El 15 de febrero, los miembros del Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) -todos y cada uno de ellos plagados de conflictos de intereses – decidirán si autorizan la vacuna COVID de Pfizer-BioNTech para bebés y niños pequeños.

Un voto afirmativo–que los propagandistas de los medios de comunicación están planteando como una conclusión inevitable–permitiría el uso de la vacuna en niños de entre 6 meses y 4 años de edad con carácter de“emergencia“, a pesar de la ausencia demostrable de cualquier emergencia de COVID de ningún tipo en los niños y, por el contrario, un potencial considerable de que las vacunas a corto y largo plazo causen daño.

El economista político Toby Rogers describió el afán de Pfizer y la FDA por inyectar a los más jóvenes como un plan para “pinchar a los niños primero y obtener los datos después”, un crimen contra la humanidad que violaría las prohibiciones del Código de Nuremberg contra los experimentos médicos ilegales.

Cuando es tan evidente que no hay ninguna razón de salud para poner a los niños menores de 5 años – o, para el caso, a los niños de cualquier edad – estas vacunas excesivamente arriesgadas, ¿por qué los organismos gubernamentales están tratando de impulsar esta próxima autorización?

Una de las explicaciones, no explicitada por las autoridades de salud pública pero expuesta por Rogers y otros, es que hacerlo sentaría las bases para incorporar posteriormente las vacunas COVID al calendario de vacunas infantiles, y de este modo se garantizaría una “protección de responsabilidad para siempre”.

Hay una segunda razón, con implicaciones globales, explicada con todo lujo de detalles el lunes por el escritor del “Daily Beast”, David Axe. -cuya función propagandística parece consistir en servir regularmente raciones de hipérbole alarmista sobre el coronavirus y sus “turbo-mutaciones”- dijo grandiosamente a los lectores que “las vacunas COVID para niños menores de 5 años podrían cambiar el mundo”.

El argumento poco sutil de Axe es que, si bien Estados Unidos puede estar “preparado para ser el primer país en ofrecer las vacunas de [Pfizer] ” a los menores de 5 años, “las agencias de salud de todo el mundo miran a la [Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA)] para liderar el camino cuando se trata de autorizar las vacunas”.

El pasado mes de septiembre, la CNN se preocupó de que “las dudas sobre las vacunas entre los responsables políticos” de varios países pudieran suponer un obstáculo para la vacunación de los niños más pequeños. “No se preocupen”, parece ser la confiada respuesta de Axe: donde vaya Estados Unidos, le seguirán otros.

Los primeros en adoptar la vacuna y las autorizaciones de confinamiento

En 2021, ocho países más Hong Kong ampliaron el límite de edad para las vacunas COVID hacia abajo, a niños menores de 5 años, pero sólo para los productos fabricados por empresas chinas (Sinopharm o Sinovac) o por Cuba.

Las vacunas chinas fueron aprobadas para niños de hasta 3 años en China (5 de junio); Emiratos Árabes Unidos (2 de agosto); Argentina (2 de octubre); Bahrein (27 de octubre); Colombia (2 de noviembre); Chile (25 de noviembre); y Hong Kong (a finales de noviembre).

Cuba y Venezuela empezaron a administrar la vacuna de origen cubano a niños de hasta 2 años a mediados de septiembre y principios de noviembre, respectivamente.

Aunque algunos de estos mercados sean significativos, queda mucha cuota de mercado para que otras empresas la capten. Como señala Axe, los menores de 5 años representan una décima parte de la población mundial.

La inyección de COVID de Pfizer ya es la más utilizada en el mundo: se usa en 61 países, frente a los 41 de AstraZeneca, los 27 de Moderna y menos de una docena que emplea los productos de China.

A finales de septiembre, con muchos países estableciendo condiciones de entrada a la vacunación COVID para los viajeros, 124 países permitían la entrada a las personas inyectadas por Pfizer.

El producto de Pfizer – descrita por Politico como “la vacuna elegida por el mundo rico”- ha hecho una especial incursión en la Unión Europea (UE) y la OCDE (“Organisation for Economic Co-operation and Development”, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y sus países miembros, con la Agencia Europea del Medicamento (“European Medicines Agency”, EMA por sus siglas en inglés) ha autorizado hasta ahora la inyección de Pfizer para adultos y niños, en consonancia con las decisiones de la FDA.

Después de que la FDA aprobara el 10 de mayo de 2021 la inyección de Pfizer para niños de 12 a 15 años, la EMA esperó menos de tres semanas antes de hacer lo mismo el 28 de mayo.

Y cuando la FDA dio luz verde a la inyección de Pfizer para el grupo de edad de 5 a 11 años a finales de octubre de 2021 (ignorando 140.000 comentarios de miembros del público que se oponían a la decisión), el comité de la EMA volvió a tardar menos de un mes en tomar la misma decisión.

¿Europa cede a la presión?

Aunque permitir las inyecciones en adolescentes de 12 años en adelante es bastante malo, ya que se estima que el 44% de los jóvenes de 12 a 15 años en Europa han recibido al menos una dosis a principios de diciembre de 2021. “Euronews” sugirió que algunos países de la UE estaban preocupados por el despliegue de las vacunas en niños menores de 12 años, debatiendo la necesidad de inyectar a niños sanos y preocupándose por los problemas cardíacos y otros efectos adversos.

Según “Euronews”, “la EMA reconoció que el número limitado de los estudios con niños significaba que no podían detectar efectos secundarios poco frecuentes”.

Aparentemente, la recomendación de la EMA del 25 de noviembre de 2021 de administrar la vacuna Comirnaty de Pfizer a los niños de 5 a 11 años disolvió esas preocupaciones.

Con la excepción de Suecia, todos los países miembros de la UE han autorizado las inyecciones de Pfizer: Austria; Bélgica; Bulgaria (que se distingue por ser el país de la UE con la tasa más baja de vacunación COVID); Croacia; Chipre; República Checa; Dinamarca (a principios de febrero se informó de que lo estaba “reconsiderando”); Estonia; Finlandia; Francia (que requiere el permiso de ambos padres); Alemania; Grecia; Hungría; Irlanda; Italia; Letonia; Lituania; Luxemburgo; Malta; Países Bajos; Polonia; Portugal; Rumanía; Eslovaquia; Eslovenia; y España.

Por el momento, Suecia se mantiene al margen, declarando el 28 de enero que “quiere ver un beneficio claro para los propios niños y el niño individual” en lugar de vacunar a “todo un grupo de niños por el bien de la sociedad”.

El 30 de noviembre, Eslovenia prohibió el uso de la inyección COVID de Johnson & Johnson en adultos después de que causara la muerte de un joven de 20 años.

Los países europeos que no pertenecen a la UE están en su mayoría alineados con las naciones de la UE, y Noruega y Suiza también están aplicando las vacunas a niños de hasta 5 años. Noruega dice que está ofreciendo las vacunas a los niños “cuando los padres y tutores lo quieren”.

En el Reino Unido, los medios de comunicación informaron a finales de noviembre de 2021 de que el Servicio Nacional de Salud tenía “planes secretos” para vacunar a los niños de 5 a 11 años a partir de la primavera. Según las noticias, “los jefes de sanidad han jurado guardar el secreto en la campaña de primavera, ya que a los funcionarios les preocupa que la medida pueda provocar la repuesta negativa de algunos padres”.[had]

A principios de febrero, el despliegue gradual había comenzado, con funcionarios de salud pública en Inglaterra, Irlanda del Norte, Escocia y Gales promoviendo las inyecciones COVID para niños “vulnerables” de 5 a 11 años.

Países de la Commonwealth como Canadá y Australia también han autorizado la inyección de Pfizer para niños de hasta 5 años.

Cumplimiento y coacción en América Latina

Muchos otros países y regiones se han subido al carro de la vacunación de los niños pequeños a pesar de que no corren riesgo, incluida América Latina.

Costa Rica y Ecuador establecieron la obligatoriedad de las vacunas para los niños a partir de los 5 años, y el Patronato Nacional de la Infancia de Costa Rica declaró que “intervendrá para imponer las vacunas si los padres o tutores se oponen”.

Los niños de 5 o 6 años también reciben vacunas en países como Bolivia, El Salvador, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, y en este último país se soborna a los niños pequeños con “coloridos personajes de dibujos animados”, libros y helados.

En la República Dominicana, que decidió en enero aplicar las vacunas COVID a los niños a partir de 5 años a partir del 7 de febrero, los ciudadanos dicen no, reuniéndose en el “Parque de la Independencia” para protestar por la participación del Estado dominicano en el “globalismo coercitivo“.

Un breve relato publicado en “Dominican Today” el 4 de febrero afirmaba que la República Dominicana también tiene previsto inyectar a los niños menores de 5 años una de las vacunas chinas.

En México,, donde el gobierno adoptó la posición durante la mayor parte del año pasado de que faltaban pruebas para justificar la vacunación de los menores, un tribunal estatal dictó una sentencia a finales de octubre de 2021 en la que afirmaba que denunciaría al Ministerio de Salud ante la Fiscalía General federal por desacato si el Ministerio no modificaba, en un plazo de cinco días, “la política nacional de vacunación para incluir a todos los menores de entre 12 y 17 años”.

Aunque la Secretaría prometió impugnar la orden judicial, a mediados de noviembre de 2021, el subsecretario de Salud anunció que México comenzaría a ofrecer las vacunas de Pfizer a los jóvenes de 15 a 17 años, una medida sorpresiva que el “Mexico News Daily” caracterizó como un “giro de 180 grados.”

En Brasil, según Reuters, la agencia reguladora de la salud denunció haber recibido “amenazas de muerte por la posible aprobación de vacunas para niños mayores de cinco años.” A mediados de diciembre de 2021, la vacuna de Pfizer había sido aprobada de todos modos para los niños de 5 a 11 años.

Una campaña coordinada a nivel mundial

Los principales medios de comunicación han ridiculizado repetidamente a líderes como el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, por atreverse a plantear cuestiones sobre la seguridad de la vacuna COVID, sobre las ventajas de los confinamientos o la validez de las pruebas PCR.

En agosto de 2021, Bolsonaro -que se presenta a la reelección este año- aludió a la posibilidad de un asesinato, tal vez consciente de las sospechosas muertes de otros líderes mundiales que murieron tras oponerse a aspectos de la narrativa COVID.

Cuando Bill Gates empezó a hacer la ronda en 2020 como un alegre representante que promovía “vacunar al mundo“, a algunos les pareció un improbable alarde.

Sin embargo, dos años más tarde, con personajes de la economía como el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y la jefa del Fondo Monetario Internacional (“International Monetary Fund”, FMI por sus siglas en inglés), Kristalina Georgieva, declarando que las vacunas son la política económica “más importante” del mundo, es difícil negar que existe una agenda global de vacunación que no tiene nada que ver con la salud.

A principios de agosto de 2021, no mucho después de los pronunciamientos vacunales de Georgieva, el Tesoro de Estados Unidos entregó al FMI una cantidad inesperada de 650.000 millones de dólares para “ayuda monetaria”.

Poco después, el presidente bielorruso Lukashenko rechazó cientos de millones de “ayuda COVID” ofrecida por el FMI y el Banco Mundial debido a las condiciones impuestas, como la imposición de confinamientos “extremos” y medidas de estado policial.

Observadores y activistas llevan décadas denunciando el historial de “explotación, coacción y descarado chantaje” que realizan el FMI y el Banco Mundial a las naciones endeudadas.

¿Es una coincidencia que inmediatamente después de que el FMI aprobara el desembolso un tramo de préstamo de 1.000 millones de dólares para Pakistán el 3 de febrero, el país del sur de Asia batiera tres días seguidos su “récord de vacunación diaria” de vacunas COVID, administrando un récord de dos millones de dosis en un solo día y lanzar una campaña puerta a puerta “para llegar a todos los ciudadanos”?

En esta coyuntura, con la FDA a punto de permitir que las vacunas de Pfizer se administren a los bebés, debemos reconocer la criminalidad de lo que está sucediendo y hacer que los funcionarios y las instituciones rindan cuentas.

Como afirmaron los médicos dominicanos que actualmente protestan contra las políticas de su país, “vacunar a los niños” -y, deberíamos añadir, a los adultos- es “un abuso, un crimen y un genocidio”.