Una nueva encuesta muestra que los niveles de arsénico en el agua pública son desproporcionadamente altos en ciertas comunidades estadounidenses, a pesar de las normas regulatorias nacionales diseñadas para proteger a las personas de los productos químicos dañinos.

Los investigadores estudiaron aproximadamente 13 millones de registros entre 2006 y 2011, cubriendo 139.000 sistemas públicos de agua en 46 estados, Washington D.C., y tribus nativas americanas. Los registros cubren el servicio de agua para 290 millones de personas, lo que representa el 95 por ciento de todos los sistemas públicos de agua y el 92 por ciento de la población total atendida por los sistemas públicos de agua.

Los investigadores encontraron que, si bien las concentraciones medias de arsénico público disminuyeron en un promedio del 10% a nivel nacional durante el tiempo estudiado, esa disminución no fue igual en todas las áreas o grupos demográficos. Los niveles de arsénico se mantuvieron más altos en los sistemas de agua que sirven a las comunidades hispanas y áreas del suroeste de los Estados Unidos. Sus hallazgos fueron publicados el 9 de diciembre en Environmental Health Perspectives.

El arsénico es un carcinógeno altamente tóxico, y es “el contaminante químico más significativo en el agua potable, a nivel mundial”, según la Organización Mundial de la Salud. Se ha demostrado que la exposición crónica al arsénico daña casi todos los sistemas del cuerpo humano, lo que resulta en problemas de salud como enfermedades del corazón, diarrea, deterioro cognitivo, cirrosis y enfermedad pulmonar, entre otros. “En realidad sabemos muy poco sobre las desigualdades en la calidad del agua potable en todo Estados Unidos”. Anne Nigra,científica de salud ambiental de la Universidad de Columbia y autora principal del artículo, dijo a EHN. Añadió que estos niveles de contaminación en diferentes comunidades son valores entre los datos que es realmente importante recopilar: con estas mediciones se puede ver dónde se encuentran las desigualdades, y estudiar más cómo esa exposición está relacionada con enfermedades.

Principalmente las comunidades hispanas, las poblaciones más pequeñas de alrededor de 1.000 habitantes y las áreas del suroeste eran más propensas a tener concentraciones de arsénico en el agua potable que excedían el nivel máximo de contaminantes de la Agencia de Protección Ambiental (‘Environmental Protection Agency’, EPA por sus siglas en inglés), lo que elevaba las preocupaciones de justicia ambiental. El nivel máximo de contaminantes es la concentración más alta de un contaminante que se permite en el agua potable. La EPA determina estos niveles considerando la salud del público, pero también los costos y la viabilidad de lograr y hacer cumplir esa norma.

Nigra y su equipo estudiaron los registros de 2006 a 2011 porque fue entonces cuando la EPA comenzó a hacer un seguimiento y hacer cumplir sus nuevos umbrales más bajos de arsénico en el agua. La EPA anunció en 2001 que el nivel máximo de contaminantespasaría de 50 partes por mil millones a 10 partes por mil millones, que se aplicarían en 2006.

Diez partes por mil millones pueden ser significativamente inferiores a 50 partes por mil millones, pero Nigra dijo que eso no es suficiente. “Los Países Bajos han establecido un límite reglamentario de 1 parte por mil millones en agua potable. Dinamarca, New Hampshire y el estado de Nueva Jersey han establecido un estándar regulatorio de cinco partes por mil millones”, dijo.

Muchos condados superan incluso eso. Los resultados del estudio mostraron que todavía hay cerca de 500 condados cuyos niveles de arsénico cruzaron ese umbral. Es un gran problema de salud, dijo Nigra, porque “no hay un nivel seguro de arsénico en el agua potable”.

El objetivo de nivel máximo de contaminantes de la EPA es cero partes por mil millones.

“El arsénico puede no acumularse en el cuerpo de la manera en que lo hacen otros elementos, como el plomo o el mercurio”, dijo Nigra, pero si estás expuesto al arsénico a través del agua potable, esa exposición es crónica, y “la exposición crónica, incluso en niveles bajos a moderados de exposición, es un problema real, y es una amenaza real para la salud”.

Publicado originalmente por Environmental Health News.