Dos de cada cinco niños estadounidenses y casi la mitad de los adultos con alergia alimentaria son alérgicos a varios alimentos, según una investigación publicada el mes pasado en “Annals of Allergy, Asthma and Immunology”.

Los investigadores, dirigidos por el doctor Christopher Warren, de la Universidad Northwestern, también descubrieron que, a medida que aumenta el número de alergias alimentarias que padece una persona, también lo hace el efecto sobre su salud física y psicológica.

Warren dijo a “The Defender”:

“Los hallazgos de una carga de enfermedad tan alta entre los niños y adultos que viven con muchas alergias alimentarias pone de relieve una necesidad aguda de mejores tratamientos y enfoques para mejorar la gestión diaria de las alergias alimentarias en esta importante subpoblación, incluyendo facilitar el acceso a los servicios de apoyo psicosocial – incluyendo grupos de apoyo que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida.”

Las alergias alimentarias forman parte de una epidemia crónica y creciente de salud pública en Estados Unidos, que afecta a 32 millones de estadounidenses, entre ellos 5,6 millones de niños menores de 18 años.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informaron de que la prevalencia de las alergias aumentó aproximadamente un 50% entre 1997 y 2011.

Entre 1997 y 2008, la prevalencia de la alergia a los cacahuetes o a los frutos secos parece haberse más que triplicado entre los niños estadounidenses.

Las investigaciones han demostrado que las alergias alimentarias afectan negativamente a la salud física, provocan malestar emocional, suponen una carga económica y afectan negativamente a la calidad de vida, incluso en el caso de las personas que evitan la exposición a los alimentos desencadenantes.

Estudios anteriores revelaron que muchas personas con alergias alimentarias tienen alergias a varios alimentos, pero su distribución y expresión aún no se conocen bien.

Para descubrir las tasas y manifestaciones de las alergias a múltiples alimentos en Estados Unidos, los investigadores realizaron una encuesta representativa a nivel nacional de adultos y niños en hogares estadounidenses por teléfono y por vía electrónica entre octubre de 2015 y septiembre de 2016.

Analizaron las respuestas de 40.443 adultos y 38.408 niños que informaron sobre sus alergias y los síntomas físicos y psicológicos asociados.

Los síntomas se consideraban “convincentes” si la reacción más grave del encuestado aparecía en una estricta lista elaborada por un grupo de expertos.

Evaluaron la carga psicológica de vivir con alergias alimentarias utilizando una escala de 1 a 7 puntos.

Descubrieron que del 7,6% de niños que cumplían los criterios de alergias alimentarias convincentes, el 40% declaraba alergias a varios alimentos. Entre el 10,8% de los adultos que cumplían los criterios, el 48% declararon alergias a varios alimentos.

A medida que aumentaba el número de alergias alimentarias, también lo hacían las visitas a urgencias relacionadas con las alergias alimentarias, las reacciones alérgicas graves, la carga psicosocial y el uso de epinefrina.

Los investigadores también identificaron cuatro tipos latentes de alergias a múltiples alimentos: alérgicos con predominio de leche/huevo, con predominio de marisco, con predominio de cacahuetes/nueces y alérgicos a múltiples alimentos en general.

Los resultados del estudio subrayan la importancia de garantizar que los pacientes que sospechan que padecen una o más alergias alimentarias se sometan sin demora a las pruebas adecuadas para confirmar o descartar cada alergia, según Warren.

Warren añadió:

“Es muy frecuente que los pacientes se ‘autodiagnostiquen’ sus alergias alimentarias y, en muchos casos, no son realmente alérgicos al alimento.

“Dado el mayor impacto adverso en la calidad de vida que experimentan los pacientes que evitan un mayor número de alérgenos alimentarios, es esencial que los pacientes no estén evitando innecesariamente alimentos a los que no son alérgicos – más aún porque el consumo regular de alimentos comúnmente alergénicos es probablemente una forma importante de evitar desarrollar una verdadera alergia a esos alimentos en el futuro.”

Alergias alimentarias y vacunas: ¿Cuál es la relación?

En un reciente episodio de la actualización semanal de la VSRF (siglas en inglés de “Vaccine Safety Research Foundation”, Fundación para la Investigación de la Seguridad de las Vacunas), Robert F. Kennedy Jr. presidente y principal abogado litigante de “Children’s Health Defense” (CHD), y el fundador de la VSRF, Steve Kirsch, analizaron la relación entre la explosión de las alergias alimentarias en las últimas cinco décadas y la vacunación infantil.

Según Kennedy en 1968, la tasa de enfermedades crónicas en EE.UU. era del 6% entre los niños. En 1986 había aumentado al 11,8% y en 2006 al 54%. Eso significa que más de la mitad de los niños estadounidenses padecen enfermedades neurológicas (TDAH, autismo, etc.), obesidad, enfermedades autoinmunes y enfermedades alérgicas.

“Todo esto apareció en forma de epidemia de repente en 1989”, dijo Kennedy. Estas enfermedades crónicas ya existían antes, pero las cifras empezaron a dispararse en 1989.

Como fundador de la Iniciativa sobre Alergias Alimentarias, ahora Red de Investigación y Educación sobre Alergias Alimentarias, que recaudó más de 200 millones de dólares para la investigación sobre alergias, Kennedy explicó que la mayor parte de la investigación se centraba en tratar las alergias en lugar de comprender sus causas.

Estos tratamientos, dijo, se desarrollan induciendo alergias en ratas de laboratorio. Los investigadores inyectan a las ratas adyuvantes de aluminio de la vacuna contra la hepatitis, junto con la proteína del alérgeno concreto que se está estudiando.

El aluminio “no sólo produce alergia a los materiales que contiene la vacuna, sino también a los que se encuentran en el ambiente”, explicó Kennedy. “Así que si te pones esa vacuna cuando está polinizando la hierba timotea, ahora puedes tener una alergia de por vida a la hierba timotea”.

Una investigación reciente realizada por el doctor Brian S. Hooker, director científico de CHD, ha revelado que los niños totalmente vacunados tienen 4,31 veces más probabilidades de sufrir alergias graves (que requieran una inyección de epinefrina) que los no vacunados.

Los hallazgos de Hooker confirmaron la investigación de Anthony Mawson, doctor en salud pública, epidemiólogo y profesor de la Universidad Estatal de Jackson, que mostró un aumento de 3,9 veces en las alergias registradas entre los niños vacunados frente a los no vacunados.

Según Kennedy hay cientos de estudios con resultados similares. “Creamos una generación entera con todas estas alergias al administrarles estas primeras vacunas”.

Los efectos secundarios de las vacunas no se limitan a las alergias, añadió Kennedy:

“Cada una de esas enfermedades que les he mencionado figuran como efectos secundarios de las vacunas en los prospectos de los fabricantes de las 72 dosis de vacunas que ahora son obligatorias para nuestros hijos.

“Hay 405 efectos secundarios enumerados en total en todas esas vacunas. Son una lista de todas las enfermedades que se volvieron epidémicas después de 1989. ¿Cree usted que es una coincidencia?”