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octubre 01, 2020

El juego de la persuasión: manipular la intención de recibir la vacuna Covid-19

Por el equipo de Children’s Health Defense (Defensa de la salud infantil)

En diciembre pasado,los principales expertos en vacunas del mundo se reunieron en Ginebra y reconocieron que la confianza en las vacunas estaba por los suelos. A pesar de los mejores esfuerzos de los poderes establecidos encargados de salud pública para burlarse y disipar la “vacilación ante las vacunas ”, estos expertos, convocados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), confesaron que el número de ciudadanos y profesionales de la salud que están planteando preguntas sobre la seguridad de las vacunas había entrado en una espiral que estaba escapando a su control. Uno de los asistentes, un antropólogo afiliado a la OMS que ha hecho carrera puliendo los mensajes sobre las vacunas y cambiando el nombre a las preocupaciones por las vacunas para convertirlas en “rumores“, incluso admitió que no había investigación científica legítima que respaldara ‘las tajantes afirmaciones sobre la seguridad” de las vacunas que hacen sus defensores.

Como por arte de magia, el SARS-CoV-2 y Covid-19 se materializaron a principios de 2020, justo a tiempo para dar un nuevo papel a las vacunas, presentándolas como solución en lugar de como problema. De hecho, a las vacunas se les ha dado un papel protagonista en el tenso drama global que se está desarrollando, y los medios de comunicación las promocionan engañosamente como el mejor e incluso el único “camino hacia la inmunidad”. De manera frustrante para los vendedores de vacunas, este aluvión diario de propaganda no solo no ha logrado el efecto deseado, sino que va en la dirección equivocada. En la encuesta más reciente, dos de cada cinco estadounidenses (40%) indicaron que no tienen la intención de ponerse una vacuna Covid-19, y el porcentaje que expresa interés en una vacuna mostró una caída del 10% desde mayo.

Perplejos por esta obstinación, los científicos del comportamiento han decidido hacerse cargo del juego de la persuasión, aprovechando la bonanza de los dólares para investigación que de repente se ofrecen para cualquier cosa relacionada con Covid-19. El 8 de julio, la Universidad de Yale completó silenciosamente un ensayo controlado aleatorio que evaluaba el impacto de “Mensajes persuasivos para la aceptación de la vacuna COVID-19” y, a fines de agosto, la Universidad de Vanderbilt emitió un comunicado de prensa que resumía los resultados de un estudio similar. (También se están llevando a cabo los mismos tipos de estudios para determinar la mejor manera de convencer a las personas de que se aíslen socialmente, acepten la distancia social y el uso de mascarillas). Da la casualidad de que tanto Yale como Vanderbilt son anfitrionas de ensayos clínicos para las vacunas Covid-19, y los estudios de persuasión de ambas instituciones operan desde la insultante premisa de que las personas que toman decisiones independientes sobre las vacunas son cobardes, egoístas y poco científicas. De manera igualmente insultante, los investigadores universitarios parecen creer que las masas ignorantes pueden ser manipuladas hacia una forma diferente de pensar si se les expone a los mensajes adecuados.

Además, … la encuesta midió el juicio social de quienes no se vacunan, definido como la fiabilidad, el egoísmo, la simpatía y la capacidad general de quienes optan por no vacunarse después de que una vacuna esté disponible.

Variaciones en un tema

El grupo de Yale remató su encuesta en cinco días, asignando al azar a 4.000 personas a uno de los 12 grupos creados para experimentar con diferentes estrategias para manipular actitudes y comportamientos futuros. Con la excepción de dos grupos de control, cada grupo restante recibió uno de los 10 mensajes diseñados para informar al encuestado sobre la voluntad de recibir una vacuna Covid-19 “una vez que la vacuna esté disponible”. Los mensajes jugueteaban con temas relacionados con la libertad (personal o económica), el beneficio social o económico, la presión social, la confianza en la ciencia y la valentía. En el último grupo, por ejemplo, el mensaje mostraba a los bomberos, médicos y trabajadores médicos de primera línea como los abanderados de la valentía, mientras que estigmatizaba a las personas que tomaban la decisión de no ponerse la vacuna Covid-19 como “no valientes”.

 

Aunque los investigadores de Yale estaban interesados principalmente en la “intención de ponerse una vacuna”, también exploraron el impacto de sus mensajes en la confianza en la vacuna, la voluntad de persuadir a otros para que se vacunen y el miedo a los no vacunados, lo que demuestra que tienen la intención de atacar a los que se niegan a hacerlo desde una variedad de ángulos. Además, en una demostración descarada de las tácticas vergonzosas de divide y vencerás que se llevan empeando ya durante bastante tiempo, la encuesta midió el “juicio social hacia quienes no se vacunan”, definido como “la fiabilidad, el egoísmo, la simpatía, y la capacidad general de quienes eligen no vacunarse después de que una vacuna esté disponible “.

Mientras tanto, el estudio de Vanderbilt evaluó las “preferencias personales de riesgo”, reconociendo que “la inmunización con una vacuna nueva es una apuesta“. Después de descubrir que cuanto más “naturalmente dispuesta” estaba una persona a asumir riesgos, más probable era que dijera que planeaba vacunarse, la investigadora fue más allá e hizo experimentos para convencer a las personas “reacias al riesgo” de que se pusieran una vacuna Covid-19. Este segundo experimento comparó un mensaje que enfatizaba el “deber social y el beneficio” (definido como inmunidad colectiva) con un segundo mensaje que enfatizaba la “alta tasa de efectividad de la hipotética vacuna, los efectos secundarios limitados y su aprobación a través de un proceso estandarizado y riguroso”. Para la multitud reacia al riesgo, descubrió que, si bien el argumento de la inmunidad colectiva tenía cierta influencia, el segundo mensaje (“seguro y eficaz”) fracasaba por completo. (La investigadora señaló que su estudio “no investigó a las personas que rechazan categóricamente todas las vacunas”).

Abriendose camino entre la propaganda

Los mensajes centrados en la economía del estudio de Yale son particularmente ofensivos, y culpan a un organismo no vivo de “limitar la libertad económica” y “causar estragos en la economía”. Los observadores más honestos saben que la verdadera culpa de la carnicería que ha sufrido la economía en los últimos seis meses debe recaer directamente sobre los hombros de los responsables políticos y los funcionarios de salud locales, estatales y federales que han impuesto (y renovado despiadadamente) medidas sin precedentes, inconstitucionales y que no se basaban en la evidencia, llamadas eufemísticamente “intervenciones no farmacéuticas”, sobre un público cuyos peores miedos ellos mismos han ayudado a avivar. Como mostró un estudio de finales de julio publicado en la revista EClinicalMedicine, afiliada a The Lancet, los confinamientos interminables y las pruebas generalizadas han sido, ambos, inútiles en términos de reducir la mortalidad general. J.B. Handley afirma:

[C]onfinar a la sociedad fue una decisión política política insensible, tan devastadora para la sociedad que    los historiadores pueden juzgarla como la peor decisión jamás tomada. Peor aún, a medida que     estos hechos claros han estado disponibles, muchos legisladores no han cambiado de posición, a             pesar del hecho de que cada hora bajo cualquier etapa de confinamiento tiene un efecto dominó   de devastación para la sociedad.

Ahora, estos mismos legisladores políticos (con la connivencia voluntaria de científicos del comportamiento que son oportunistas y se ganan la vida ideando astuta propaganda y explotando impulsos humanos sinceros como el altruismo y el coraje) quieren manipular al público para que renuncie a las libertades personales y acepte intervenciones médicas coaccionadas y experimentales. Afortunadamente, las multitudes que se reunieron el fin de semana pasado en Berlín, Londres, Ottawa y muchas otras ciudades alrededor del mundo demostraron que cada vez más personas están rechazando la hipnosis y la coacción masiva, ya sea psicológica o física.

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