‘The Defender’ escribió recientemente sobre la decisión de la Universidad de Keele de cortar la principal fuente de financiación -donaciones benéficas- del mundialmente famoso grupo de investigación sobre el aluminio con sede en el Reino Unido, dirigido por el profesor de química bioinorgánica Christopher Exley, Ph.D.

Como resultado directo de las acciones de Keele, el laboratorio de Exley cerrará el 31 de agosto, poniendo fin a tres décadas de investigación independiente y de vanguardia para dilucidar los efectos del aluminio en la salud a lo largo de la vida humana.

Incluso ante el inminente cierre de su laboratorio, el grupo Exley sigue publicando y aumentando su ya impresionante lista de aproximadamente 200 publicaciones.

Los dos últimos estudios de los investigadores -uno centrado en el contenido de aluminio de las vacunas infantiles, en gran medida no supervisado, y el otro en la fuerte asociación del aluminio con la enfermedad de Alzheimer familiar- subrayan por qué la investigación independiente es tan importante y amenaza el statu quo.

El aluminio en las vacunas infantiles es “como una lotería”

Uno de los estudios, publicado en el ‘Journal of Trace Elements in Medicine and Biology’, descubrió que la cantidad de aluminio que recibe un bebé en una vacuna, lejos de ser predecible o controlada, parece ser “similar a una lotería”.

El grupo analizó el contenido de aluminio de 13 vacunas infantiles fabricadas por GlaxoSmithKline, Merck, Sanofi Pasteur y Pfizer. En 10 de 13 vacunas, la cantidad de aluminio medida no coincidía con la cantidad de aluminio indicada por los fabricantes en los prospectos de información al paciente. El análisis de las vacunas y los lotes de vacunas reveló lo siguiente:

  • Seis de las vacunas (aproximadamente la mitad), incluida la Prevnar 13 de Pfizer, contenían, en comparación con los datos proporcionados por el fabricante, una cantidad mayor de aluminio, estadísticamente significativa.
  • Cuatro de las vacunas contenían bastante menos.
  • Para cada una de las marcas de vacunas, el rango de contenido de aluminio “variaba considerablemente”.
  • Ni la Agencia Europea de Medicamentos ni la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos pudieron confirmar que miden de forma independiente o rutinaria el contenido de aluminio de las vacunas infantiles, indicando en cambio que se basan en los datos (defectuosos) de los fabricantes.

Estos resultados “no tranquilizadores” sugieren, según los investigadores, “que los fabricantes de vacunas tienen un control limitado sobre el contenido de aluminio de sus vacunas” y el contenido de aluminio “de las vacunas individuales dentro de los lotes de vacunas varía significativamente.”

Dada la conocida neurotoxicidad del aluminio, los investigadores también hicieron hincapié en que “no podemos permitirnos el lujo de ser complacientes con su inyección en los bebés”, una postura que el grupo Exley ha subrayado en repetidas ocasiones y que comparten otros expertos.

El aluminio en la enfermedad de Alzheimer familiar

El segundo estudio, publicado en el ‘Journal of Alzheimer’s Disease Reports’, se basa en el extenso trabajo del grupo de Exley que relaciona el aluminio con la enfermedad de Alzheimer. El nuevo estudio se centra en los casos de enfermedad de Alzheimer de tipo familiar, que se debe a una predisposición que se da en las familias.

La Clínica Mayo define el Alzheimer joven o de inicio temprano como los casos que afectan a personas menores de 65 años. El nuevo estudio de Exley examina el tejido cerebral humano de tres donantes familiares colombianos con Alzheimer de inicio temprano (de 45, 57 y 60 años).

En los tres casos, los investigadores observaron “células neuronales cargadas de aluminio” y observaron la co-localización “inequívoca” del aluminio con los ovillos neurofibrilares en múltiples regiones del cerebro. Los ovillos neurofibrilares (formados por la proteína tau mal plegada en el interior de las células cerebrales) son una característica importante y un biomarcador del Alzheimer.

La conclusión del grupo de Exley, que encaja con sus otros estudios sobre el tejido cerebral y la neurodegeneración -incluyendo los hallazgos que muestran niveles extraordinariamente altos de aluminio en el tejido cerebral del autismo- es que “estos datos apoyan las intrincadas asociaciones del aluminio en la neuropatología del fAD [siglas en inglés para la enfermedad de Alzheimer de tipo familiar, ‘familial Alzheimer’s disease’].”[familial Alzheimer’s disease]

Jóvenes y mayores en riesgo

En los últimos años, el sector asegurador estadounidense ha informado de un aumento del 200% en el diagnóstico de demencia y Alzheimer entre los adultos más jóvenes. Investigadores del Reino Unido que analizaron las tendencias de la demencia durante 20 años en Estados Unidos y otras naciones occidentales informaron en un estudio de 2015 en ‘Surgical Neurology’ que las demencias están comenzando “una década antes de lo que solían hacerlo.”

Reconociendo que aproximadamente nueve de cada diez casos de Alzheimer de inicio temprano no tienen una explicación genética, Exley ha sugerido en trabajos anteriores que el aluminio puede actuar como catalizador del Alzheimer de inicio temprano en individuos “sin predisposiciones concomitantes, genéticas o de otro tipo”. Propone ver el Alzheimer como “una respuesta aguda a la intoxicación crónica por aluminio”.

Como señala el grupo Exley en su nuevo documento sobre las vacunas infantiles, los adyuvantes de aluminio de las vacunas ponen en marcha el reloj de la carga corporal de aluminio de por vida.

¿Estamos viendo algunos de los efectos de esta carga corporal en los adultos jóvenes de entre 30 y 40 años que ahora representan el 15% de los diagnosticados de Alzheimer y demencia?

El grupo Exley también se pregunta cuáles son las implicaciones para la salud de los niños a largo plazo cuando los bebés reciben una cantidad de aluminio en sus vacunas significativamente mayor que las cantidades que los fabricantes y reguladores (sin datos convincentes) proclaman como “seguras”.

Si las universidades siguen ahogando la financiación de la investigación vital, puede resultar cada vez más difícil responder a estas preguntas tan importantes.