El profesor Ehud Qimron, jefe del departamento de microbiología e inmunología de la Universidad de Tel Aviv y uno de los principales inmunólogos de Israel, denunció la semana pasada lo que calificó de mala gestión de la pandemia por parte del gobierno israelí.

En una carta abierta al Ministerio de Sanidad de Israel, Qimron escribió:

“Con dos años de retraso, por fin se dan cuenta de que un virus respiratorio no puede ser derrotado y que cualquier intento de este tipo está condenado al fracaso. No lo admiten, porque no han admitido casi ningún error en los últimos dos años, pero en retrospectiva, está claro que han fracasado estrepitosamente en casi todas sus acciones, e incluso los medios de comunicación ya están teniendo dificultades para cubrir su vergüenza.”

En su detallada y crítica carta, Qimron acusó al gobierno de ignorar la ciencia epidemiológica establecida acerca de las infecciones y la inmunidad natural, de negar las pruebas relativas al fracaso de la vacunación y de las pruebas, de no establecer protocolos fiables para informar de los efectos secundarios y de participar en confinamientos inútiles que “destruyeron la educación de nuestros hijos y su futuro.”

Gran parte de la carta está dedicada a denunciar que el gobierno no consulta ni sigue las recomendaciones de los científicos más cualificados en la materia, sino que se confabula con Pfizer para publicar “artículos no objetivos junto con altos ejecutivos de Pfizer sobre la eficacia y seguridad de las vacunas.”

Qimron contrastó las “medidas políticas destructivas” de Israel -medidas políticas que se reflejan en Estados Unidos- con las “políticas sensatas de algunos otros países”.

Llegó a la conclusión de que actualmente no hay ninguna emergencia médica.

“La única emergencia ahora es que usted sigue estableciendo medidas políticas y disponiendo de enormes presupuestos para propaganda e ingeniería psicológica en lugar de dirigirlos a fortalecer el sistema de salud”, escribió Qimron.

Lea la carta original en hebreo aquí o la traducción completa de Google aquí:

Ministerio de Sanidad, es hora de admitir el fracaso

Al final, la verdad siempre saldrá a la luz, y la verdad sobre las medidas políticas contra el coronavirus está empezando a revelarse. Cuando los conceptos destructivos se derrumban uno a uno, no queda más que decirle a los expertos que dirigieron la gestión de la pandemia: se lo dijimos.

Con dos años de retraso, por fin se dan ustedes cuenta de que un virus respiratorio no puede ser derrotado y que cualquier intento está condenado al fracaso. No lo admiten, porque no han admitido casi ningún error en los últimos dos años, pero en retrospectiva, está claro que han fracasado estrepitosamente en casi todas sus acciones, e incluso los medios de comunicación ya están teniendo dificultades para cubrir sus vergüenzas.

Ustedes se negaron a admitir que la infección viene en oleadas que se desvanecen por sí solas, a pesar de años de observaciones y conocimientos científicos. Se empeñaron en atribuir todo el declive de una ola únicamente a las acciones que ustedes dictaban, y así, mediante una falsa propaganda, “superaron la plaga”. Y de nuevo la derrotaron, y de nuevo y de nuevo y de nuevo.

Ustedes se negaron a admitir que las pruebas masivas son ineficaces, a pesar de que sus propios planes de contingencia así lo indican explícitamente (“Plan de Preparación del Sistema Sanitario para la Gripe Pandémica, 2007”, p. 26).

Ustedes se negaron a admitir que haberse recuperado de la infección es más protector que la vacuna, a pesar de los conocimientos y observaciones anteriores que demuestran que las personas vacunadas no recuperadas tienen más probabilidades de infectarse que las recuperadas.

Se negsron a admitir que los vacunados son contagiosos a pesar de las observaciones. Basándose en esto, ustedes esperaban lograr la inmunidad de grupo mediante la vacunación, y también fracasaron en eso.

Ustedes insisteron en ignorar el hecho de que la enfermedad es decenas de veces más peligrosa para los grupos de riesgo y los adultos mayores que para los jóvenes que no están en los grupos de riesgo, a pesar de los conocimientos que llegaron de China ya en 2020.

Ustedes se negaron a adoptar la “Declaración de Barrington“, firmada por más de 60.000 científicos y profesionales médicos, u otros programas de sentido común.

Ustedese eligieron ridiculizarlos, calumniarlos, desacreditarlos y distorionar sus palabras. En lugar de los programas y las personas adecuadas, han elegido a profesionales que carecen de la formación pertinente para la gestión de la pandemia (físicos como asesores principales del gobierno, veterinarios, agentes de seguridad, personal de los medios de comunicación, etc.).

No han establecido un sistema eficaz para informar de los efectos secundarios de las vacunas, e incluso se han borrado los informes sobre efectos secundarios de su página de Facebook. Los médicos evitan relacionar los efectos secundarios con la vacuna, no sea que se les persiga como se hizo con algunos de sus colegas.

Han ignorado la existencia de muchos informes sobre los cambios en la intensidad de la menstruación y la duración del ciclo menstrual. Ocultaron datos que permiten una investigación objetiva y adecuada (por ejemplo, eliminó los datos de los pasajeros del aeropuerto Ben Gurion). En su lugar, eligieron publicar artículos no objetivos junto con altos ejecutivos de Pfizer sobre la eficacia y seguridad de las vacunas.

Daños irreversibles a la confianza

Sin embargo, desde las alturas de su arrogancia, también han ignorado el hecho de que al final se revelará la verdad. Y comienza a revelarse. La verdad es que ha llevado la confianza del público en ustedes a un nivel bajo sin precedentes, y ha erosionado su estatus como fuente de autoridad.

La verdad es que han quemado cientos de miles de millones de shekels en vano, por la intimidación de las publicaciones, por las pruebas ineficaces, por los confinamientos destructivos y por la alteración de la rutina de la vida en los últimos dos años.

Han destruido la educación de nuestros hijos y su futuro. Hicieron que los niños se sintieran culpables, tuvieran miedo, fumaran, bebieran, se hicieran adictos, abandonaran los estudios y se pelearan, como atestiguan los directores de las escuelas de todo el país. Han perjudicado los medios de vida, la economía, los derechos humanos, la salud mental y la salud física.

Calumniaron a los colegas que no se rindieron ante ustedes, pusieron al pueblo en su contra, dividieron a la sociedad y polarizaron el discurso. Ustedes tacharon, sin ninguna base científica, a las personas que decidieron no vacunarse como enemigos del público y como propagadores de enfermedades.

Ustedes promueven, de forma inédita, unas medidas políticas draconianas de discriminación, negación de derechos y selección de personas, incluidos niños, por su decisión médica. Una selección que carece de toda justificación epidemiológica.

Cuando se comparan las medidas políticas destructivas que uestedes están llevando a cabo con las medidas políticas sensatas de algunos otros países, se puede ver claramente que la destrucción que han causado sólo ha añadido víctimas más allá de los vulnerables al virus.

La economía que arruinaron, los desempleados que provocaron y los niños cuya educación destruyeron, son un excedente de víctimas que se ha provocado exclusivamente como resultado de sus propias acciones.

Actualmente no hay ninguna urgencia médica, pero ustedes llevan dos años cultivando esa condición por ansias de poder, presupuestos y control.

La única emergencia ahora es que ustedes siguen estableciendo medidas políticas y destinando enormes presupuestos a la propaganda y la ingeniería psicológica en lugar de dirigirlos a fortalecer el sistema de salud.

¡Esta emergencia debe terminar!

Profesor Udi Qimron, Facultad de Medicina, Universidad de Tel Aviv