Nota del editor: Esta es la introducción a “Puertas a un Imperio Global“, un informe llevado a cabo por Navdanya International.

La agricultura es la cultura de la tierra. Respetar y cuidar la tierra ha mantenido a las sociedades a lo largo de miles de años. La diversidad de los sistemas agrícolas ha evolucionado en diferentes climas ecológicos y a través de diversos biomas, desde montañas hasta zonas costeras, desde desiertos hasta selvas tropicales.

Los sistemas alimentarios y agrícolas han evolucionado a partir de la tierra en diversidad, sostenibilidad y libertad.

La diversidad y la descentralización en los sistemas vivos son la base de la libertad en la naturaleza y la cultura, en nuestras semillas y sistemas agrícolas, y en nuestros sistemas alimentarios y de conocimiento.

La naturaleza no conoce monocultivos. Las culturas no conocen la homogeneidad ni la uniformidad.

Esta era la agricultura que heredamos antes de que la industrialización se apoderase de ella.

Diversidad, auto-organización y libertad.

La diversidad es la sostenibilidad.

Las comunidades indígenas han desarrollado los sistemas agrícolas más ingeniosos imaginables a lo largo de los siglos. A continuación se muestran algunos ejemplos.

Hace sesenta mil años, los aborígenes australianos cultivaban arroz y cebada, pasas del desierto, tomates salvajes, verduras de ñame, trébol de Cooper, semillas de hierba, Nardoo, polillas bogong y nueces de bunya y crearon “la finca o jardín más grande de la Tierra”.

Diversos pueblos indígenas de la Amazonía eran jardineros y campesinos agroforestales, capaces de cultivar entre los árboles. Jennifer Watling, arqueóloga de la Universidad de Sao Paulo en Brasil, ha encontrado evidencia de millones de habitantes en la Amazonía que manejaron cuidadosamente el suelo y la biodiversidad, volviendo a ambos más ricos. “Se parece mucho a la agroforestería, gestionando el entorno, incentivando las palmeras y probablemente también otras plantas útiles…”

En los Andes,las culturas indígenas cultivaban cacahuete, algodón y calabaza hace 5.000-9000 años. Los campesinos andinos de Perú y Bolivia evolucionaron más de 4.000 variedades de patatas, cultivadas junto con maíz, quinoa, calabaza y frijoles. Los aztecas, en el año 1.265 dC, crearon jardines flotantes en los lagos de Chalco y Xochimilco, que rodeaban Tenochtitlan, la capital del Imperio Azteca.

Los indios nativos americanos comenzaron a cultivar hace aproximadamente 7.000 años. En Mesoamérica transformaron el teosinte silvestre en la rica diversidad de variedades de maíz hace unos 6.000 años. En el año 1.000, los agricultores nativos americanos ya habían desarrollado una agricultura compleja basada en tres cultivos principales —maíz, frijol y calabaza— que condujo a la cría de una inmensidad de plantas nuevas que proporcionaban una gran diversidad de cultivos suplementarios.

En Oriente Medio, la tierra de la Fértil Media Luna, los primeros registros de la agricultura se remontan hasta hace 23.000 años. Los cereales se cultivaban en Siria hace 9.000 años, y los higos desde incluso antes; frutas prehistóricas sin semillas descubiertas en el valle del Jordán sugieren que las higueras ya se plantaban hace unos 11.300 años.

En Asia, los sistemas agrícolas evolucionaron hace 40.000 años. Los orígenes de la agricultura de arroz y mijo datan de alrededor del 6.000 AC. Los campesinos indígenas indios con el tiempo transformaron una hierba silvestre, Oryza sativa,en 200.000 variedades de arroz y han evolucionado en una gran diversidad de cultivos con más de 30.000 plantas y cultivado más de 10.000 especies.

Creando monopolios sobre las semillas, la alimentación y la agricultura

Un siglo de agricultura química e industrial ha destruido los sistemas climáticos del planeta, empujado a millones de especies a la extinción, desertificado el suelo y destruido los sistemas de agua.

Hace cien años, los productos químicos producidos por IG Farben y compañía (que hoy conocemos como el Cártel del Veneno) para su uso en las dos guerras mundiales y los campos de concentración se dirigieron entonces a la agricultura y se vendieron como agroquímicos. Estos productos químicos encontraron más terreno fértil en la década de 1960, cuando la Revolución Verde fue impuesta al Tercer Mundo por el Banco Mundial, el gobierno de los Estados Unidos y las Fundaciones Ford y Rockefeller, y vastas áreas de monocultivos acabaron con miles de años de diversidad evolutiva e innovación.

Las semillas de los campesinos, evolucionadas y criadas por los agricultores durante milenios, fueron recolectadas y almacenadas en instituciones de nueva creación como el Instituto Internacional de Investigación del Arroz en Filipinas y el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y el Trigo en México. Estas instituciones se han convertido hoy en los sistemas CGIAR sobre los que que Bill Gates ha asumido ahora el control y unido en “Un CGIAR” para ser incorporado en su nueva empresa “Gates Ag One” o “One Agriculture” (Una Agricultura), con la intención de acabar controlando la totalidad de las semillas del mundo. Cualquier intento de tratar de impedir esta absorción de las semillas de los agricultores para preservar su patrimonio se ha aplastado sin rodeos como en el caso del científico más eminente de la India, el Dr. R.H. Richaria.

Por lo tanto, hoy tenemos vastos monocultivos de las variedades de semillas químicamente receptivas de la Revolución Verde junto con las condiciones, créditos y subsidios que vienen con ellos.

En la década de 1990, el Cártel del Veneno,que había introducido productos químicos en la agricultura, se apresuró a adoptar la ingeniería genética como un mecanismo para patentar semillas. Tomaron y patentaron libremente las semillas de los agricultores alojadas en el CGIAR y otros bancos de genes, simplemente añadiendo el gen tóxico Bt o el gen resistente RoundUp.

Chito Medina, un líder en la lucha de los campesinos por la Soberanía de las Semillas, la Soberanía Alimentaria y la Soberanía del Conocimiento en Filipinas describe en su artículo cómo los movimientos de la gente están exigiendo el cierre de las instituciones del CGIAR como el Instituto Internacional de Investigación del Arroz.

Los monocultivos de maíz, soja, algodón y colza modificados genéticamente se han extendido por millones de acres. Los monocultivos se intensificaron al igual que el uso de sustancias químicas tóxicas. La agricultura y los alimentos se separaron, y los cultivos se redujeron a recursos utilizados principalmente como biocombustibles y forraje para animales.

Los movimientos por la libertad de las semillas y la libertad alimentaria, en contra de una agricultura industrial globalizada, se fortalecieron. La sociedad civil marcha contra Monsanto y el Tribunal y las Asambleas del Pueblo contra Monsanto dio a conocer ampliamente las implacables e innumerables transgresiones y violaciones tóxicas de la multinacional, hasta que su socio de MoBay de hacia largo tiempo y gigante farmacéutico, Bayer, lo compró, apartándolo convenientemente de esta manera del ojo público.

Amplia experiencia e investigación han demostrado que la Agroecología basada en la Biodiversidad, la Libertad de Semillas y la Libertad Alimentaria son esenciales para el futuro de la alimentación y la agricultura.

El informe seminal del IAASTD de las Naciones Unidas mostró que ni la Revolución Verde ni el GMOS podían alimentar al mundo y al mismo tiempo proteger el planeta.

Sin embargo, ignorando los miles de años de innovación de los agricultores y la biodiversidad que habían desarrollado, y desdeñando la voz de los científicos y agricultores, Gates continúa con su visión de construir un Imperio Agrícola. A pesar de la evidencia científica del fracaso de la Revolución Verde, en 2006 fundó, junto con la Fundación Rockefeller, AGRA, la Alianza para una Revolución Verde en Africa.

La contribución de Tim Wise sobre AGRA en este informe evalúa el fracaso de esta llamada “revolución verde” en Africa, que ya había fracasado y tenido más consecuencias negativas en Asia, América Latina y los Estados Unidos.

Citando a Einstein:

“Una clara señal de locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente”.

Las crecientes pruebas muestran que los alimentos cultivados industrialmente y procesados industrialmente contribuyen significativamente a la epidemia de enfermedades crónicas que ahora estamos presenciando en todas partes. Pero la cuestión del impacto del sistema agrícola industrial en la salud no es una cuestión que a Gates le preocupe particularmente.

Hace veinte años, se estableció el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología para regular el GMOS en aras de la seguridad del medio ambiente y la salud pública. Arroz Dorado fue uno de los muchos mitos propagandísticos de la modificación genética de los alimentos que el Cartel del Veneno biotecnológico intentó promover.

Los transgénicos han protagonizado una historia de fracaso, como ya ocurrió con la primera generación de cultivos modificados genéticamente de Algodón Bt y cultivos Roundup Ready. En 2011, la India introdujo una moratoria sobre Bt Brinjal modificado genéticamente que Gates luego llevó a Bangladesh. Farida Akhtar nos da la verdadera historia en la Sección IV.

A pesar de estas advertencias, Gates lidera el siguiente paso para distorsionar los sistemas metabólicos de nuestro cuerpo y la simbiosis en el microbioma intestinal con su financiación de falsos alimentos de laboratorio procesados industrialmente, comenzando con su “leche materna” de laboratorioy su“Hamburguesa Imposible”. La comida falsa procesada en laboratorio sirve realmente para registrar patentes sobre nuestra comida, no para alimentar a la gente, como Gates y sus compañeros amigos de la biotecnología querrían que pensáramos.

Desde 2015, Gates ha estado expandiendo rápidamente su imperio sobre semillas, agricultura y alimentos, participando y financiando la biopiratería a gran escala.

A través de las tecnologías digitales, está mapeando, patentando y pirateando vorazmente semillas de todo el mundo, ignorando y erosionando todos los tratados gubernamentales internacionales sobre la protección de la biodiversidad. Y así, continúa subvertiendo y saboteando tanto la soberanía de las semillas de los agricultores como la soberanía de las semillas de los países.

En ese momento se hicieron afirmaciones falsas de precisión y seguridad para la primera generación de GMOS, y hoy se están haciendo de nuevo sobre la tecnología de edición de genes.

El artículo de Jonathan Latham“El Lápiz Rojo de Dios”muestra cómo la edición de genes no es de ninguna manera una tecnología precisa de “cortar” y “pegar”. Está agitando el árbol en evolución de la vida y tiene efectos inesperados y hasta ahora desconocidos en los organismos.

El Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas ha dictaminado que los organismos “editados” genéticamente son considerados transgénicos. Sin embargo, Gates está presionando apresuradamente para conseguir la desregulación sin tener en cuenta la precaución o las consecuencias potencialmente peligrosas. Su iniciativa “Gates Ag One” ha declarado que el tiempo, esencial para poder evaluar e implementar la seguridad, es el enemigo. Se está apresurando a imponer a la humanidad semillas, alimentos y medicamentos que no han sido probados, socavando todas las evaluaciones científicas y de seguridad, y destruyendo alternativas seguras que han existido a lo largo de miles de años. Gates no tiene reparos en poner en peligro la vida y la salud de las personas en su búsqueda de poder y riquezas.

“Gates Ag One” es una clara declaración de su intención de crear un imperio sobre la vida y la biodiversidad, sobre la alimentación y la agricultura, y sobre nuestro pan de cada día.

Como una sola humanidad, no podemos permitir y debemos impedir este imperio sobre la vida que se basa y que refuerza el siglo de ecocidio y genocidio del Cártel del Veneno y nos está empujando rápidamente hacia la extinción.

Elegir el camino de la diversidad y la vida, y no el camino violento de los monocultivos y la destrucción, es nuestro deber con la tierra y las generaciones futuras.

Está en juego no sólo la diversidad biológica y cultural del mundo, la libertad de nuestras semillas y alimentaria, sino nuestra salud y democracia, nuestra vida, nuestra libertad.

Nuestro propio futuro como especie.

Vandana Shiva es la fundadora de La Fundación de Investigación para la Ciencia, la Tecnología y la Ecología de Navdanya (India) y presidenta de Navdanya International.