La Asociación de Médicos y Cirujanos Americanos (‘Association of American Physicians and Surgeons’, AAPS por sus siglas en inglés) pide a las facultades y universidades de Estados Unidos que permitan a los estudiantes asistir a clases presenciales sin exigirles que se vacunen contra el COVID.

En una carta abierta, la AAPS enumeró 15 razones por las que las universidades deberían reconsiderar los mandatos de vacunación.

“Aunque, a primera vista, esta decisión política puede parecer prudente, obliga a los estudiantes a asumir un riesgo innecesario y desconocido y es, en el fondo, contraria al principio médico fundamental del consentimiento informado”, decía la carta.

Según su página web, la AAPS es una asociación profesional no partidista de médicos de todo tipo de consultas y especialidades de todo el país. La organización se fundó en 1943 para preservar “la santidad de la relación médico-paciente y la práctica de la medicina privada.”

Como informó ‘The Defender’ la semana pasada, más de 100 universidades de todo el país exigirán a los estudiantes que se vacunen para asistir en persona, aunque la mayoría permitirá exenciones médicas y religiosas.

‘Children’s Health Defense’ proporciona esta carta que los estudiantes pueden enviar a las universidades explicando que, según la ley federal, las vacunas con Autorización de Uso de Emergencia no pueden ser obligatorias.

Lea la carta abierta de la AAPS:

Estimados decanos, juntas de gobierno y administradores:

En nombre de la Asociación de Médicos y Cirujanos Americanos, les escribo para pedirle que reconsidere su nueva normativa que obliga a la vacunación contra COVID-19 a todos los estudiantes antes de regresar al campus.

Las instituciones de enseñanza superior están divididas en esta cuestión. Aunque, a primera vista, la medida puede parecer prudente, obliga a los estudiantes a soportar un riesgo innecesario y desconocido y es, en el fondo, contraria al principio médico fundamental del consentimiento informado.

Hay múltiples razones para dar marcha atrás en su normativa. Les pido que consideren lo siguiente:

  1. Los adultos jóvenes son un grupo sano e inmunológicamente competente y vibrante que presenta un “riesgo extraordinariamente bajo de morbilidad y mortalidad por COVID-19″.
  2. Sin embargo, los estudiantes universitarios ya están sometidos a una importante presión en materia de salud mental debido a los temores de la COVID-19, las circunstancias, los problemas de aprendizaje a distancia y la imposición de restricciones por la política sanitaria del gobierno.
  3. Aunque la FDA concedió la Autorización de Uso de Emergencia (‘Emergency Use Authorization’, EUA por sus siglas en inglés) para tres vacunas COVID-19, éstas no están aprobadas por la FDA para tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad en este momento. Los ensayos clínicos continuarán durante al menos dos años antes de que la FDA pueda siquiera considerar la aprobación de estas vacunas como eficaces y seguras.
  4. Las vacunas COVID-19 comercializadas en EE.UU., de ARNm (Moderna y Pfizer) y de ADN (Johnson & Johnson – Janssen), han provocado notables efectos secundarios, patologías e incluso la muerte (>2300 muertes según VAERS a 20 de abril).> Estas reacciones adversas provocan ausencias escolares y laborales, visitas al hospital e incluso la pérdida de la vida.
  5. Las mujeres en edad universitaria pueden correr un riesgo único de sufrir acontecimientos adversos tras la administración de las vacunas experimentales COVID actualmente disponibles. Según los CDC, todos los casos de coágulos sanguíneos potencialmente mortales, posteriores a la recepción de la vacuna de J&J, notificados hasta ahora en Estados Unidos, se produjeron en mujeres jóvenes. La gran mayoría de los casos de anafilaxia también se han producido en mujeres. Además, “las mujeres informan de que tienen ciclos menstruales irregulares después de recibir la vacuna contra el coronavirus“, y se han notificado 95 abortos espontáneos al Sistema de Notificación de Efectos Adversos de las Vacunas (‘Vaccine Adverse Effects Reporting System’, VAERS por sus siglas en inglés) de Estados Unidos tras la vacunación contra el COVID hasta el 24 de abril de 2021.
  6. Los datos de investigaciones recientes demuestran que la proteína de pico, presente en el virus SARS-CoV-2 y el mecanismo de acción primario inducido de las vacunas COVID-19, son la causa principal de la enfermedad, la dolencia, la hospitalización y la muerte.
  7. Los estudiantes que han tenido casos autolimitados de COVID-19 ya poseen anticuerpos, células B activadas y células T activadas (detectables mediante pruebas de laboratorio). Esta inmunidad duradera y a largo plazo no sólo les impediría contraer el COVID-19 de forma recurrente, sino que también representaría una inmunidad de rebaño que puede proteger a otras personas de la comunidad universitaria.
  8. Los estudiantes convalecientes de COVID-19 pueden verse perjudicados por la normativa de la universidad que exige las vacunas de COVID-19. Ya tienen una amplia inmunidad y es probable que se vean perjudicados por una confrontación forzada con la proteína de pico inducida por la vacuna COVID-19, que provoca reacciones autoinmunes que conducen a la enfermedad y a la posible muerte.
  9. Los estudiantes y sus familias pueden creer justificadamente que estas políticas discriminan a las personas que no son candidatas a esta vacuna, que tienen enfermedades preexistentes, que han padecido la enfermedad COVID-19, que alegan objeciones religiosas o que ejercen su libre albedrío para no participar en este experimento de vacunación opcional. Remítase al código de Nuremberg de la Segunda Guerra Mundial, que exige a los individuos, “poder ejercer el libre poder de elección, sin la intervención de ningún elemento de fuerza…”
  10. Las políticas institucionales que permiten al profesorado elegir o rechazar la vacunación, pero que no permiten a los estudiantes las mismas opciones, plantean problemas constitucionales de igualdad de protección.
  11. La ADA (siglas en inglés de ‘Americans with Disabilities Act’), Ley de Estadounidenses con Discapacidades, exige que se realicen “ajustes razonables” en función de la situación de salud de cada persona. Esto incluye el rechazo de una intervención de vacuna experimental que puede agravar problemas de salud conocidos y, por tanto, causar daños.
  12. Las facultades y universidades deben considerar si pueden ser responsables de los daños, los malos resultados de salud y la pérdida de vidas debido a las normativas de vacunación obligatoria de COVID-19.
  13. “Los casos positivos”, definidos únicamente por las pruebas de laboratorio, pueden ser errores de pruebas falsas positivas o una infección asintomática que no se ha demostrado clínicamente que propague la enfermedad.
  14. El tratamiento ambulatorio precoz de la infección por SARS-CoV-2 / COVID-19 ha demostrado su eficacia en adultos.
  15. El consentimiento informado es la norma a seguir para todas las intervenciones médicas. La hoja informativa de la FDA para el profesional sanitario dice: “El receptor o su cuidador tiene la opción de aceptar o rechazar la vacuna (Pfizer-BioNTech)”.

Por favor, revoquen su decisión de imponer las vacunas experimentales COVID-19 antes de que más estudiantes resulten perjudicados y hagan que las vacunas sean legítimamente opcionales. Tanto los estudiantes no vacunados como los vacunados deben tener permiso para acceder al campus. Gracias por su tiempo y atención. Le agradeceríamos que nos respondiera lo antes posible y nos gustaría seguir hablando con usted y con otros dirigentes de su institución.

Sinceramente:

Paul M. Kempen, Doctor en Medicina, Doctor en Filosofía. – Presidente de la AAPS (2021)