El descubrimiento por parte de investigadores suecos de que la proteína de espiga o pico del SARS-CoV-2 de longitud completa debilita el sistema inmunitario adaptativo al dañar un mecanismo crucial de reparación del ADN plantea la cuestión de si las vacunas COVID de ARNm podrían hacer lo mismo, y si eso podría aumentar el riesgo de que una persona desarrolle cáncer.

Intrigados por las observaciones clínicas de los pacientes con SARS-CoV-2, que sugerían que el virus suprimía la inmunidad adaptativa, los investigadores Hui Jiang y Ya-Fang Mei, de la Universidad de Umeå (Suecia), se propusieron identificar los mecanismos que desencadenaban la supresión.

Revelaron los resultados de sus hallazgos en un estudio revisado por pares, “SARS-CoV-2 Spike Impairs DNA Damage Repair and Inhibits V(D)J Recombination In Vitro” (“La proteína de espiga o pico de SARS-CoV-2 afecta la reparación del daño del ADN e inhibe la recombinación de V (D) J in vitro”), publicado en octubre en la revista “Viruses”.

Señalando la importancia de la inmunidad adaptativa frente a la innata, los autores escribieron:

“A diferencia de las respuestas inmunitarias innatas, las respuestas adaptativas son muy específicas para el patógeno concreto que las ha inducido. Además, pueden proporcionar una protección duradera. Una persona que se recupera del sarampión, por ejemplo, está protegida de por vida contra el sarampión por el sistema inmunitario adaptativo, aunque no contra otros virus comunes, como los que causan las paperas o la varicela.”

Los autores del estudio utilizaron una línea celular in vitro para estudiar cómo la proteína de espiga o pico del CoV-2 del SRAS viaja por el cuerpo de una persona infectada por el virus. Ellos encontraron que:

” … la proteína de espiga o pico se localiza en el núcleo de [la célula] e inhibe la reparación del daño en el ADN al impedir el reclutamiento de la proteína clave de reparación del ADN BRCA1 y 53BP1 al lugar del daño. [cell] Nuestros hallazgos proporcionan pruebas de que la proteína de espiga o pico secuestra la maquinaria de reparación de daños en el ADN y la maquinaria inmune adaptativa in vitro”.

Los investigadores reconocieron que el descubrimiento fue inesperado, declarando: “Sorprendentemente, encontramos la abundancia de la proteína de espiga o pico en el núcleo”.

El núcleo alberga los cromosomas de la célula y coordina todas sus actividades. Un fallo en el ADN de una célula puede tener efectos devastadores.

Según los investigadores, el sistema de reparación del ADN y el sistema inmunitario adaptativo “son interdependientes, especialmente durante el desarrollo y la maduración de los linfocitos”.

Se descubrió que una pérdida de función en proteínas cruciales de reparación del ADN “inhibe la producción de células B y T funcionales, lo que conduce a la inmunodeficiencia”, escribieron los autores.

¿Se observan indicios de inmunodeficiencia tras la vacunación?

Los datos de los ensayos clínicos de las vacunas COVID documentaron previamente anomalías en una parte crítica del sistema inmunitario del organismo: la producción de glóbulos blancos.

La investigación observó una disminución transitoria de los linfocitos (células T y células B) asociada a la vacuna de Pfizer y una disminución similar de los granulocitos (neutrófilos) con la vacuna de AstraZeneca.

El hecho de que los investigadores suecos informaran de una pérdida de la función inmunitaria asociada a la invasión de la proteína de espiga o pico en el núcleo de la célula, combinado con los datos de ensayos clínicos anteriores que encontraron reducciones transitorias en el número de glóbulos blancos, puede explicar los informes sobre el aumento de las infecciones por COVID poco después de la vacunación.

Un estudio previo realizado por “Public Health England” en el que se investigaba la eficacia temprana de la vacunación encontró un aumento “notable” de las infecciones por COVID-19 en personas inmediatamente después de recibir la vacuna de Pfizer-BioNTech o AstraZeneca.

Los investigadores informaron:

“Hubo un número significativo de individuos vacunados que pasaron a desarrollar COVID-19 y nuestro estudio indica que los individuos vacunados deben mantener otras precauciones, en particular durante las dos o tres primeras semanas después de la vacunación”.

Los investigadores de “Public Health England” extrajeron datos del mundo real del programa de vacunación de Israel y calcularon la incidencia por día para cada día después de la primera inyección e informaron de un pico significativo de casos poco después de la vacunación.

Descubrieron que la incidencia diaria de infecciones por COVID se duplicó la primera semana después de la vacunación y no alcanzó la incidencia previa a la vacuna hasta 16 días después de la misma. Véase la figura 2:

Gráfico de incidencia diaria de nuevas infecciones
Figura 2. Incidencia diaria de nuevas infecciones por días desde la primera dosis.

Los autores de un artículo publicado en “The BMJ” analizaron los resultados de estos primeros estudios sobre la eficacia de las vacunas que documentaban un aumento de las infecciones por COVID en las dos semanas siguientes a la vacunación, y concluyeron que la “socialización” era la responsable del aumento de la incidencia de la infección.

Pero estos informes en el mundo real tras el lanzamiento del programa de vacunación COVID a nivel mundial coinciden con el ensayo original de Pfizer.

Los datos comunicados por Pfizer a la Administración de Alimentos y Medicamentos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) de EE.UU. revelaron un aumento estadísticamente significativo del 40% en los casos sospechosos de COVID, con 409 casos en el grupo vacunado en la primera semana del ensayo, frente a 287 en el grupo placebo.

Un grupo de médicos, científicos, abogados y otros profesionales del Reino Unido enviaron el 5 de febrero una urgente carta abierta al Ministro para el despliegue de la vacuna COVID-19, al Secretario de Estado de Sanidad y Asistencia Social y a dos organismos de supervisión de las vacunas, en la que se citan sólidas pruebas epidemiológicas, procedentes de todo el mundo, respaldando la hipótesis de que el despliegue de la vacuna COVID puede estar relacionado con un aumento de las muertes en determinados grupos de edad.

Los autores de la carta pidieron una auditoría inmediata de las muertes que se producen tras la vacunación en el Reino Unido.

En su carta, citaban informes de los medios de comunicación de todo el mundo que mostraban un patrón de brotes de COVID y grupos de muertes que se producían en la semana o dos después de la administración de la vacuna, junto con declaraciones de reguladores nacionales y otras organizaciones oficiales que planteaban serias preocupaciones y pedían investigaciones.

Los médicos y científicos del Reino Unido escribieron una carta al director de “The BMJ”, en la que comentaban el artículo de la revista “The BMJ” en el que se afirmaba que la socialización tras la vacunación era la responsable del aumento de la incidencia de la infección en el periodo de dos semanas posterior a la vacunación con COVID:

“Dada la evidencia de agotamiento de los glóbulos blancos después de la vacunación con COVID-19 a partir de los datos del ensayo clínico, combinada con los hallazgos y la evidencia de un aumento de las tasas de infección con COVID-19 poco después de la vacunación, la posibilidad de que ambos estén relacionados causalmente necesita una investigación urgente”.

La identificación por parte de los investigadores suecos de un mecanismo molecular que provoca la inmunosupresión tras la vacunación no hace sino ampliar estas preocupaciones.

El papel fundamental del sistema inmunitario y la reparación del ADN en la prevención del cáncer

Los datos epidemiológicos clínicos apoyan el hallazgo de los investigadores suecos de que la inmunosupresión causada por la entrada de la proteína de espiga o pico de COVID en el núcleo de la célula es una señal de alarma de que los cánceres también pueden resultar como un evento adverso después de la vacunación con COVID.

El sistema inmunitario, especialmente los linfocitos T, es bien conocido por el papel fundamental que desempeñan en la prevención del cáncer mediante su constante vigilancia para atacar y eliminar las células cancerosas antes de que tengan la oportunidad de convertirse en un tumor.

En su artículo, los investigadores suecos no abordaron específicamente la lesión de los mecanismos de reparación BRAC-1 y 53BP1 en la célula y su potencial para conducir a un mayor riesgo de cáncer.

Pero sus hallazgos son preocupantes, dadas las funciones críticas que estas dos proteínas específicas desempeñan en la protección de la célula contra el crecimiento celular no regulado.

La proteína BRCA1 en la célula es responsable de reparar las roturas del ADN. También desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la estabilidad de la información genética de una célula.

Para llevar a cabo estas funciones, la proteína BRCA-1 interactúa con muchas otras proteínas, incluidos otros supresores de tumores y proteínas que regulan la división celular.

La proteína supresora de tumores 53BP1 es un regulador fundamental de la reparación de la rotura de la doble cadena del ADN (DSB).

Cuando una célula tiene una capacidad reducida para reparar roturas en el ADN, se acumulan defectos que hacen que las células crezcan y se dividan de forma anormal, lo que da lugar a la formación de tumores cancerosos.

Las mutaciones en el gen BRAC1 provocan una reducción de las proteínas BRAC1 en la célula. Esto puede dar lugar a varios cánceres de gran importancia, como el de mama y el de ovarios en las mujeres y el de próstata y páncreas en los hombres.

El doctor Mikolaj Raszek, licenciado en genética y doctor en bioquímica, está preocupado por la gravedad de estos hallazgos. En un breve vídeo explicó la importancia del hallazgo de los investigadores suecos.

Raszek dijo:

“Si el BRCA1 está mutado, se tiene la mayor predisposición al desarrollo de cáncer, precisamente porque el gen BRCA1 codifica proteínas que fijan el daño del ADN”.

Raszek expresó su preocupación por el hecho de que todavía no sabemos qué pueden hacer las vacunas a nivel molecular una vez inyectadas. Llegó a la conclusión de que las consecuencias son tan grandes que el estudio sueco debería reproducirse y verificarse inmediatamente.

Biodistribución y persistencia de la proteína de espiga o pico

Para evaluar las posibles implicaciones de los hallazgos de los investigadores suecos, es necesario identificar la biodistribución de las nanopartículas lipídicas de la vacuna de ARNm que contienen las instrucciones para que las células fabriquen la proteína de espiga o pico.

Esta información puede proporcionar la comprensión de cuáles son los sistemas de tejidos y órganos que podrían estar en mayor riesgo de lesión.

Como informó anteriormente “The Defender”, los investigadores japoneses demostraron que las nanopartículas lipídicas de la vacuna no se quedaban en el músculo deltoide donde se inyectaban, como afirmaban los desarrolladores de la vacuna, sino que circulaban por todo el cuerpo.

Un estudio de biodistribución de COVID-19 de Pfizer, obtenido por el inmunólogo viral Byram Bridle, demostró que las nanopartículas lipídicas que contienen el plano para que la célula fabrique la proteína de espiga o pico se encontraban en toda la sangre que está circulando por el cuerpo al cabo de cuatro horas.

El Dr. Robert Malone, creador de la tecnología de vacunas de ARNm, se unió al biólogo evolutivo Bret Weinstein, Ph.D., en una conversación de tres horas en el “DarkHorse Podcast” para discutir múltiples preocupaciones de seguridad relacionadas con las vacunas de Pfizer y Moderna, incluyendo el estudio de biodistribución japonés.

Las nanopartículas lipídicas son las “cajas” en las que se envía el ARNm, según Malone. “Si se encuentran nanopartículas lipídicas en un órgano o tejido, eso indica que el fármaco llegó a ese lugar”, explicó Malone.

Según los datos del estudio japonés, las nanopartículas lipídicas se encontraron en la sangre total circulando por todo el cuerpo al cabo de cuatro horas, y luego se asentaron en grandes concentraciones en los ovarios, la médula ósea y los ganglios linfáticos.

La médula ósea sana es una parte esencial del cuerpo, ya que contiene células madre que producen células sanguíneas y las células que componen el sistema inmunitario. La acumulación de la proteína de espiga o pico generada por la vacuna en la médula ósea también podría explicar la inmunodeficiencia y el menor número de glóbulos blancos críticos tras la inmunización.

Malone dijo:

“Era necesario vigilar a los receptores de la vacuna para detectar leucemias y linfomas (también mieloma múltiple), ya que había concentraciones de nanopartículas lipídicas en la médula ósea y los ganglios linfáticos que podían desencadenar estos cánceres. Pero esas señales no suelen aparecer hasta seis meses o tres o nueve años después”.

SARS -La proteína de espiga o pico de longitud completa del CoV-2 es la culpable

Según los investigadores suecos, “sólo la proteína de espiga o pico de longitud completa inhibió fuertemente” los dos mecanismos de reparación del ADN, BRCA1 y 53BP1, en la célula.

Este hallazgo es enormemente significativo, como señalaron los autores, porque las vacunas de adenovirus y de ARNm aprobadas para su uso en los Estados Unidos se desarrollaron sobre la base de la proteína de espiga o pico de longitud completa.

Los investigadores escribieron:

“Nuestros hallazgos revelan un posible mecanismo molecular por el que la proteína de espiga o pico podría impedir la inmunidad adaptativa y subrayan los posibles efectos secundarios de las vacunas basadas en la espiga de longitud completa”.

Además, sugirieron el uso de “epítopos antigénicos del SARS-CoV-2”, como el dominio de unión al receptor, o RBD (siglas en inglés de “receptor-binding domain”), “podría ser más seguro y eficaz que la espiga completa”.

Los científicos expresaron su preocupación por el uso de la proteína de espiga o pico de longitud completa en las vacunas COVID incluso antes de que se aprobaran las vacunas.

Por ejemplo, en una carta dirigida a la FDA en respuesta a una solicitud de comentarios públicos durante las deliberaciones de las agencias para aprobar la vacuna de Pfizer, el Dr. Patrick Whelan, M.D., Ph.D., instó a la precaución en la aprobación de la vacuna antes de tener datos de seguridad adecuados.

Whelan dijo a la FDA: “Parece que la proteína viral de espiga o pico que es el objetivo de las principales vacunas contra el SARS-CoV-2 es también uno de los agentes clave que causan el daño a órganos distantes que pueden incluir el cerebro, el corazón, el pulmón y el riñón”.

Whelan concluyó su advertencia a la FDA con:

“Por muy importante que sea detener rápidamente la propagación del virus inmunizando a la población, sería enormemente peor que cientos de millones de personas sufrieran daños duraderos o incluso permanentes en su microvasculatura cerebral o cardíaca por no haber apreciado a corto plazo un efecto involuntario en estos otros órganos de las vacunas basadas en la proteína de espiga completa.”

Dado que se ha descubierto que la proteína de espiga completa utilizada en las vacunas de ARNm actualmente aprobadas es más perjudicial que los fragmentos de la proteína, y dado que puede “secuestrar” los mecanismos críticos de reparación del ADN, lo que da lugar a un mayor riesgo de cáncer e inmunodeficiencia, nuestra recomendación de vacuna actual debe someterse a un amplio escrutinio para garantizar la seguridad y la eficacia.

Necesidad crítica de replicar los estudios de seguridad de COVID-19 a largo plazo

La declaración de Raszek en el “DarkHorse Podcast” sobre la necesidad urgente de replicar el estudio de los investigadores suecos porque las consecuencias son muy grandes es primordial.

Como dijo Malone en ese mismo podcast, el desarrollo del cáncer tras una lesión de los mecanismos de reparación del ADN puede tardar años en manifestarse.

Y las vacunas nunca serían identificadas como las culpables sin un sólido seguimiento a largo plazo de todos los resultados sanitarios -no sólo de la infección por COVID- tras la vacunación.

El seguimiento después de la vacunación también debe incluir el control de un grupo de control sólido de individuos que no recibieron la vacuna.

Sin embargo, durante los ensayos clínicos de las vacunas de Pfizer y Moderna, a los individuos que inicialmente recibieron el placebo se les permitió posteriormente tomar la vacuna, lo que destruyó la oportunidad de realizar un seguimiento a largo plazo de todos los resultados de salud en aquellos que no recibieron la vacuna.

El hecho de que las vacunas COVID se recomienden a todo el mundo y, en algunos casos, existan mandatos de los empleadores, hará que sea imposible realizar estos estudios.

A pesar de que en la actualidad carecemos de datos de seguridad a largo plazo, en Inglaterra han surgido hallazgos recientes que documentan que los datos de mortalidad ponderada por todas las causas de los individuos vacunados han aumentado de forma constante hasta el punto de que la tasa de mortalidad es actualmente más alta entre los vacunados que entre los no vacunados.

Las tasas de mortalidad ajustadas a la edad de los vacunados en comparación con los no vacunados para las semanas 1 a 26 de 2021 se grafican a continuación utilizando los datos generados por el doctor Norman Fenton, profesor de gestión de información de riesgos, y el doctor Martin Neil, profesor de informática y estadística. Ambos están afiliados a la Universidad Queen Mary de Londres.

En general, el gráfico muestra que, a lo largo del tiempo, la tasa de mortalidad ponderada de los vacunados ha aumentado de forma constante y, en la semana 16 (abril), superaba a la de los no vacunados.

Dado que Estados Unidos sigue políticas de vacunación similares, es lógico suponer que aquí se está produciendo el mismo escenario.

Tasa de mortalidad por todas las causas estandarizada por edad por 100K por semana: gráfico