En los últimos meses, la vacunación contra el COVID-19 en los Estados Unidos se ha “ralentizado“, ya que una población cada vez más desconfiada dice “no gracias” a las vacunas primarias y a las dosis de refuerzo.

Aun así, los organismos de salud pública de Estados Unidos siguen autorizando, aprobando y recomendando las vacunas COVID-19, incluso para los bebés.

El martes, los asesores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés) -quizás creyendo que pueden revertir la ralentización de la “aceptación de las vacunas” y sin admitir los estragos causados por las vacunas de Pfizer/BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson (J&J)- recomendaron por unanimidad la “Vacuna Novavax COVID-19, adyuvada“.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) concedió la semana pasada a Novavax la Autorización de Uso de Emergencia (“Emergency Use Authorization”, EUA por sus siglas en inglés) para su vacuna COVID-19, destinada a adultos de 18 años en adelante.

Ya en 2020, la Operación “Warp Speed” adjudicó a Novavax -otra empresa que, como Moderna, nunca había sacado un producto al mercado antes de COVID-19- un contrato secreto por valor de 1.600 millones de dólares (que ahora se ha informado que son 1.800 millones).

Fue una de las mayores dádivas de los contribuyentes canalizadas a través de la Operación “Warp Speed”.

El argumento de venta de los serviciales medios de comunicación es que la inyección de Novavax es un “cambio de juego” en comparación con las inyecciones de terapia génica con ARNm y adenovirus, y debería ser “tranquilizador para aquellos que tienen dudas”.

De hecho, según los asesores de los CDC, los no vacunados representan el “grupo diana prioritario de Novavax”.

Para atraer aún más a los no vacunados, los titulares utilizan la afirmación engañosa de que el pinchazo EUA de Novavax (que utiliza tecnología de nanopartículas recombinantes basada en células de polilla, el problemático surfactante polisorbato 80 y un adyuvante nanoparticulado nunca antes aprobado que se llama Matrix-M) está “libre de efectos secundarios”.

Sin embargo, al día siguiente de la autorización de Novavax por parte de la FDA, la Agencia Europea del Medicamento (“European Medicines Agency”, EMA por sus siglas en inglés) hizo su propio comunicado, afirmando que actualizaba la información del producto para la inyección de Novavax COVID-19 para revelar “nuevos” efectos secundarios.

La lista de efectos secundarios de la EMA incluía “una reacción alérgica grave [anafilaxia] y una sensibilidad inusual o disminuida en la piel” (denominadas parestesia e hipoestesia, respectivamente).

Además, la EMA dijo que está evaluando la miocarditis y la pericarditis como efectos secundarios de Novavax, señales de seguridad que también aparecían en el documento informativo de la FDA.

Y en los ensayos clínicos, adultos de edad avanzada a los que inyectaron la vacuna Novavax experimentaron una mayor incidencia de hipertensión en comparación con los del grupo placebo.

En resumen, como informó la semana pasada y el mes pasado “The Defender”, las pruebas contradicen las actitudes hacia Novavax que minimizan la asociación de su vacuna con problemas cardíacos y otros efectos secundarios.

Al parecer, los incondicionales que se han tragado el mensaje sesgado de Novavax no saben nada de los posibles riesgos cardíacos y sugieren alegremente en los comentarios en línea que antes prefieren esos extraños problemas de la piel a los problemas cardíacos que se asocian con otras vacunas COVID-19.

Adyuvantes: “no los use si puede”.

Los adyuvantes, a veces denominados “el pequeño y sucio secreto de los inmunólogos”, son componentes de al menos el 80% de todas las vacunas. Se supone que “estimulan y aumentan la magnitud y la durabilidad de la respuesta inmunitaria“.

Otras acciones adicionales de los adyuvantes incluyen modificar o ampliar la respuesta inmunitaria en determinados grupos de edad (como los bebés y los adultos de edad avanzada) que tienden a no responder a las vacunas con la intensidad que desearían los fabricantes de vacunas, y aumentar la captación del antígeno de la vacuna por parte del organismo y proteger el antígeno “de la degradación y la eliminación”.

Menos a menudo se admite la sórdida asociación entre las propiedades tenaces e “inmunoestimulantes” de los adyuvantes y los efectos adversos sistémicos, como la neurotoxicidad, los “enigmáticos” problemas autoinmunes (denominados “síndrome autoinmune/inflamatorio inducido por los adyuvantes” o “ASIA” por el experto israelí en autoinmunidad Yehuda Shoenfeld), la narcolepsia, la infertilidad y otros efectos impredecibles.

Por estas razones, el Dr. Martin Friede -científico principal de la Iniciativa para la Investigación de Vacunas (“Initiative for Vaccine Research”) de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- comentó con franqueza a otros conocedores de las vacunas a nivel mundial a finales de 2019: “No añadimos adyuvantes a las vacunas porque queramos hacerlo”, sino por necesidad.

Friede añadió:

“La primera lección es que, al fabricar la vacuna, si puede evitar el uso de un adyuvante, hágalo. La segunda lección es que, si va a utilizar un adyuvante, use uno que tenga un historial de seguridad. Y la tercera lección es, si no va a hacerlo, piénselo muy bien”.

En detrimento de estas aparentes apelaciones a la seguridad, Friede ha pasado a hacer propaganda de la vacuna COVID-19 de Pfizer y de la tecnología de las vacunas de ARNm en general.

Nanopartículas multiplicadas por dos

Durante muchas décadas, los adyuvantes a base de aluminio eran la única opción que existía.

Sin embargo, con el florecimiento de la nanotecnología y el estímulo de patrocinadores como los Institutos Nacionales de la Salud, los fabricantes cambiaron el rumbo hacia una nueva generación de adyuvantes nanotecnológicos “novedosos” diseñados no sólo para amplificar las respuestas a las vacunas sino también para servir de sistemas portadores que distribuyen la carga útil de la vacuna a “células clave del sistema inmunitario”.

La abundante evidencia de la toxicidad de las nanopartículas queda generalmente sin mencionar en el bombo que rodea a estos adyuvantes de nueva generación basados en nanopartículas.

Mucho antes de que aparecieran las vacunas COVID-19, los investigadores advirtieron de la capacidad de los nanomateriales de “atravesar las membranas biológicas y acceder a células, tejidos y órganos” -como el cerebro, el corazón, el hígado, los riñones, el bazo, la médula ósea y el sistema nervioso- “a los que partículas de mayor tamaño normalmente no pueden acceder”.

También advirtieron que, en las células, “los nanomateriales pueden ser absorbidos por las mitocondrias y el núcleo de las células”, con la posibilidad de que se produzcan mutaciones en el ADN, daños estructurales en las mitocondrias y la muerte celular.

Además, los investigadores identificaron amplios impactos biotóxicos de las nanopartículas en el sistema cardiovascular, que incluyen “daño y disfunción cardíaca, disfunción vascular, anormalidades en la CE [célula epitelial], aterosclerosis, angiogénesis anormal, activación de las plaquetas, coagulación de la sangre y trombosis”.

No obstante, en los estudios previos a la COVID-19 con vacunas experimentales que contenían Matrix-M de Novavax, los investigadores se mostraron entusiasmados con la acción “significativa” y “potente” del adyuvante basado en nanopartículas, incluidas sus fuertes “propiedades inmunoestimuladoras” incluso sin ningún antígeno que lo acompañe.

Y, en lo que respecta a las nanopartículas, la vacuna COVID-19 de Novavax ofrece en realidad un efecto doblemente adverso, al combinar Matrix-M con nanopartículas de proteína de espiga o pico modificadas genéticamente.

Como lo explica Novavax (por alguna razón poniendo la palabra “adyuvante” entre comillas), “La proteína de espiga o pico es la ‘señal’, pero… queremos que su sistema inmunológico escuche esa señal fuerte y clara [y] ese refuerzo de la señal viene de nuestro ‘adyuvante’ Matrix-M”.

Fosfolípidos y autoinmunidad

A diferencia de los “sistemas portadores” de nanopartículas lipídicas de las inyecciones de Pfizer y Moderna COVID-19, el adyuvante “inmunoestimulante” Matrix-M incluye dos tipos de moléculas de grasa -colesterol y fosfolípidos- agrupadas con saponinas de tipo detergente.

En la biología humana, los fosfolípidos son esenciales para el buen funcionamiento de las membranas celulares. Pero en el laboratorio de vacunas, también se consideran “componentes esenciales de las vacunas avanzadas”.

La industria farmacéutica no tiene en cuenta el hecho de que se estima que hasta el 5% de los individuos sanos albergan anticuerpos antifosfolípidos, producidos en una respuesta autoinmune “errónea”.

Los investigadores han relacionado los autoanticuerpos con el riesgo de padecer el síndrome antifosfolípido (SAF), un trastorno autoinmune caracterizado por la formación recurrente de coágulos de sangre, así como con complicaciones obstétricas como la pérdida del feto, el retraso en el crecimiento fetal y otras.

Aunque los investigadores afirman estar desconcertados en cuanto a la razón por la que algunas personas desarrollan el SAF, los estudios han observado la aparición del SAF y de otras afecciones autoinmunes tras ser inyectadas numerosas vacunas, incluidas las del tétanos, la gripe, el virus del papiloma humano (VPH) y, ahora, la COVID-19.

En un estudio publicado en agosto de 2021, los autores sugirieron que en las personas con anticuerpos antifosfolípidos preexistentes, tanto el ARNm como las inyecciones de COVID vectorizadas por adenovirus -y presumiblemente otros tipos como la inyección de Novavax- podrían funcionar plausiblemente como “la gota que colma el vaso”, desencadenando una “activación aberrante de la vía de la coagulación”.

Los reumatólogos también informan de un aumento en los trastornos de coagulación de la sangre, incluido el SAF.

¿Morderán el anzuelo los ciudadanos no vacunados?

En 2005, la EMA reflexionó sobre el hecho de que, aunque los nuevos adyuvantes solían tener problemas para obtener la aprobación debido a problemas de seguridad como “la toxicidad aguda y la posibilidad de efectos secundarios retardados… un mayor nivel de toxicidad puede ser aceptable si el beneficio de la vacuna es sustancial”.

En un estudio de 2017, los investigadores que estudian Matrix-M señalaron con aprobación que la “rápida activación” del sistema inmunológico “es muy deseable en los adyuvantes utilizados para la vacunación de emergencia.”

Con su autorización de la vacuna COVID-19 mejorada de Novavax, la FDA parece haber respaldado ambos puntos de vista.

Fuera de Estados Unidos, el potente adyuvante de Novavax también se está probando en niños de la nación africana de Burkina Faso, donde casi uno de cada diez desafortunados niños pequeños que recibieron una vacuna experimental contra la malaria que contenía Matrix-M abandonó o se “perdió la posibilidad de hacer el seguimiento” antes o justo después de la tercera dosis.

Aunque reconocen sólo siete efectos adversos graves, los investigadores concluyeron: “Ninguno… se atribuyó a la vacuna”.

¿Acaso Novavax se toma en serio su producto?

En un comentario publicado en “Yahoo!Finance”, una persona que se inscribió en los ensayos clínicos de Novavax y luego, tras investigar a la empresa no probada, decidió retirarse, señaló que el médico que dirigía el ensayo le respondió: “Oh, pues claro, está bien. Quieres esperar para ponerte una de las vacunas de verdad”.

En otro signo de la actitud corporativa displicente de Novavax, las etiquetas de los viales de la vacuna COVID-19 no contendrán información sobre las fechas de caducidad, lo que obligará a los proveedores de atención sanitaria a utilizar una “herramienta de comprobación de la fecha de caducidad en línea”, que los asesores de los CDC reconocen que podría ser tanto engorroso como una fuente de “confusión”.

El diccionario Merriam-Webster define una “nova” como “una estrella que aumenta súbitamente su producción de luz de forma tremenda y luego se desvanece hasta su anterior oscuridad en unos pocos meses o años”.

¿Diremos lo mismo de la inyección de “Nova”-vax dentro de unos meses o años?