El discurso del Presidente Biden de la semana pasada fue impresionante. Como informó acertadamente “Associated Press”, el presidente pasó de una guerra contra el coronavirus a una guerra contra los “no vacunados”.

Coaccionar a los no vacunados fue el primer y más importante punto del presidente: La única forma de volver a la normalidad es mediante la vacunación, las pruebas y las mascarillas, dijo.

Pero el presidente fue mucho más allá: vilipendió a los no vacunados. No están “haciendo lo correcto”. Están “impidiendo que demos la vuelta a la tortilla”. Están “bloqueando la salud pública”.

“La negativa [de los no vacunados] nos ha costado a todos”, dijo Biden.[of the unvaccinated]

Dirigiéndose a los 80 millones de personas que rechazan la vacunación, el presidente dijo, como si se dirigiera a niños revoltosos, que “nuestra paciencia se está agotando”.

Fue más allá, empatizando con el enfado y la ansiedad de aquellos que han sido vacunados y, por tanto, están presumiblemente protegidos. “No podemos dejar que los no vacunados deshagan este progreso”, amenazó, aunque confundió las palabras al pronunciarlas.

Biden también atacó a los médicos disidentes, sugiriendo que son “teóricos de la conspiración” y no “médicos de verdad”. Sus comentarios se hicieron eco de los llamamientos que otros han hecho, incluida la Federación de Juntas Médicas Estatales, de que se retiren las licencias médicas a los médicos que se atrevan a plantear preguntas sobre la seguridad de las vacunas.

El discurso del presidente fue profundamente perturbador. Exhortó a la coacción médica de una terapia genética experimental para un virus con una tasa de supervivencia del 99% para una gran parte de la población, y de la que nadie asume la responsabilidad financiera en los casos en que se producen lesiones o muertes.

Además, Biden engañó al público sobre la aprobación de vacunas. Sugirió que, dado que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) aprobó la vacuna Comirnaty de Pfizer el 23 de agosto, no hay nada más que los no vacunados tengan que “esperar”.

Sin embargo, la FDA no ha autorizado las vacunas de Moderna, Johnson & Johnson (comercializada como Janssen) y Pfizer-BioNTech, y la vacuna autorizada de Pfizer, Comirnaty, en gran parte no está disponible en los Estados Unidos.

Las vacunas que están disponibles son, en su gran mayoría, las que tienen Autorización de Uso de Emergencia, para las que la ley federal exige que exista el derecho de rechazo, según el Título 21 U.S.C. § 360bbb-3(e)(1)(A)(ii)(III) de la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos.

Como informó “The Defender” el mes pasado, la maniobra de la administración en cuanto a la licencia es una táctica cínica de ofrecer una cosa y dar otra.

El discurso del presidente anunció que todo el peso del gobierno federal caerá contra quienes rechazan legalmente una intervención médica experimental no deseada. Peor aún, trató de alistar a los vacunados en esta campaña divisiva y peligrosa.

Ningún presidente debería tratar de demonizar a ciudadanos que ejercen el derecho humano fundamental al consentimiento informado. Ningún presidente debería jugar a los médicos y exigir tasas de vacunación del 100%.

La toma de decisiones médicas debe ser individual e individualizada, y producirse en el contexto de la relación médico-paciente. Ninguna intervención médica puede ser segura y eficaz para todos, como estaba sugiriendo el presidente. La ciencia no respalda la división de las personas por su estado de vacunación y la discriminación por ese motivo, como pretendía el presidente, ni la ley ni la ética respaldan una discriminación perjudicial.

El presidente no respetó los derechos individuales a ejercer el consentimiento informado. El Código de Nuremberg, que Estados Unidos promulgó y ha ampliado con el tiempo, es donde se expresa mejor: “El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial”.

Sugerir que la “gran mayoría de los estadounidenses” puede demonizar y marginar a una minoría por rechazar una medicación experimental es aborrecible.

Pero, ¿qué quiso decir realmente el presidente Biden cuando habló de los “no vacunados”? ¿Las personas que rechazan las vacunas COVID están realmente sin vacunar?

No. La gran mayoría ha recibido muchas vacunas a lo largo de su vida: polio, difteria, tétanos, tos ferina, sarampión, paperas, rubeola, hepatitis B, gripe y una batería de otras. Simplemente han optado por no ponerse las vacunas experimentales de COVID que aún no han terminado la fase 3 de los ensayos clínicos (los ensayos de Moderna llegan hasta 2022, los de Pfizer hasta 2023) las cuales tienen una protección de responsabilidad general para los fabricantes, los proveedores de atención médica y los funcionarios del gobierno.

Esas personas han decidido que no es lo adecuado para ellos. Ya sea porque se oponen a todas las vacunas, o a ésta, ya sea por razones científicas, religiosas o médicas, ya sea porque ya se han visto perjudicados por una vacuna lo cual los pone en mayor riesgo, o porque han adquirido una inmunidad natural porque ya han tenido el virus, están en su derecho.

Sugerir que el gobierno o la mayoría tiene derecho a marginar a la minoría por motivos de vacunación contra el COVID es chocante.

Sin embargo, es probable que “no vacunado” pronto signifique cualquier persona que no haya recibido la última dosis de refuerzo. A finales de septiembre, “no vacunado” o “no totalmente vacunado” significará probablemente cualquier persona que no haya recibido dos o tres dosis de la vacuna COVID, dependiendo de la marca que la persona haya tomado inicialmente. ¿Quién sabe cuántos refuerzos más nos esperan?

La bendición final del presidente a los que están “en primera línea de esta pandemia” y a “nuestras tropas” fue especialmente dolorosa, porque son precisamente estas personas, con un profundo conocimiento de la enfermedad y de las vacunas, las que están rechazando las vacunas en gran número, y las que ahora corren el riesgo de perder su sustento.

A estas personas que se jugaron la vida durante la pandemia se les pide que lo pierdan todo si ejercen su derecho a rechazar este tratamiento médico.

¿Qué podemos hacer?

  1. Entienda que usted es el no vacunado, sin importar cuántas vacunas haya recibido. La administración está buscando chivos expiatorios porque la COVID sigue aquí, y es probable que siga aquí durante un tiempo. Es probable que el término “no vacunado” sea un objetivo en movimiento, y que se reajuste perpetuamente lo que significa estar “totalmente vacunado” y “no vacunado”.
  2. Infórmese. Suscríbase a “The Defender” de “Children’s Health Defense” (CHD). Es gratis. Dígaselo a tus amigos.
  3. ¡Diga lo que piensa! Si cree que la medicina obligatoria con productos experimentales no es una buena idea, ahora es el momento de pronunciarse. Hágaselo saber a tus funcionarios electos, llame a la Casa Blanca, acuda a las reuniones de su consejo escolar. Recuerden el poema del pastor Martin Niemoller: “Primero vinieron a por los comunistas, y yo no me pronuncié porque no era comunista”.
  4. Actúe según su conciencia. Considere la posibilidad de participar en la Semana de Paro a partir de hoy, 13 de septiembre. Aléjese de las escuelas y los trabajos médicamente coercitivos.
  5. Encuentre su tribu. Únase a las delegaciones de CHD en nuestro sitio web, o consulte las organizaciones afiliadas, como “Health Choice”, “Millions Against Medical Mandates”, “National Vaccine Information Center”, “Informed Consent Action Network” y otras.
  6. Participe en manifestaciones. Muestre su apoyo a la libertad sanitaria en concentraciones pacíficas en todo el país.
  7. No deje su trabajo. Si su lugar de trabajo obliga a la vacunación, explore las exenciones legales. Si le deniegan la exención, obligue a su empleador a realizar los trámites para despedirle. Aunque es desagradable, el despido es la única manera de preservar sus derechos. Los abogados de todo el país ya están presentando demandas basadas en la discriminación, la Ley de Estadounidenses con Discapacidades, motivos constitucionales y otros. Es posible que pueda recibir los salarios atrasados y la reincorporación si las demandas tienen éxito. Si renuncia, no podrá reivindicar ningún derecho: su salida se considerará voluntaria, aunque no lo haya sido.
  8. Vote en conciencia. Si tiene la oportunidad de votar en noviembre, vote en conciencia. Si sus funcionarios elegidos no respetan sus derechos más preciados, ¡vote para que se marchen!

Según el discurso del Presidente Biden, los próximos meses pueden ser un reto. Esto es con lo que puede contar de CHD:

  • No nos rendiremos.
  • Estaremos a su lado.
  • Proporcionaremos información diaria necesaria.
  • Defenderemos sus derechos en nuestro Rincón Comunitario, en CHD Live! y en todo el trabajo que realizamos.
  • Seguiremos luchando en los tribunales contra la tiranía médica. Continuaremos con las demandas contra la falsa autorización de la FDA, contra la censura federal y contra los mandatos de vacunas, mascarillas y pruebas. Seguiremos luchando por el derecho a las exenciones religiosas y médicas y por el derecho al consentimiento libre e informado, sin obstáculos por parte del gobierno.
  • Y sobre todo lucharemos por nuestro futuro, por nuestros hijos.

Por favor, apoye nuestro trabajo de la manera que pueda. Gracias.