadores de los CDC, el grado de reactogenicidad de las vacunas prototipo Omicron era comparable al de las vacunas COVID-19 más antiguas y “ancestrales”.

No había datos sobre efectos secundarios más graves, y el Dr. Tom Shimabukuro, de los CDC, dijo que no había forma de evaluar el riesgo de miocarditis debido al pequeño número de sujetos que recibieron las vacunas prototipo.

Sin embargo, si se observa el gráfico de Pfizer que figura a continuación, preparado para los miembros del ACIP, se notará que se observó una mayor reactogenicidad (más efectos secundarios agudos) después de las vacunas del prototipo Omicron que después de las vacunas más antiguas.

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Crédito: Pfizer

Esto puede ser una señal de que las nuevas vacunas provocarán reacciones más graves, pero no hay forma de estar seguros.

Miocarditis: Los presentadores del ACIP afirmaron que la miocarditis era menos común después de las inyecciones de refuerzo de la antigua vacuna que después de la segunda dosis de la serie inicial.

Sin embargo, la diapositiva 39 (abajo), mostrada por Shimabukuro pero rápidamente pasada por alto, mostraba lo contrario.

En el caso de los chicos y chicas de 16 a 17 años, y de los hombres de 30 a 39 años, la probabilidad de miocarditis aumentaba después de una dosis de refuerzo.

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Crédito: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades

Por lo tanto, no hay razón para pensar que las dosis de refuerzo sean más seguras que la segunda dosis, en términos de miocarditis. Ese riesgo, por cierto, era de aproximadamente 1 de cada 2.000 hombres jóvenes de entre 18 y 24 años después de su segunda dosis en un estudio de Kaiser.

Shimabukuro también dijo que si se vacuna poco después de recuperarse de la COVID-19, es de esperar un aumento de los efectos secundarios, al menos a corto plazo, pero “no hay pruebas de que suponga un mayor riesgo de miocarditis.”

No me tranquiliza la falta de pruebas. De hecho, el cardiólogo pediátrico Dr. Kirk Milhoan la semana pasada revisó todas las pruebas que Shimabukuro no pudo encontrar.

Vacunarse poco después de recuperarse del COVID-19 es una temeridad, y cualquier funcionario que obligue a vacunarse después de la recuperación está poniendo a la gente en un riesgo aún mayor de reacciones adversas, incluida la miocarditis.

Algunos científicos, como el doctor Dan Barouch, afirman que la miocarditis es “mucho más frecuente” después de un caso de COVID-19 que después de la vacunación. Pero no citó ni una sola fuente para esta afirmación.

El Dr. Kirk Milhoan, cardiólogo pediátrico, revisó toda la literatura reciente sobre la cuestión de las tasas de miocarditis después de la infección frente a la vacunación. Parece que la vacuna supone un mayor riesgo de miocarditis que la infección por COVID-19, pero hay muchos factores diferentes que influyen en el riesgo, como la edad, el sexo, si ya se ha padecido COVID-19 y la antigüedad y el tipo de vacunas recibidas.

Las vacunas de Moderna tienen más probabilidades de causar miocarditis que las de Pfizer. Recibir una vacuna Moderna después de una vacuna inicial de Pfizer aumenta el riesgo aún más que recibir dos vacunas Moderna.(Véase la tabla 2 de un importante estudio sobre la miocarditis en cuatro países nórdicos).

Francia, Alemania, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia han suspendido la vacunación con Moderna COVID-19 para los varones jóvenes.

Un miembro del ACIP preguntó si la vacuna contra la viruela del mono, Jynneos, que también puede inducir miocarditis, podría administrarse junto con las nuevas vacunas bivalentes. ¿Aumentaría esto el riesgo de miocarditis?

La sorprendente respuesta fue: “Lean el libro informativo”, lo que puede significar que no se debe debatir en público.

¿Se les debe inyectar dosis de refuerzo a las mujeres embarazadas?

Hablando de lo que se podía debatir en público, en la reunión del ACIP se prohibió cualquier debate sobre el embarazo y la vacunación contra el COVID-19. Varios miembros del comité pidieron información sobre el embarazo, pero los informadores se negaron rotundamente a proporcionarla. Nada sobre hospitalizaciones, muertes, resultados fetales.

Se dijo a los miembros del ACIP que se les informaría de ello en una futura reunión. Moderna dijo que la empresa estaba en proceso de inscribir a un total de 800 mujeres embarazadas en un estudio, que algún día se completará.

Sin embargo, los CDC establecieron un registro de embarazos para las vacunas COVID-19 hace casi 18 meses.

Los CDC y la FDA deben tener datos de muchos miles de embarazos. Toda mujer que reciba una dosis de la vacuna COVID-19 debe proporcionar información sobre si está embarazada antes de poder ser vacunada y los CDC recogen toda esta información.

Además, hay miles de informes del Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas, o VAERS, sobre resultados adversos en el embarazo.

La FDA exigió a Pfizer-BioNTech que estudiara el efecto de la vacuna en el embarazo cuando emitió la licencia para Comirnaty el 23 de agosto de 2021.

Al mismo tiempo, la FDA exigió estudios adicionales de seguridad de la vacuna en niños y estudios adicionales sobre la miocarditis. Pero estos estudios no se completarán hasta dentro de cinco años, mucho después de que se hayan administrado miles de millones de dosis y de que las vacunas hayan quedado obsoletas.

Es difícil justificar por qué la FDA habría de pedir que estos estudios tarden tanto. ¿Solicitó la agencia una duración tan larga de los estudios para retrasar su evaluación de la seguridad de las vacunas hasta después de que éstas ya no se utilicen?

La única conclusión que puedo sacar es que a la FDA y a los CDC no les gustan los resultados de seguridad que ya tienen, y planean ocultar las malas noticias durante el mayor tiempo posible.

Los CDC no se pronuncian sobre el COVID de larga duración

El comité también se interesó por el COVID de larga duración. ¿Podrían las vacunas prevenir esta temible complicación? Los CDC no dijeron nada.

El informador de los CDC afirmó que los CDC no tienen “datos sistemáticos” sobre el COVID de larga duración. Los CDC tampoco han desarrollado una definición de caso para el COVID de larga duración.

¿Por qué los CDC han retrasado la investigación de esta complicación tan importante?

“The New York Times” reveló en febrero de 2022 que los CDC ocultan la mayor parte de los datos de salud pública que recogen. Según el “Times”, “gran parte de la información retenida podría ayudar a los funcionarios de salud estatales y locales a orientar mejor sus esfuerzos para controlar el virus.”

No vas a encontrar una acusación más pública de nuestro CDC por parte del “Times” que esa.

¿La vacunación no previene la COVD de larga duración? ¿Causa un COVID de larga duración?

El Dr. Paul Marik, médico de cuidados intensivos y fundador de la Alianza de Cuidados Críticos de Primera Línea COVID-19 (“Front Line COVID-19 Critical Care Alliance”), postuló que tanto la COVID de larga duración como muchos de los daños causados por la vacuna COVID-19 se deben a lo mismo: la presencia prolongada de proteínas de espiga en la circulación.

Si es cierto, puede haber un considerable solapamiento entre los síntomas y la patología de los daños prolongados por COVID y por la vacuna, y los CDC pueden estar tratando de ocultar esto, o tal vez estar buscando una manera de afirmar que todas las lesiones por la vacuna se deben a COVID-19.

La FDA revocó el 3 de agosto todas las autorizaciones con EUA de Pfizer y Moderna para las antiguas dosis de refuerzo.

Esto fue repentino e inesperado. Hubo que cancelar las citas, porque a partir de esa fecha, las antiguas vacunas se limitaron a su uso sólo en niños pequeños o para la serie inicial.

La FDA no retiró ni recuperó las vacunas Comirnaty y Spikevax autorizadas, que también fueron aprobadas como dosis de refuerzo. ¿Es esto un reconocimiento tácito de que no hay Comirnaty o Spikevax con licencia disponible en los Estados Unidos?

¿Podría la FDA haber lanzado las nuevas vacunas tan rápidamente para justificar la retirada de la mayoría de las antiguas vacunas, poco después de que empezaran a circular informes sobre su contenido que contenía materiales no revelados y posiblemente dañinos?

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