El doctor Raymond Obomsawin fue un hombre valiente que defendió los más altos principios de la atención sanitaria. Fue uno de los primeros en denunciar las lesiones y muertes que siguen a los programas de vacunación masiva. Falleció el 28 de diciembre en su casa, rodeado de su familia.

En su conferencia de 2015, “La verdad sobre las vacunas: la inmunidad, las enfermedades infecciosas y la ciencia de la vida de la vacunación”, nos muestra a través de hechos históricos y estadísticos que las vacunas, junto con los productos químicos, farmacéuticos y los alimentos desnaturalizados, han tenido un impacto grave y negativo en la salud humana.

En la década de 1980, el gobierno canadiense destinó importantes fondos a los “Programas Ampliados de Inmunización” en el Sudeste Asiático. Como analista de evaluación de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional, Obomsawin fue enviado a Tailandia en 1991 para evaluar el impacto de esa iniciativa. Lo que encontró no le gustó al gobierno.

En lugar de mejorar la salud de los niños, Obomsawin descubrió que el “programa de inmunización” ampliado estaba causando daños, incluso muertes, tras la vacunación. Incluyó estas conclusiones en su informe de evaluación, que el gobierno se negó a publicar.

Evidentemente, se había topado con la sombría realidad de que el programa de vacunación ampliado no salvaba vidas, sino que socavaba la salud de los niños, por lo que sus hallazgos tuvieron que ser suprimidos. Algunos años más tarde, tal y como informó Robert F. Kennedy Jr., Morgensen y sus colegas publicaron informes similares en los que se descubría que los programas de vacunación infantil en África Occidental provocaban entre 5 y 10 veces más muertes en los niños inyectados con vacunas DTP que en los que no habían sido vacunados. Al igual que la supresión de los hallazgos de Obomsawin, también se suprimió y censuró el aumento de las muertes de niños africanos.

El informe seminal de Obomsawin, “Inmunización universal: ¿milagro médico o espejismo magistral?”, documenta sus hallazgos en el sudeste asiático y la información histórica y mundial pertinente sobre el impacto negativo de los programas de vacunación masiva en la salud humana.

En el prefacio de la tercera edición del informe, escribe:

“La investigación que se recoge en este documento aborda la cuestión de la inmunización universal desde una perspectiva muy amplia, yendo así mucho más allá de las realidades más obvias de que se trata de un “tinglado médico” urdido por una industria farmacéutica en deuda con sus inversores, y dispensado y defendido religiosamente por los médicos alópatas. Mediante el empleo de análisis transdisciplinares e integradores, se recurre a una amplia gama de disciplinas y campos de pensamiento al considerar los propósitos, las políticas y las prácticas que rodean la inmunización masiva … Como documento de revisión, este informe plantea un desafío abierto a la base científica, de desarrollo y humanitaria de esta política pública mundial, instando a su vez a los gobiernos nacionales a establecer un enfoque intersectorial mucho más racional, eficaz e inocuo en la búsqueda de asegurar que los niños y las familias de nuestra comunidad mundial disfruten de una inmunidad natural de por vida a las enfermedades infecciosas.”

Instamos a todas las personas preocupadas por el continuo y agresivo despliegue de los programas de vacunación masiva a que descarguen y guarden el histórico informe de Obomsawin. Lo que ocurría entonces se nos impone ahora de forma ampliada y agresiva. La historia seguirá repitiéndose si seguimos ignorando el pasado y no actuamos hoy de forma decisiva contra las malévolas políticas de “salud” desbocadas.

Como explica Obomsawin:

“El complejo médico-industrial no ha vacilado ni modificado su postura de proporcionar respaldo y promoción encubiertos a lo que es en gran medida una solución tecnológica sin demostrar y de dudoso origen, que lleva sus propias semillas de enfermedad y muerte.”