Al parecer, consternado por las sólidas ventas de mi bestseller, “The Real Anthony Fauci“, el presentador de la CNN Jake Tapper -en lugar de hacer una crítica de la obra- utilizó su Twitter para desatar un aluvión de insultos ad hominem contra mí.

Rompiendo con las restricciones tradicionales de la neutralidad periodística, el decoro profesional y el rigor intelectual, me tildó de “peligroso”, “amenaza”, “mentiroso”, “estafador”, fraude, “desquiciado” y más.

Pero las difamaciones de Tapper se quedan colgando por el aire sin fundamentos ni citas. Si soy un mentiroso, entonces ¿cuál es mi mentira? Si soy un estafador, ¿cuál es mi beneficio o ventaja personal? Si soy un fraude, ¿dónde está mi declaración inexacta?

Reconozco que soy una amenaza peligrosa, pero sólo para la industria farmacéutica, sus tecnócratas cautivos y sus aduladores mediáticos.

Cuando respondí a sus calumnias con un respetuoso tuit en el que le invitaba a debatir conmigo, Tapper se negó, explicando que no debatiría con un “teórico de la conspiración”. Característicamente, se descuidó de citar cualquier teoría de la conspiración que cree que yo haya promovido.

¿Y es creíble tacharme de teórico de la conspiración indigno de debate? Después de todo, soy fundador y ex presidente del mayor grupo de protección del agua del mundo, y fundador y actual presidente de uno de los mayores grupos de defensa de la salud infantil.

He ganado cientos de pleitos con éxito, incluyendo victorias históricas contra Monsanto, DuPont, Exxon, Smithfield Foods y los principales contaminadores de las industrias química, del carbón, farmacéutica y agrícola. (Muchos de ellos también me tacharon inicialmente de “teórico de la conspiración”).

Mi libro actual, “The Real Anthony Fauci“, puede ser el volumen con más notas a pie de página que haya encabezado las listas mundiales de los más vendidos durante seis semanas consecutivas. Con 500.000 ejemplares vendidos, ha recibido la friolera de 5.500 críticas de más de cinco estrellas (92%).

A pesar de la extrema hostilidad hacia este volumen por parte de los principales medios de comunicación y el cártel médico, nadie ha identificado todavía una inexactitud factual en sus 250.000 palabras.

Si mi libro son teorías de la conspiración sin fundamento, ¿no debería el Sr. Tapper agradecer la oportunidad de corregirme con hechos o argumentos que vayan más allá de los insultos?

Permítame, entonces, ofrecer mi propia teoría para la apoplejía del Sr. Tapper.

Muchas personas hacen tratos fáusticos a lo largo de su vida, cambiando la integridad personal por ventajas materiales. A menudo la metamorfosis se produce como una erosión gradual de la fibra moral. A veces ocurre en un instante; un hombre se encuentra en una encrucijada moral y elige el lado oscuro.

Resulta que tenía un asiento en primera fila cuando Jake Tapper tuvo su momento de crisis moral. Supongo que su feroz vitriolo hacia mí es una reacción a su vergüenza por haber sido testigo del instante en que el Sr. Tapper eligió su carrera profesional por encima del carácter.

En julio de 2005, Jake Tapper era el productor principal de ABC cuando la cadena le ordenó que sacara un largo reportaje sobre la conferencia secreta de 2000 en Simpsonwood realizada por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (“Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés).

Estos son los antecedentes:

En 1999, en respuesta a la explosión de las epidemias de autismo y otros trastornos neurológicos, los CDC decidieron estudiar su amplia base de datos, “Vaccine Safety Datalink” -el registro médico y de vacunación de millones de estadounidenses, archivado por las principales sociedades de seguros de salud, HMO- para saber si la dramática escalada del calendario de vacunas, que comenzó en 1989, era la culpable. El epidemiólogo interno de los CDC, Thomas Verstraeten, dirigió el esfuerzo.

Los datos iniciales de Verstraeten sugerían que las vacunas contra la hepatitis B que contenían mercurio -administradas durante el primer mes de vida- estaban asociadas a una amplia gama de lesiones neurológicas, incluido un dramático aumento del 1.135% del riesgo de autismo entre los niños vacunados.

Los hallazgos de Verstraeten llevaron a los CDC a “DEFCON 1”, (nivel de alerta militar para “respuesta inmediata” a amenazas o ataques). Los máximos responsables de la agencia en materia de vacunas convocaron a 52 líderes de la industria farmacéutica, a los principales vacunólogos del mundo académico y de la Academia Americana de Pediatría (AAP), y a los reguladores de salud pública de los Institutos Nacionales de Salud, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA), los CDC, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea del Medicamento a una reunión secreta de dos días en el remoto centro de retiros de Simpsonwood, en Norcross, Georgia, para elaborar una estrategia sobre cómo ocultar al público estas terribles revelaciones.

En 2005, obtuve las explosivas transcripciones de esta reunión y estaba a punto de publicar extractos en la revista “Rolling Stone” (Deadly Immunity, 18 de julio de 2005). Esas grabaciones, irónicamente, retrataron a estos principales capos del cártel de las vacunas llegando al borde de su propio límite moral, y relataron su colapso en la corrupción a lo largo de dos repugnantes días de debate.

La mayoría de estas personas eran médicos y funcionarios reguladores que habían dedicado su vida a la salud pública por idealismo y profunda preocupación por los niños. Los datos de Verstraeten les enfrentaron al hecho de que los niveles de mercurio acumulados en todas esas nuevas vacunas que habían recomendado habían sobredosificado a una generación de niños estadounidenses con concentraciones de mercurio más de cien veces superiores a las exposiciones que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos consideraba seguras.

Al recomendar una amplia batería de nuevas vacunas para los niños, los reguladores de la salud pública se olvidaron de calcular la carga acumulada de mercurio y aluminio al administrar todas esas nuevas vacunas.

El Dr. Peter Patriarca,entonces director de la Oficina de Investigación y Revisión de Vacunas de la FDA, expresó el sentimiento general de horror cuando preguntó por qué nadie había calculado la exposición acumulada al mercurio para los niños según los responsables políticos iban añadiendo esta cascada de nuevas vacunas al calendario infantil: “La conversión del porcentaje de timerosal a microgramos reales de mercurio implica álgebra de noveno grado. ¿Por qué tardó tanto la FDA en hacer los cálculos?”.

En los tensos días previos al cónclave de Simpsonwood, la Dra. Ruth Etzel, defensora de la salud infantil, miembro de la EPA, suplicó a sus colegas líderes de la salud pública que admitieran públicamente que habían cometido un terrible error al envenenar inadvertidamente a los niños estadounidenses, y que repararan el daño.

La Dra. Etzel instó a la AAP y a los organismos reguladores del gobierno a manejar la crisis con la misma honestidad y remordimiento público que Johnson & Johnson había demostrado al descubrir sustancias químicas tóxicas en sus formulaciones de Tylenol:

“Debemos seguir tres reglas básicas: (1) actuar rápidamente para informar a los pediatras de que los productos tienen más mercurio de lo que pensábamos; (2) ser abiertos con los consumidores sobre por qué no lo detectamos antes; (3) mostrar contrición. Si el público pierde la fe en las recomendaciones de los Servicios de Salud Pública, la batalla de la inmunización se tambalea. Para mantener la fe, debemos ser abiertos y honestos y avanzar rápidamente para sustituir estos productos”.

Enfrentados a las pruebas científicas de su papel en la calamidad de las enfermedades crónicas, la cábala hizo exactamente lo contrario. Las escandalosas transcripciones de Simpsonwood muestran al Dr. Patriarca y a los demás mandamases de la sanidad pública advirtiéndose mutuamente de sus responsabilidades en materia de reputación, su vulnerabilidad ante los litigios de los abogados de los demandantes y los posibles daños al programa de vacunas.

El Dr. Patriarca advirtió que la divulgación pública de los hallazgos explosivos de los CDC haría que los estadounidenses sintieran que la FDA, los CDC y los responsables de la política de vacunas habían estado “dormidos en la guardia” durante décadas al permitir que el timerosal permaneciera en las vacunas infantiles.

Durante dos días de intensas discusiones, estos agentes de las grandes farmacéuticas, “Big Pharma”, y los tecnócratas del gobierno se persuadieron mutuamente para transformar su desastroso error en villanía, redoblando la apuesta y ocultando su error al público.

Tapper vio un primer borrador de mi artículo para la revista “Rolling Stone” y me propuso que, a cambio de la exclusividad, haría un programa de acompañamiento para la compañía de noticias ABC que se emitiría el día que apareciese la publicación de la revista.

Tapper pasó varias semanas trabajando en el reportaje conmigo y con un equipo de entusiastas reporteros y técnicos de ABC. En las frecuentes conversaciones que mantuvo conmigo durante ese periodo, se mostró indignado por las revelaciones de Simpsonwood. Actuó como un periodista que espera ganar un premio Emmy.

El día anterior a la emisión del programa, un exasperado Tapper me llamó para decirme que los responsables de la empresa ABC le habían ordenado que retirara el artículo. Las empresas farmacéuticas amenazaron a la cadena con cancelar su publicidad.

“La empresa nos dijo que echáramos el cierre”, dijo Tapper enfurecido. Tapper me dijo que era la primera vez en su carrera que los responsables de la ABC le ordenaban matar una historia.

La ABC había anunciado el reportaje para exponer la información comprometida de Simpsonwood, y su repentina cancelación decepcionó a un ejército de defensores de la seguridad de las vacunas y a los padres de niños lesionados, los cuales inundaron la cadena con una vorágine de correos electrónicos furiosos.

En respuesta, ABC cambió de rumbo y se comprometió públicamente a emitir el reportaje. En su lugar, tras un retraso de una semana, la cadena emitió de forma engañosa un programa de promoción de las vacunas montado a toda prisa y en el que se aseguraba a los oyentes que las vacunas cargadas de mercurio eran seguras.

El nuevo segmento fue un ejemplo del viejo truco de “ofrecer una cosa y dar otra” y seguía precisamente los argumentos de las farmacéuticas. “Confío en el Instituto de Medicina”, declaró para terminar el obsequioso editor médico de la ABC, el doctor Tim Johnson. Dos anuncios farmacéuticos acompañaban la historia.

Después de la emisión de ese reportaje, llamé a Jake para quejarme. Ni respondió ni devolvió mis llamadas.

Durante los 16 años transcurridos, Pharma ha devuelto el favor al Sr. Tapper promoviendo agresivamente su carrera profesional. Pfizer patrocina descaradamente el programa de noticias de Tapper en la CNN, anunciando su propiedad del espacio -y la servidumbre del Sr. Tapper- antes de cada episodio con la cargada frase: “Programa que le trae Pfizer“.

Según los términos aparentes de ese patrocinio, la CNN y Tapper proporcionan a Pfizer una plataforma para comercializar sus productos y permiten a la empresa farmacéutica -un delincuente en serie– dictar el contenido de la CNN.

Este acuerdo ha transformado el programa “The Lead with Jake Tapper” de la CNN en un vehículo de propaganda para la industria farmacéutica y ha reducido efectivamente al Sr. Tapper al papel de representante de medicamentos, promoviendo descaradamente la pornografía del miedo, la confusión y la fobia a los gérmenes, y guiando a su audiencia hacia los productos farmacéuticos de alto rendimiento.

El principal impulso de Tapper durante la pandemia ha sido promover niveles de terror público suficientes para proteger todas las mentiras oficiales contra el pensamiento crítico.

Todo ese dinero de la industria farmacéutica requiere, naturalmente, que el Sr. Tapper se incline ante el Dr. Fauci, y el servilismo del presentador de la CNN ha contribuido a convertir el programa de Tapper en el púlpito del director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (“National Institute of Allergy and Infectious Diseases”, NIAID por sus siglas en inglés).

Es un lugar seguro para que el Dr. Fauci devuelva con facilidad todas las bolas blandas que Jake le lanza.

“La competencia en hacer la pelota a la CNN es bastante nauseabunda”, observó la periodista de investigación Celia Farber, que ha escrito una crónica de la mala gestión del Dr. Fauci en el NIAID durante más de 25 años. “Es ruinoso tanto para la democracia como para la salud pública”.

Otro periodista ha comparado el mortificante servilismo hacia el Dr. Fauci que Tapper despliega en pantalla con la adulación de un canino leal y obediente. “Es como un perro viendo una partida de ajedrez”, dice el ex reportero de “The New York Times” Alex Berenson. “Tanta intensidad y tan poca comprensión”.

Tapper ha pasado dos años sin hacer al Dr. Fauci una sola pregunta difícil. Ha encubierto la implicación de Fauci con Wuhan, ha suprimido las noticias sobre las lesiones causadas por las vacunas, ha desacreditado a las personas dañadas y ha defendido toda la ortodoxia oficial sobre las mascarillas, los confinamientos, el distanciamiento social, las vacunas, el remdesivir, la ivermectina y la hidroxicloroquina.

Nunca ha preguntado por los costes sanitarios, mentales y económicos del confinamiento, por las cargas desproporcionadas sobre las minorías que suponen las medidas políticas del Dr. Fauci, así como para la clase trabajadora y los pobres del mundo.

Nunca ha pedido al Dr. Fauci que explique por qué los países y estados que rechazaron la prescripción del Dr. Fauci han experimentado sistemáticamente resultados sanitarios mucho mejores. Por ejemplo, ¿por qué las tasas de mortalidad de Estados Unidos son 1.000 veces superiores a las de países africanos como Nigeria y estados de la India que utilizan ampliamente la hidroxicloroquina y la ivermectina? El Sr. Tapper simplemente nunca permite opiniones contrarias en su programa.

Sigue ensalzando las vacunas COVID como una tecnología milagrosa que los individuos pueden tomar cuatro veces y aún así contraer y propagar la enfermedad.

“Nunca llama la atención al Dr. Fauci sobre sus vacilantes dictámenes sin fundamento científico”, dijo Farber. “El Dr. Fauci parece ser capaz de paralizar en el cerebro de Tapper las habilidades de mostrar curiosidad “.

Lo que Tapper tiene que preguntarle al Dr. Fauci es por qué, bajo su dirección, Estados Unidos ha sufrido el mayor número de bajas del mundo. Con el 4,2% de la población mundial, nuestra nación sufrió el 15% de las muertes por COVID.

En vez de hacer eso, funciona como sumo sacerdote de toda ortodoxia oficial, trabajando para deificar al Dr. Fauci y ungir con infalibilidad papal todos sus absurdos, vacilantes y contradictorios dictámenes. La forma segura de ganarse la indignación de Tapper es criticar al Dr. Fauci.

He aquí algunos ejemplos de los descarados engaños del Sr. Tapper:

El 2 de febrero de 2021, Tapper “desacreditó” las afirmaciones de que el gran jugador de béisbol Hank Aaron podría haber muerto por una inyección de COVID. El rey del jonrón se sometió a una conferencia de prensa organizada por los CDC 17 días antes. Tapper aseguró a su audiencia que el forense del condado de Fulton había determinado que Aaron había muerto por “causas naturales”.

Cuando el forense del condado de Fulton negó haber visto el cuerpo de Aaron, y mucho menos haber realizado una autopsia, Tapper se negó a corregir su historia.

En agosto de 2021, Tapper dio al Dr. Fauci una plataforma para difundir el rumor de que los ilusos estadounidenses se estaban envenenando con una “medicina para caballos” llamada ivermectina.

En una entrevista del 29 de agosto de 2021el Dr. Fauci le dijo a Tapper: “No hay evidencia alguna de que eso funcione, y potencialmente podría tener toxicidad… con personas que han ido a los centros de control de intoxicaciones porque han tomado el medicamento en una dosis ridícula y terminan enfermando. No hay evidencia clínica que indique que esto funciona”.

Tapper nunca corrigió al Dr. Fauci. Nunca señaló que para entonces había 70 estudios revisados por pares que demostraban la eficacia milagrosa de la ivermectina contra el COVID.

No puso en duda la caracterización del Dr. Fauci de la ivermectina como un medicamento para caballos al señalar que el fármaco había ganado tanto un premio Nobel como la inclusión en la lista de la OMS como “medicamento esencial” por su milagrosa eficacia contra las enfermedades humanas, y que la gente ha consumido miles de millones de dosis sin que se hayan encontrado señales de seguridad significativas.

El Sr. Tapper nunca pensó en preguntar al Dr. Fauci si estaba tratando de desalentar el uso de un medicamento barato y eficaz que podría competir con sus vacunas experimentales.

En cambio, Tapper repitió abyectamente como un loro los argumentos del Dr. Fauci: “Los centros de control de envenenamiento están informando que sus llamadas se están disparando en lugares como Mississippi y Oklahoma, porque algunos estadounidenses están tratando de usar un medicamento antiparasitario para caballos llamado ivermectina para tratar el coronavirus, para evitar contraer el coronavirus.”

A Tapper no le importó que tanto los funcionarios de Mississippi como de Oklahoma negaran rápidamente que alguien en su estado hubiera sido hospitalizado por intoxicación con ivermectina. Tapper nunca corrigió su historia falsa.

El 14 de septiembre de 2021, Tapper dio al Dr. Fauci una plataforma para discutir la preocupación de la rapera Nicki Minaj de que las vacunas COVID puedan afectar a la fertilidad. El Dr. Fauci simplemente declaró: “La respuesta a eso, Jake, es un no rotundo”.

Como es habitual, Tapper no pidió al Dr. Fauci que citara algún estudio que apoyara esta afirmación. Nunca le señaló al Dr. Fauci que todos los fabricantes de la vacuna COVID reconocen que sus productos no se someten a pruebas para comprobar sus efectos sobre la fertilidad, o que los datos recientes han mostrado un aumento dramático de los abortos espontáneos y la preeclampsia en las mujeres vacunadas.

Sin embargo, basándose únicamente en la palabra del Dr. Fauci, la CNN se apresuró a difamar y desacreditar a la rapera y a asegurar al público que Minaj estaba equivocada. El Dr. Fauci, después de todo, ¡había hablado!

Es fácil ver cómo dos años de tal deferencia servil envalentonaron al Dr. Fauci en noviembre de 2021 para declarar que “yo represento a la ciencia”.

Hay demasiados otros ejemplos de la promoción acrítica de las falsedades del gobierno y de las farmacéuticas por parte de Tapper como para resumirlos. No son mentiras inofensivas. Cada una de ellas tiene consecuencias potencialmente desastrosas para la salud pública.

El término “proyección psicológica” describe la asombrosa precisión con la que cierto tipo de personas aplica a los demás los mismos insultos peyorativos que describen con mayor precisión sus propios defectos.

Cuando el Sr. Tapper me llama “desquiciado”, “amenaza para la salud pública”, “fraude”, “mentiroso”, ¿es víctima de la proyección?

Las funciones críticas del periodismo en una democracia son decir la verdad al poder, exponer implacablemente la corrupción oficial y mantener siempre una postura de escepticismo hacia el gobierno y los centros de poder corporativos.

Lo que hace Jake Tapper es lo contrario del periodismo. Tapper, en vez de eso, se alinea con el poder y se convierte en propagandista de las narrativas oficiales y en publicista servil de las élites poderosas y los tecnócratas del gobierno.

No es de extrañar su furia contra los que desafían sus narrativas.