Los críticos llevan tiempo cuestionando por qué los Institutos Nacionales de Salud (NIH) financian los experimentos del profesor de la Universidad de Carolina del Norte de Chapel Hill (UNC) Ralph Baric para desarrollar una técnica que permita ocultar las pruebas de manipulación humana en los supervirus creados en laboratorio.

Con la ayuda de unos 220,5 millones de dólares en fondos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), Baric desarrolló una técnica llamada “ligadura sin costuras” (“seamless ligation”), que presumía de poder ocultar perfectamente toda evidencia de manipulación humana en los virus creados en el laboratorio. Baric apodó a su invento el método “no verles” (“no-see’m”).

Ahora, un nuevo estudio, “La huella de la endonucleasa indica un origen sintético del SARS-CoV2” (“Endonuclease fingerprint indicates a synthetic origin of SARS-CoV2”), publicado en el servidor de preimpresión bioRxiv, muestra que -al parecer, sin que Baric lo supiera- el truco de ocultación ligadura “sin costura” (“seamless ligation”) deja su propia firma, diminuta pero legible.

Lo más importante es que estos mismos investigadores han descubierto esa firma condenatoria en el genoma del virus que causa la COVID-19.

La técnica de Baric ha sido polémica durante mucho tiempo. “Es el artista que no firma su nombre en el cuadro; el virólogo que no pone su firma en el virus para que sepamos si surge o no de forma natural o si se produce en un laboratorio”, dijo Jeffrey Sachs,presidente de la Comisión COVID-19 de “The Lancet”,un grupo de trabajo que investigó los orígenes de COVID-19.

“Todo esto dice, Dios mío, que realmente había una gran y muy arriesgada agenda de investigación en marcha”.

Este mes, Sachs publicó los resultados de su investigación de 22 meses en “The Lancet”, incluyendo la perjudicial conclusión de que el COVID-19 fue probablemente generado en un laboratorio y que la tecnología probablemente provino de la ciencia financiada por los NIH.

Refiriéndose a la metodología de ligadura sin fisuras de Baric, el biólogo evolutivo Bret Weinstein observó:

“Es exactamente lo contrario de lo que harías si tu interés fuera la salud pública. Los científicos de la salud pública marcarían sus mejoras con banderas rojas, no idearían formas de ocultarlas. La única razón por la que querrías un ocultador es para avanzar en un propósito siniestro -como el desarrollo ilegal de armas biológicas- alguna travesura que el científico no quisiera que se pudiera rastrear hasta su laboratorio.”

Baric enseñó su método de “no verles” (“no-see’m”) a la “Dama de los Murciélagos”, Shi Zhengli, del Instituto de Virología de Wuhan (WIV) en 2016. A cambio, Baric recibió coronavirus chinos recogidos por Shi en murciélagos de la provincia de Yunnan. (Los científicos han vinculado el pedigrí del genoma COVID-19 a murciélagos estrechamente relacionados).

Posteriormente, Shi y sus colegas del Instituto Wuhan demostraron su dominio de la técnica de alto riesgo de Baric en una serie publicada de experimentos de ganancia de función -y muy polémicos – en el laboratorio de Wuhan. Para sus críticos ha sido aún más desconcertante que Baric, de nuevo con financiación del NIAID, eligiera compartir esta peligrosa técnica para convertir en armas a los patógenos con científicos chinos que tienen claros vínculos con el ejército chino.

Los expertos afirman que las implicaciones de este nuevo estudio podrían ser de gran alcance. Al señalar a Baric, el estudio plantea la posibilidad de una responsabilidad potencialmente devastadora para el NIAID y la Universidad de Carolina del Norte y otras instancias.

Los científicos, incluidos los cercanos al Dr. Anthony Fauci,han señalado repetidamente que el SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, tiene secuencias genómicas que parecen incompatibles con la evolución natural: El virus COVID-19 ya no es infeccioso en los murciélagos, y su característica de proteína de espiga -que es desconocida en esta familia de coronavirus- incluye numerosas mutaciones que lo hacen idealmente infeccioso en los humanos.

El pariente más cercano conocido del coronavirus -un coronavirus del laboratorio de Wuhan- es un 96,2% idéntico al SARS-CoV-2. Esta peculiar espiga o pico explica casi por completo la diferencia del 3,8%. Curiosamente, hay múltiples mutaciones novedosas en la espiga y casi ninguna en el resto del genoma.

Se espera que la evolución natural deje las mutaciones distribuidas uniformemente en el genoma. El hecho de que prácticamente todas las mutaciones se produzcan en la espiga llevó a estos científicos a sospechar que ese coronavirus concreto del laboratorio de Wuhan recogido por Shi Zhengli es el progenitor directo del SARS-CoV-2 y que su nueva espiga fue implantada mediante ingeniería.

Sin embargo, las huellas inconfundibles de la ingeniería de laboratorio estaban ausentes, lo que hace que muchos expertos se pregunten si la técnica de Baric se utilizó para ensamblar un nuevo coronavirus con la espiga de ingeniería, eliminando al mismo tiempo la evidencia de la generación en el laboratorio.

Este nuevo estudio conecta las migas de pan biológicas que vinculan la investigación financiada por el gobierno federal con una pandemia mundial. Ese rastro lleva directamente a la UNC y al NIAID.

Los autores del estudio -un equipo de investigadores de la Universidad de Duke, la Clínica Universitaria de Würzburg y un grupo de la industria- identificaron una firma característica en el código de aminoácidos. Ese artefacto indeleble sólo podía haber surgido de la metodología de “no verles” (“no-see’m”) de Baric.

En una entrevista realizada la primavera pasada, el propio Baric confesó que, cuando comenzó la pandemia, sólo dos o tres laboratorios en el mundo utilizaban su protocolo, incluidos su laboratorio de la UNC y el WIV.

Las conclusiones de los autores del estudio se basan en la presencia de sitios únicos en el virus COVID-19. Estos sitios permiten que unas enzimas especiales llamadas “enzimas de restricción” corten el ADN en bloques de construcción de tamaño único que luego pueden ser “cosidos en el orden correcto del genoma viral”, según los autores del estudio.

Esencialmente, la técnica de Baric deja atrás grafías únicas en el “vocabulario genético”. Las nuevas palabras incluyen “opciones ortográficas extrañas” que las distinguen sutilmente del típico vocabulario viral.

La magia de la técnica de “no verles” (“no-see’m”) de Baric consiste en tejer de forma invisible estos cambios “ortográficos” reveladores en la secuencia viral entre los genes relevantes sin alterar la proteína viral. Esto es como cambiar la “ortografía” de la palabra sin cambiar su significado; el oyente casual nunca notará la diferencia.

El equipo de investigación utilizó herramientas forenses para detectar minúsculas “diferencias ortográficas” en el genoma del SARS-CoV2 que delatan la manipulación en el laboratorio mediante la técnica de “no verles” (“no-see’m”).

Piensa en cómo escribiría un británico “color”, “maniobra” o “pediátrico”. La elección de deletrear una palabra de una manera determinada puede revelar su nación de origen. Asimismo, estos cambios casi imperceptibles en la secuencia viral delatan los orígenes de laboratorio de este virus.

Al compartir su técnica de ligadura sin fisuras con Shi Zhengli, Baric aseguró que el WIV poseía todos los elementos necesarios del proceso de montaje. La infame propuesta DEFUSE de “EcoHealth Alliance” describe las mismas técnicas en detalle. (presentada a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa, o (“Defense Advanced Research Projects Agency, or DARPA”) DARPA, en 2018).

El mundo tiene ahora una prueba positiva de que el SARS-CoV2 es una creación de laboratorio generada con tecnología desarrollada por Ralph Baric con financiación del gobierno estadounidense.

Los fiscales y los abogados privados que representan a los clientes perjudicados por la pandemia de COVID-19 tienen ahora un evidencia definitiva, “la pistola humeante”. La pistola apunta a la humanidad. Los científicos forenses han conseguido extraer las débiles pero precisas huellas dactilares de la empuñadura y el gatillo de la pistola letal. Esas huellas pertenecen al NIAID y a la Universidad de Carolina del Norte.

Baric es el científico de ganancia de función favorito de Fauci. La cascada de financiación del NIAID a Baric y su laboratorio de la UNC ha financiado 152 estudios que se acercan al cuarto de millón de dólares.

Esas subvenciones federales han convertido a Baric en el rey mundial de la ciencia de la ganancia de función. De acuerdo con la práctica habitual, es probable que la UNC se embolsara entre una cuarta parte y la mitad de las felicitaciones financieras de los NIH a Baric en concepto de “gastos administrativos”.

Estos monumentales pagos probablemente han incentivado a la UNC a hacer la vista gorda ante los temerarios experimentos de Baric y ante su polémica decisión de transferir sus peligrosas tecnologías a un laboratorio militar chino conocido por sus deficientes protocolos de seguridad y su chapucera construcción, en palabras de los investigadores del Congreso, menos segura que una “consulta de dentista”.

El papel de la UNC al permitir la conducta cuestionable puede haber precipitado una pandemia mundial que podría dar lugar fácilmente a la responsabilidad por negligencia.

La responsabilidad de la UNC y del NIAID está ahora clara. Pero, ¿tenemos pruebas positivas de que el laboratorio de Wuhan creó la monstruosidad que causó el COVID-19?

Las pruebas acumuladas sugieren claramente que el laboratorio de Wuhan utilizó las metodologías de Baric para crear el virus quimérico que causó la pandemia de COVID-19. Pero algunas piezas del rompecabezas que faltan todavía nos impiden demostrar definitivamente que este peligroso proyecto de construcción se produjo en el laboratorio de Wuhan. ¡Estén atentos!

Corrección: Se ha eliminado el último párrafo y se ha actualizado el titular para reflejar mejor las conclusiones del nuevo análisis.