A los pocos meses de la pandemia de COVID-19 -y casi dos años antes de que las autoridades sanitarias mundiales advirtieran de una crisis de escasez de alimentos-, la Fundación Rockefeller publicó un informe en el que se predecía la crisis y se ofrecían soluciones, entre las que se incluían “el cambio a la inscripción en línea, la compra de alimentos en línea”.

En un informe publicado el 28 de julio de 2020, “Reset the Table: Meeting the Moment to Transform the U.S. Food System” (“Resetear la mesa: Aprovechando el momento para transformar el sistema alimentario de EE.UU.”), la fundación describió “una crisis de hambre y nutrición… como ninguna otra que haya visto este país en generaciones.”

Los autores echaron la culpa de la crisis a la COVID-19.

El informe concluía que la crisis tendría que abordarse no a base de reforzar la seguridad alimentaria de los más vulnerables, sino renovando todo el sistema alimentario y la cadena de suministro asociada; en otras palabras, nos haría falta “resetear la mesa”.

La Fundación Rockefeller pidió este “reseteo” del sistema alimentario menos de dos meses después de que el Foro Económico Mundial (FEM), el 3 de junio de 2020, revelara su visión del “Gran Reseteo“.

Algunos de los colaboradores del informe de la Fundación Rockefeller son miembros del FEM; algunos de ellos, junto con otros partidarios de “resetear la mesa”, también tienen vínculos con entidades que impulsan los pasaportes de vacunación y los sistemas de identificación digital.

Fundación Rockefeller: es necesario “cambiar las medidas políticas, las prácticas y las normas”

El FEM describe a la Fundación Rockefeller como una organización filantrópica “impulsada por la ciencia” que “busca inspirar y fomentar un impacto humano a gran escala que promueva el bienestar de la humanidad en todo el mundo” y que “haga avanzar las nuevas fronteras de la ciencia, los datos, la política y la innovación para resolver los desafíos globales relacionados con la salud, la alimentación, el poder y la movilidad económica.”

En el prólogo de su informe “Resetear la mesa” de 2020, el presidente de la fundación, el Dr. Rajiv J. Shah, antiguo administrador de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (“Agency for International Development”, USAID por sus siglas en inglés), afirma:

“Estados Unidos se enfrenta a una crisis de hambre y nutrición como no ha visto este país en generaciones.

“En muchos sentidos, Covid-19 ha hecho hervir los problemas que desde hace tiempo aquejan al sistema alimentario de Estados Unidos. Lo que comenzó como una crisis de salud pública alimentó una crisis económica, dejando al 33% de las familias incapaces de permitirse la cantidad o calidad de alimentos que desean.

“El cierre de escuelas pone a 30 millones de estudiantes en riesgo de perder las comidas que necesitan para aprender y crecer sanos”.

El informe no explicaba cómo la Fundación Rockefeller pudo saber de esta crisis alimentaria apenas unos meses después de que la pandemia se instalara, sobre todo porque el informe afirma que se elaboró a partir de “debates por videoconferencia en mayo y junio de 2020”.

El informe tampoco ofrece ninguna información sobre el papel que desempeñaron las medidas de lucha contra la pandemia, como los confinamientos, que la fundación defendió junto con el FEM, en la contribución a la crisis alimentaria.

En su informe, la Fundación Rockefeller propone una serie de soluciones, derivadas de “diálogos con más de 100 expertos y profesionales”.

Una de las recomendaciones pide que se deje de “centrar la atención en la maximización de los beneficios para los accionistas” y se pase a “un sistema más equitativo centrado en los beneficios justos para todas las partes interesadas, construyendo una prosperidad más equitativa en toda la cadena de suministro”.

Esto puede parecer una buena idea, hasta que uno considera que “las partes interesadas” en este caso se refiere al “capitalismo de las partes interesadas” – un concepto promovido con intensidad por las mismas grandes corporaciones que han sido beneficiarias del sistema capitalista de los accionistas.

El FEM también promueve intensamente el “capitalismo de las partes interesadas”, definiéndolo como “una forma de capitalismo en la que las empresas buscan la creación de valor a largo plazo teniendo en cuenta las necesidades de todas sus partes interesadas, y de la sociedad en general”.

Para contextualizar, el fascismo económico, personificado por los regímenes de la Alemania nazi y la Italia fascista, englobaba las “asociaciones” ordenadas por el gobierno entre las empresas, el gobierno y los sindicatos, organizadas por un sistema de “cámaras económicas” regionales, y una filosofía en la que “el bien común está por encima del bien privado”.

Por supuesto, no se deja claro cómo se determinan las “necesidades [de] la sociedad en general”, ni quién las determina.

El informe de la Fundación Rockefeller declara: “El éxito requerirá numerosos cambios en las medidas políticas, prácticas y normas”.

¿Qué implica ese “éxito”? El informe menciona tres objetivos principales:

  • Recogida de datos y digitalización: El informe aboga por “cambios en la inscripción en línea, la compra de alimentos en línea, la compra directa de la granja al consumidor, la telemedicina, las teleconsultas, así como [el acceso a la banda ancha que es esencial para] educación, finanzas y empleo”.

El informe describe la falta de acceso universal a la banda ancha en este contexto como “una brecha fundamental de resiliencia y equidad”.

  • “Partes interesadas” que trabajan juntas con el objetivo de formar un “movimiento de defensa colaborativo”.
  • “Cambios en las medidas políticas, prácticas y normas”, que según el informe serían “numerosos”.

Estos objetivos, revestidos de un lenguaje “inclusivo”, se describen además en el informe como beneficiosos para la salud humana, garantizando “dietas sanas y protectoras” que “permitirán a los estadounidenses mejorar su salud y reducir los asfixiantes costes sanitarios de nuestra nación”.

El informe llega a describirlo como un “legado” de COVID-19, e incluso predice que los médicos “recetarán” productos a los pacientes.

Según el informe:

“Uno de los legados de Covid-19 debe ser que fue el momento en el que los estadounidenses se dieron cuenta de la necesidad de tratar los alimentos nutritivos como parte del cuidado de la salud, tanto por su papel en la prevención como en el tratamiento de las enfermedades.

“Al integrar los alimentos saludables en el sistema de atención sanitaria, los médicos podrían recetar productos con la misma facilidad que los productos farmacéuticos y reducir la utilización de los costosos servicios sanitarios que a menudo son necesarios debido a la inseguridad nutricional.”

Pero como señaló el Dr. Joseph Mercola, a pesar de este supuesto énfasis en los alimentos sanos y nutritivos, las palabras “orgánico”, “natural” y “alimentado con pasto” no aparecen en el informe.

Lo que sí aparece es la frase “proteínas alternativas”, en este caso referida a las proteínas derivadas del consumo de insectos, otro concepto promovido por el FEM.

En 2021, por ejemplo, el FEM publicó un informe titulado “Why we need to give insects the role they deserve in our food systems” (“Por qué debemos dar a los insectos el papel que merecen en nuestros sistemas alimentarios”), sugiriendo que “la cría de insectos para la alimentación humana y animal podría ofrecer una solución ecológica a la inminente crisis alimentaria”.

Una vez más, se pronostica una “crisis alimentaria inminente”, lo que puede llevar a algunos a preguntarse cómo entidades como la Fundación Rockefeller y el FEM sabían siquiera lo que se avecinaba.

Como dice Mercola:

“La COVID fue declarada pandemia el 11 de marzo de 2020, por lo que en el momento en que se publicó este informe Rockefeller, la pandemia sólo había existido durante cuatro meses, y si bien ciertos grupos de alto riesgo experimentaron inseguridad alimentaria, como los niños cuya comida principal es un almuerzo escolar, la escasez generalizada de alimentos, en términos de estantes vacíos, no era ampliamente prevalente ni particularmente grave en los Estados Unidos.

“Parece que nada escapa a las mentes proféticas de los autoproclamados diseñadores del futuro. Prevén con exactitud las “catástrofes naturales” y predicen los “actos de Dios” fortuitos. Lo saben todo antes de que ocurra.

“Quizá sean realmente profetas. O, tal vez, simplemente están describiendo los resultados inevitables de sus propias acciones”.

Mercola sugiere que estas crisis son inevitables porque forman parte de “un plan intencionado” llevado a cabo por justamente esos mismos agentes.

Las sorprendentes “predicciones” de la Fundación Rockefeller sobre futuras crisis, y sus vínculos con las grandes empresas tecnológicas, “Big Tech”, y las grandes farmacéuticas, “Big Pharma”

Para dar crédito a la opinión de Mercola, y tal como se informó recientemente en “The Defender”, la Fundación Rockefeller, el FEM y otras entidades han predicho con precisión un número notable de crisis que luego se produjeron.

Por ejemplo, el Evento 201, celebrado en octubre de 2019 y coorganizado por la Fundación Rockefeller, “predijo” con precisión el brote mundial de un coronavirus.

Del mismo modo, la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear (“Nuclear Threat Initiative”, NTI por sus siglas en inglés), que coorganizó un “simulacro teórico” que predijo en marzo de 2021 el brote mundial de viruela del mono, proponiendo una fecha de inicio imaginaria de mayo de 2022, ha recibido 1,25 millones de dólares en subvenciones de la Fundación Rockefeller desde enero de 2021.

A su vez, el otro coorganizador del “simulacro teórico” de la viruela del mono, la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebró en mayo de 2022 una mesa redonda con la Fundación Rockefeller sobre “Cooperación transatlántica en materia de seguridad alimentaria”.

Entre las sugerencias que se desprenden de esta mesa redonda figura la de “centrarse en la transformación del sistema alimentario mundial y hacerlo más resistente a futuras perturbaciones, con medidas adoptadas ahora y a largo plazo”.

La Fundación Rockefeller también es socia y miembro del consejo de administración y donante de “GAVI: The Vaccine Alliance”, junto con el FEM, la Fundación Bill y Melinda Gates y la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, que acogió el evento 201.

Como ya informó “The Defender”, la Alianza GAVI proclama su misión de “salvar vidas y proteger la salud de las personas”, y afirma que “ayuda a vacunar a casi la mitad de los niños del mundo contra enfermedades infecciosas mortales y debilitantes”.

GAVI es también un socio principal de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La Alianza GAVI -y la Fundación Rockefeller- también colaboran estrechamente con la Alianza ID2020. Fundada en 2016, ID2020 afirma abogar a favor de “enfoques éticos y de protección de la privacidad en la identificación digital”, y añade que “hacer una identificación digital correcta significa proteger las libertades civiles.”

Como ya informó “The Defender”, entre los socios fundadores de ID2020 se encuentran la Fundación Rockefeller, GAVI, UNICEF, Microsoft, la Fundación Bill y Melinda Gates y el Banco Mundial, mientras que entre los socios generales de ID2020 se encuentran Facebook y Mastercard.

Durante los dos últimos años, la Fundación Rockefeller y entidades como ID2020 y el FEM han estado estrechamente implicadas en el impulso de los “pasaportes de vacunación” digitales.

Por ejemplo, el 9 de julio de 2020, el Proyecto Commons, fundado a su vez por la Fundación Rockefeller, lanzó “un esfuerzo global para construir una forma segura y verificable para que los viajeros compartan su estatus de COVID-19”, es decir, un pasaporte de vacunación.

El Proyecto Commons también estuvo detrás del desarrollo del “CommonPass”, otra iniciativa de pasaporte de vacunación, desarrollada conjuntamente con el FEM.

A su vez, el “Good Health Pass” fue lanzado por ID2020, como parte de una colaboración entre Mastercard, la Cámara de Comercio Internacional y el WEF. Fue respaldada por el asediado ex primer ministro británico Tony Blair, ahora presidente ejecutivo del Instituto Tony Blair para el Cambio Global (“Tony Blair Institute for Global Change”).

Otros miembros de la “Good Health Pass Collaborative” son Accenture, Deloitte e IBM, que desarrolló el sistema de pasaporte de vacunación “Excelsior Pass” de Nueva York.

La Fundación Rockefeller, junto con la Fundación Bill y Melinda Gates, también financió un documento publicado por la OMS el 27 de agosto de 2021 titulado “Documentación digital de los certificados COVID-19: Estatus de vacunación” (“Digital documentation of COVID-19 certificates: Vaccination status.”).

El documento se describe como sigue:

“Este es un documento de orientación para países y socios de implementación referente a los requisitos técnicos para el desarrollo de sistemas de información digital para la emisión de certificados digitales interoperables basados en estándares para el estado de vacunación COVID-19, y las consideraciones para la implementación de dichos sistemas, con el fin de la continuidad de la atención, y la prueba de vacunación.”

Y en otra “predicción” notablemente premonitoria, la Fundación Rockefeller publicó en 2010 un informe – “Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional” (“Scenarios for the Future of Technology and International Development”)- que presentaba cuatro escenarios futuros.

Uno de estos escenarios hipotéticos era “Lock Step” (“Rígido”), descrito como “un mundo de control gubernamental más estricto y de liderazgo más autoritario, con una innovación limitada y un creciente rechazo por parte de los ciudadanos”.

La descripción de este escenario “Lock Step” continúa diciendo:

“La innovación tecnológica en ‘Lock Step’ está impulsada en gran medida por el gobierno y se centra en cuestiones de seguridad nacional y salud y seguridad.

“La mayoría de las mejoras tecnológicas son creadas por y para los países desarrollados, moldeadas por el doble deseo de los gobiernos de controlar y vigilar a sus ciudadanos”.

Este escenario también preveía un envasado de alimentos “más inteligente”:

“Tras los sustos de las pandemias, los envases más inteligentes para alimentos y bebidas son utilizados primero por las grandes empresas y los productores en un entorno empresarial, y luego se adoptan para los productos individuales y los consumidores”.

Además, el escenario “Lock Step” predijo notablemente que a China se le daría mejor que a la mayoría de los países en una hipotética pandemia, debido a las medidas de mano dura que aplicaría:

“Sin embargo, a algunos países les fue mejor, en particular a China.

“La rápida imposición y aplicación por parte del gobierno chino de la cuarentena obligatoria para todos los ciudadanos, así como su sellado instantáneo y casi hermético de todas las fronteras, salvó millones de vidas, deteniendo la propagación del virus mucho antes que en otros países y permitiendo una recuperación pospandémica más rápida.”

La participación de la Fundación Rockefeller en la salud pública no es nueva.

Desde hace más de un siglo, la fundación ha promovido con intensidad la “medicina científica” y ha formalizado la práctica médica basada en el modelo europeo a escala mundial, en detrimento de la homeopatía y otros remedios tradicionales y naturales.

Las actividades “filantrópicas” de la fundación han sido calificadas de “colonialismo de facto en países como China y Filipinas”.

Además, la fundación contribuyó a dar origen a las primeras entidades de salud pública mundial, la Comisión Internacional de Salud (1913-16) y el Consejo Internacional de Salud (1916-1927).

También ayudó a financiar los primeros programas de salud pública en universidades como Harvard y Johns Hopkins, que hoy alberga la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg.