El 16 de noviembre, el presidente de Children’s Health Defense, Robert F. Kennedy Jr. lanzará su nuevo libro: “The Real Anthony Fauci: Bill Gates, Big Pharma, and the Global War on Democracy and Public Health”.

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Como director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), el Dr. Anthony Fauci dispensa 6.100 millones de dólares anuales en fondos, utilizando dinero proporcionado por los contribuyentes, para la investigación científica.

La investigación que realicé para mi nuevo libro expone cómo los gigantescos desembolsos anuales de Fauci le permiten dictar el tema, el contenido y el resultado de la investigación científica realizada sobre el tema la salud que se realiza en todo el mundo.

Estos desembolsos anuales también permiten a Fauci ejercer un control dictatorial sobre el ejército de líderes del “conocimiento y la innovación” que pueblan los paneles federales “independientes” y que son los que aprueban y crean mandatos para medicamentos y vacunas, incluidos los comités que permitieron la autorización de uso de emergencia de las vacunas COVID-19.

Fauci utiliza el poder financiero que tiene a su disposición para ejercer una extraordinaria influencia sobre hospitales, universidades, revistas y miles de médicos y científicos influyentes, cuyas carreras e instituciones él tiene el poder de arruinar, promover o recompensar.

Estos son los mismos médicos que aparecen en los programas de noticias de las cadenas, son los que publican en las páginas de opinión de los medios de comunicación influyentes y elaboran y defienden las narrativas oficiales del cártel farmacéutico.

Sólo en contadas ocasiones realiza Fauci la misión tradicional del NIAID que es investigar las causas de la la explosión de las epidemias de enfermedades alérgicas y autoinmunes, lo que queda demostrado por el hecho de que, bajo su mandato, las enfermedades crónicas que el Congreso encargó al NIAID prevenir aumentaron del 1,8% que era su prevalencia entre los niños cuando Fauci llegó al NIAID en la década de los 1960, al 54% que observamos en la actualidad, si se tiene en cuenta la obesidad.

En lugar de abordar el aumento de las enfermedades crónicas, Fauci transformó el NIAID de ser un regulador de clase mundial a convertirse en una incubadora de productos para las grandes farmacéuticas, Big Pharma, desarrollando nuevos medicamentos y vacunas de los que él, su agencia y sus empleados a menudo comparten patentes y cobran derechos de autor o regalías.

Por ejemplo, Fauci y cuatro de sus adjuntos seleccionados a dedo compartirán con Moderna millones de dólares en derechos o regalías gracias a las ventas de la vacuna COVID de Moderna, que fue desarrollada conjuntamente por Moderna y el NIAID.

Fauci se ha convertido en el principal defensor de la “captura de la agencia”, lo cual supone la subversión de la democracia y de la salud pública por parte de la industria farmacéutica.

Como revela “The Real Anthony Fauci”, Fauci ha fracasado constantemente hacia arriba. Su legado es una nación que utiliza cada vez más productos farmacéuticos, que paga casi tres veces más por los medicamentos recetados que los habitantes de docenas de otros países y que tiene peores resultados sanitarios y una población más enferma que otras naciones ricas.

En la actualidad, los medicamentos con receta -muchos de ellos desarrollados por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) durante el mandato de Fauci en el NIAID de los NIH- son la tercera causa de muerte en Estados Unidos.

Mi libro también revela cómo Fauci y sus secuaces de la industria farmacéutica obtienen grandes beneficios de la enfermedad, pero no de la salud.

50 años operando como el “J. Edgar Hoover de la salud pública”.

Fauci ha sobrevivido medio siglo en su puesto gubernamental -es el J. Edgar Hoover de la sanidad pública- gracias a que se ha doblegado a los intereses farmacéuticos (y se ha beneficiado de ello).

Inició su carrera durante la primera crisis del SIDA al asociarse con empresas farmacéuticas para sabotear tratamientos terapéuticos para el SIDA que no estaban patentados yque eran seguros y eficaces.

Fauci orquestó estudios fraudulentos y luego presionó a los reguladores de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) para que aprobaran un tratamiento mortal de quimioterapia que él sabía que era inútil contra el SIDA.

La FDA consideró el AZT demasiado tóxico para el uso humano. Muchos investigadores sostienen hoy en día que el AZT mató a muchas más personas que el SIDA.

Gracias a la intervención corrupta de Fauci, el AZT, a 10.000 dólares por paciente y año, se convirtió en el medicamento comercial más caro de la historia, que hizo ganar miles de millones a GlaxoSmithKline.

Fauci repetidamente violó las leyes federales para permitir que sus socios de las grandes farmacéutidas, “Pharma”, utilizaran a niños empobrecidos y de piel oscura como conejillos de indias en experimentos mortales utilizando tratamientos de quimioterapia tóxicos contra el SIDA y el cáncer.

En 2005, el Congreso citó a su agencia por infringir sistemáticamente las leyes federales al realizar experimentos ilegales con huérfanos negros e hispanos en hogares de acogida de Nueva York y otros seis estados.

La larga lista de experimentos poco éticos y genocidas de Fauci con los africanos provocó caos y llevó tragedia a todo el continente, especialmente entre niños y madres embarazadas.

Cada una de las vacunas financiadas por Fauci y Bill Gates -polio, DPT, malaria, meningitis, tétanos y VIH- probablemente causaron muchas más lesiones y muertes en todo el mundo de las que evitaron.

La alianza cuidadosamente construida entre Pharma-Fauci-Gates

A principios de 2000, Fauci estrechó la mano de Gates en la biblioteca de su mansión de Seattle, de 147 millones de dólares, cimentando una asociación que tendría como objetivo el control de una empresa mundial de vacunas de 60.000 millones de dólares, cada vez más rentable y con un potencial de crecimiento ilimitado.

En 2009, Gates se presentó ante las Naciones Unidas y declaró la “Década de las Vacunas“. Se comprometió a destinar 10.000 millones de dólares a la construcción de una infraestructura normativa, política, mediática y de ladrillos con el objetivo de haber inoculado a toda la población mundial con múltiples vacunas para el año 2020.

A través de la financiación y las relaciones personales cuidadosamente cultivadas con los jefes de Estado y las principales instituciones de los medios de comunicación y las redes sociales, la alianza Pharma-Fauci-Gates ejerce su dominio sobre la política sanitaria mundial.

Gates y Fauci ejercen ahora una influencia de gran alcance y un poder sin precedentes para cerrar la economía mundial, abolir los derechos civiles y constitucionales, imponer la vigilancia del estado policial y diseñar el mayor desplazamiento de la riqueza mundial hacia arriba en la historia de la humanidad.

En mi libro, pongo al descubierto cómo Fauci, Gates y sus colaboradores:

  • inventaron y convirtieron en armas un desfile de pandemias mundiales fraudulentas, como la gripe aviar (2005), la gripe porcina (2009) y el Zika (2015-2016), con el fin de vender nuevas vacunas, enriquecer a sus socios farmacéuticos y aumentar el poder de los tecnócratas de la salud pública y el séquito de agencias internacionales de Gates.
  • utilizaron experimentos de “ganancia de función” para criar superbacterias pandémicas en laboratorios mal construidos y mal regulados en Wuhan, China, y en otros lugares, en condiciones que casi con seguridad garantizaban la fuga de microbios armamentísticos, en colaboración con el Pentágono, el ejército chino y una turbia camarilla de estafadores de armas biológicas.
  • hicieron una serie de predicciones clarividentes sobre la inminente pandemia de COVID-19, casi día a día. Su precisión adivinatoria asombró aún más a unos medios de comunicación aduladores, crédulos y científicamente analfabetos que tratan a Gates y Fauci como deidades religiosas, los aíslan de la crítica pública y vilipendian a sus escépticos como herejes y “teóricos de la conspiración“. Los medios de comunicación adúlteros de la corriente principal instigaron la conspiración de Fauci para encubrir los orígenes de COVID en el laboratorio de Wuhan.
  • se asociaron con tecnócratas del gobierno, planificadores militares y de inteligencia, y funcionarios de salud de Estados Unidos, Europa y China para montar sofisticados “simulacros” de pandemiay “Juegos de Gérmenes“. Ejercicios como estos, alentados por la Junta de Supervisión de la Preparación Global, sentaron las bases para la imposición del totalitarismo global, incluyendo el enmascaramiento obligatorio, los confinamientos, la propaganda masiva y la censura, con el objetivo final de imponer mandatos de la vacunación coercitiva a 7.000 millones de seres humanos.
  • practicaron, en cada uno de sus “simulacros”, técnicas de guerra psicológica para crear el caos, avivar el miedo, destrozar las economías, destruir la moral pública y sofocar la autoexpresión individual, para luego imponer un gobierno autocrático.

Avivando el miedo a la pandemia de COVID-19

The “Real Anthony Fauci” detalla cómo Fauci, Gates y sus secuaces utilizaron su control de los medios de comunicación, las revistas científicas, las principales agencias gubernamentales y cuasi-gubernamentales, y los científicos y médicos influyentes para inundar al público con propaganda temerosa sobre la virulencia y la patogénesis del COVID-19, y para amordazar el debate y censurar la disidencia de forma despiadada.

Gates y Fauci se comunicaron casi a diario durante el confinamiento y coordinaron entre sí prácticamente todas las decisiones sobre las contramedidas del COVID-19.

En efecto, pusieron a la población mundial bajo arresto domiciliario e inundaron tanto los medios de comunicación de las redes sociales como los principales medios tradicionales con propaganda elaborada para aterrorizar.

Para justificar la aplicación de medidas draconianas, Gates y Fauci avivaron sistemáticamente los miedos irracionales y ahogaron el sentido común para inducir una forma de psicosis de masas conocida como “síndrome de Estocolmo“.

Inspiraron en sus rehenes la gratitud hacia sus captores, y la creencia de que la obediencia total y la sumisión incuestionable a una vacuna COVID experimental, mal probada, de rápido desarrollo y con nula responsabilidad, era su única esperanza para escapar a salvo del cautiverio y “volver a la normalidad“.

Mientras la pandemia se desarrollaba, Gates y Fauci

  • respaldaron modelos y algoritmos engañosos para exagerar deliberadamente las proyecciones de bajas para COVID-19 con el fin de racionalizar los confinamientos draconianos.
  • ungieron pruebas de PCR fraudulentas para inflar deliberadamente el número de casos de COVID en un 90%.
  • facilitaron la adopción de nuevas instrucciones sin precedentes para que los médicos forenses atribuyeran fraudulentamente a la COVID la causa de la muerte “en el certificado de defunción de todos los fallecidos en los que la enfermedad haya causado o se suponga que ha causado o contribuido a la muerte”, con o sin una prueba positiva de COVID-19.
  • desacreditaron todos los tratamientos tempranos de COVID-19 como la hidroxicloroquina y muchos otros remedios que podrían haber acabado rápidamente con la pandemia y haber salvado cientos de miles de vidas.

Como era de esperar, durante la crisis del COVID, las medidas políticas de Fauci provocaron que los EE.UU. contaran con el 20% de las muertes por COVID en el mundo, a pesar de constituir sólo el 4,2% de la población mundial, otro ejemplo de que aunque Fauci fracase, luego le va mejor.

Como queda claro en mi libro: las medidas políticas contra la COVID de Fauci también engendraron un nuevo e insidioso autoritarismo, e impulsaron a Estados Unidos por una pendiente resbaladiza hacia un futuro sombrío como un oscuro estado de vigilancia y seguridad totalitario.

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