Durante 24 duros meses de confinamientos, enmascaramientos, mandatos y segregación, los medios de comunicación del ‘establishment’ intentan hacer pasar por “involuntarias” las graves consecuencias, a menudo mortales, de esas medidas políticas, ya sean las lesiones por vacunas, la devastación económica, el aumento de los suicidios infantiles o el incremento de bebés y niños pequeños que necesitan logopedia.

La forma más enérgica de crítica que parecen ser capaces de plantear los medios de comunicación es decir a los responsables políticos que pidan disculpas por “equivocarse durante el COVID”.

Desde el principio, “Children’s Health Defense” y otras voces independientes denunciaron enérgicamente el programa sub rosa o secreto del gobierno como un esfuerzo deliberado y multisectorial encabezado por banqueros centrales y tecnócratas multimillonarios para atrapar al mundo en una red de control global, es decir, la esclavitud digital de hoy en día.

Visto desde este punto de vista, los “alucinantes acontecimientos separados” de los dos últimos años “se alinean como movimientos secuenciales en un tablero de ajedrez mundial”.

Las retrictivas medidas políticas frente a la COVID y las extrañas maniobras de los bancos centrales no fueron un accidente, sino las herramientas de un desmantelamiento económico planificado de los segmentos más vibrantes e independientes de la economía, en particular el pequeño “comercio minorista, arte y entretenimiento, servicios personales, servicios de alimentación y empresas de hostelería” que, junto con otros sectores de la pequeña empresa, han “impulsado mayormente la mayor parte de la actividad económica a lo largo de nuestra historia conocida”.

El desmantelamiento, que equivale a lo que organizaciones como Oxfam llamaron “violencia económica“, permitió la “mayor transferencia de activos de la historia“.

Incluso antes de este estrago económico intencionado, los habitantes más ricos del mundo desarrollado vivían al menos entre 10 y 15 años más que los más pobres del mundo.

Cuando en diciembre de 2020 se añadieron las inyecciones experimentales a la mezcla de intervenciones de COVID, el desmantelamiento comenzó a tomar dimensiones aún más truculentas.

El ex inversor de “BlackRock”, Edward Dowd, hablando sobre el fraude de gran alcance realizado con las vacunas y supuestamente perpetrado por Pfizer, actuando en connivencia con la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, ha afirmado que:

“Creo que este es el mayor delito que se ha cometido porque la mayoría de los fraudes en los que he participado son fraudes financieros en los que se pierde dinero; esto ha matado y lisiado a gente”.

El 1 de marzo, poco después de que un miembro del consejo de administración de la compañía de seguros alemana BKK ProVita expresara su alarma pública por la generalización de los asesinatos y las lesiones -señalando que la agencia federal de salud de Alemania notificaba las lesiones causadas por la vacuna COVID 10 veces por debajo de las reales-, ese consejero fue despedido sumariamente.

El destacado médico Dr. Vladimir Zelenko, que abrió un camino esperanzador con su económico y exitoso protocolo de tratamiento COVID, caracterizó sin rodeos los pinchazos tóxicos como instrumentos de ” asesinato y genocidio premeditados en primer grado”.

Palabras y gestos vacíos

Últimamente, los responsables políticos parecen haber decidido que es el momento de derramar algunas lágrimas de cocodrilo, y también el momento de hacer el alarde de poner una pausa en algunas restricciones COVID.

Por ejemplo, consideremos las recientes declaraciones de la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés). Walensky dijo que las autoridades sanitarias “tuvieron quizás demasiada poca precaución y demasiado optimismo” sobre las vacunas COVID.

Para los que prestan atención, no cabe duda de que estas palabras y gestos tienen menos que ver con un giro político de 180 grados que con un escaparate y una distracción, así como quizás una jugada inteligente para “socavar” el impulso de la caravana popular, “People’s Convoy”, que actualmente exige el fin de todas las medidas de emergencia.

Como advirtió Jon Rappoport, “aunque algunos gobiernos… están levantando las restricciones y los mandatos del COVID, debemos recordar que siguen teniendo el poder de volver a imponer esas medidas a la primera de cambio, por cualquier razón que se les ocurra.”

La clave de los dos últimos años, aclaró Rappoport, es que las acciones de COVID de los gobiernos fueron decisiones políticas convenientes -diseñadas para “avanzar en la tiranía”- y no tuvieron “nada que ver con la investigación científica o la moral”.

Las recientes acciones de la ciudad de Nueva York ejemplifican la duplicidad de los retrocesos de las medidas políticas y la constante marcha entre bastidores de la agenda de control. Recuerde que los funcionarios de la ciudad pasaron voluntariamente dos años destripando los restaurantes famosos, otros pequeños negocios y las instituciones culturales de la ciudad.

Ahora, mientras se anuncia una relajación de las restricciones por un lado, el nuevo alcalde despidió a casi 1.500 trabajadores municipales no vacunados, sigue insistiendo en continuar enmascarando a los niños de 3 y 4 años (desafiando objeciones parentales generalizadas) y está aconsejando a los negocios que “aún pueden optar por exigir una prueba de vacunación”.

Maryland es otra jurisdicción que ha sido indiferente a la angustia causada por sus medidas políticas, ignorando, por ejemplo, la advertencia de un importante grupo comercial de que las caprichosas restricciones de los políticos -promovidas como protección del “bienestar”– supondrían el cierre permanentemente de cuatro de cada diez restaurantes del estado.

En la mayor ciudad del estado, el gobierno de Baltimore está reabriendo repentinamente algunos servicios gubernamentales y levantando los edictos de enmascaramiento. Sin embargo, al mismo tiempo, el prominente “Baltimore Sun” está haciendo sonar el tambor de los mandatos de la vacuna conjunta para la COVID y la gripe.

En un elogio apenas velado de la coerción y la segregación, “The Baltimore Sun” argumentó que “los empleadores y los municipios pueden ciertamente exigir la vacunación contra la gripe para poder realizar ciertas actividades.”

La hipocresía política también está viva en el ámbito internacional. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) emite parámetros para “flexibilizar cuidadosamente las normas” -parámetros tan estrechos que carecen de sentido-, Italia y China (los dos países que sentaron el precedente mundial de los confinamientos) están multando a las personas que rechazan las intervenciones obligatorias o negándoles la entrada a lugares de trabajo, restaurantes, tiendas, bancos y oficinas de correos.

Pasaportes de vacunación e identidades digitales: a toda velocidad

Como señaló Kit Knightly, de “Off-Guardian”, el 1 de marzo, “puede que Covid esté muriendo, pero los pasaportes vacunación siguen muy vivos”.

A finales de febrero, Knightly también señaló que la OMS, ominosamente, está trabajando en un “tratado internacional sobre prevención y preparación para pandemias” que otorgaría a la organización sanitaria mundial la autoridad para reemplazar la soberanía nacional en la gestión de futuras pandemias y desafíos sanitarios.

En una serie de cinco partes, Corey Lynn, de “Corey’s Digs,” esbozó muchas implicaciones perturbadoras de la presión por los pasaportes de vacunación. Falsamente comercializados como una “comodidad”, los “pasaportes” acabarán abarcando mucho más que los registros de vacunación:

“Desde la educación hasta los registros de salud, las finanzas, las cuentas, los viajes, la información de contacto y más, todo estará vinculado a su código QR, junto con la biometría y las huellas dactilares, y luego se almacenará en la Blockchain”.

El objetivo a largo plazo, dijo Lynn, es lograr “el poder y el control total”, hasta el nivel individual, del gasto, los impuestos, la educación, el transporte, la alimentación, las comunicaciones y la atención sanitaria, entre otros ámbitos.

Tal y como lo ve la escritora Cherie Zaslawsky, los globalistas “buscan esclavizar a la humanidad en todo el mundo en su utopía totalitaria largamente soñada. Eso es una utopía para ellos -como clase dominante dueña del mundo y de todo lo que hay en él- y una distopía para Nosotros, el Pueblo”.

El comentario de Knightly del 1 de marzo llamó la atención de los lectores sobre las tarjetas sanitarias SMART – “un pasaporte federal de vacunación encubierto”- que se han implantado hasta ahora en casi la mitad del país, incluso en estados rojos que anteriormente habían prohibido de boquilla los pasaportes de vacunación.

Supervisadas por la Iniciativa de Credenciales de Vacunación (“Vaccine Credential Initiative”,VCI por sus siglas en inglés), las tarjetas sanitarias SMART pretenden “emitir, compartir y validar registros de vacunación vinculados a una identidad individual“, así como almacenar “otros datos médicos vitales”.

Un artículo publicado a finales de febrero en Forbes se jactaba de que más de 200 millones de estadounidenses ya pueden “descargar, imprimir o almacenar sus registros de vacunación en forma de código QR”.

La VCI fue creada por la Corporación MITRE (una empresa derivada del MIT), financiada con fondos federales, que recibe unos 2.000 millones de dólares al año de los contribuyentes estadounidenses para desarrollar tecnología de vigilancia avanzada, entre otros dudosos objetivos de seguridad nacional.

MITRE recibió un contrato de 16,3 millones de dólares de los CDC “para ayudar a construir un plan de juego eficiente para el país durante la crisis sanitaria”, y también encabezó los esfuerzos del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos para “coordinar” las respuestas entre los alcaldes y gobernadores de la nación.

Entre los miembros de la coalición público-privada de VCI se encuentran “Amazon Web Services”, Microsoft, Oracle, Salesforce, la Clínica Mayo y los gobiernos de los estados de California y Nueva York, así como “otros pesos pesados de la salud y la tecnología “. Otras organizaciones contribuyen a la iniciativa como “agregadores de datos” y “proveedores de IT (información tecnológica) sanitaria”.

Como miembro del círculo interno de la VCI, el Estado de Nueva York ha estado a la vanguardia en la creación de una infraestructura de identidad digital destinada a ser interoperable (capaz de intercambiar o ensamblar datos) “en todo Estados Unidos y en el extranjero”.

La normativa de “identidad digital” de Nueva York, convenientemente actualizada en julio de 2020, estipula que los ciudadanos, las empresas y los empleados del gobierno que realicen negocios en línea con el estado deben pasar por un proceso de “verificación de identidad” que podría implicar la autenticación a través de una “tarjeta inteligente” o “biometría.”

Rechacen la tiranía totalitaria

Casi inmediatamente después de que las vacunas de COVID comenzaran a distribuirse, el Dr. Mike Yeadon, que en su momento fue jefe científico y vicepresidente de Pfizer, comenzó a protestar contra la presión para vacunar a los niños.

Yeadon también denunció los pasaportes vacunación, describiendo las aplicaciones como un vehículo astuto para implantar un “apartheid médico ilegal” y una tiranía totalitaria.

En una charla más reciente, Yeadon hizo hincapié en que la interoperabilidad global de los códigos QR se traducirá en un seguimiento 24 horas al día, 7 días a la semana de cada persona “en ese momento, en ese lugar, hasta el nivel individual”.

Para inculcar al público los peligros de permitir que se imponga un sistema de pasaporte vacunal, Yeadon describió lo que significaría convertirse en una “persona que está fuera”:”

“Un ejemplo: Tu VaxPass emite un ping, indicándote que acudas a tu tercera, cuarta o quinta vacuna de refuerzo o variante. Si no lo haces, tu VaxPass caducará y te convertirás en una persona que está fuera, sin poder acceder a tu propia vida”.

Afortunadamente, la descarnada visión de los globalistas es cada vez más evidente para muchos miembros de la población, que están llegando a comprender, como dijo Ron Paul, que “los políticos autoritarios siempre mentirán al pueblo para proteger y aumentar su propio poder.”

Los principales medios de comunicación también han empezado a preocuparse abiertamente de que “los padres tienen una larga memoria cuando se trata de cómo se ha tratado a sus hijos”.

Y, aunque no lo parezca, las decisiones gubernamentales “SE VEN afectadas por lo que hacen o dejan de hacer los ciudadanos”, dijo Rappoport, argumentando que no es momento de “aflojar la presión”.

La conclusión en esta coyuntura crítica es sencilla: en lugar de dejarse llevar por la complacencia (o la distracción) por la última propaganda, diga simplemente que no y no obedezca.

No uses una máscara. No te hagas la prueba. No aceptes los pinchazos tóxicos. Y no descargues ningún código QR ni ninguna otra herramienta (por muy “cómoda” que sea) que permita la construcción de la tiranía digital.