En el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre las muertes por miocarditis relacionadas con la vacuna COVID-19, los investigadores descubrieron que 100 personas en Inglaterra murieron de miocarditis poco después de que se les inyectara la vacuna COVID-19.

El estudio, publicado el 22 de agosto en la revista de la Asociación Americana del Corazón llamada “Circulation”,constató que más de la mitad (51) de las muertes se produjeron entre 1 y 28 días después de recibir una dosis de la vacuna de AstraZeneca y algo menos de la mitad (49) de las muertes se produjeron entre 1 y 28 días después de recibir una dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech.

La vacuna de AstraZeneca, cuyo uso no está autorizado en Estados Unidos, utiliza una tecnología de adenovirus similar a la utilizada por la vacuna COVID-19 de Johnson & Johnson (J&J, o Janssen), cuyo uso de emergencia está autorizado en EE.UU.

Investigaciones anteriores han subrayado el riesgo de miocarditis mortal asociado a la tecnología de ARNm utilizada en las vacunas COVID-19 de Pfizer y Moderna. Este estudio demostró que la tecnología utilizada en la vacuna de AstraZeneca presenta un riesgo similar.

El Dr. Peter McCullough, internista y cardiólogo de Dallas (Texas), destacó en un tuit del 15 de septiembre la importancia del nuevo estudio.

“Este estudio confirma que el riesgo de miocarditis se extiende tanto a las vacunas de ARNm como a las de adenovirus”, dijo McCullough a “The Defender”.

La tecnología utilizada en las vacunas de vectores virales de AstraZeneca y J&J, como informó anteriormente “The Defender”, hace que las células produzcan la proteína de espiga o pico, pero de una manera diferente a las inyecciones de ARNm.

La tecnología utiliza un virus conocido, el adenovirus, que es una causa común de infecciones respiratorias. El ADN del adenovirus se modifica para que, al entrar en la célula huésped, haga que la propia maquinaria de la célula produzca la proteína de espiga.

El adenovirus también se modifica para que no pueda replicarse, por lo que se denomina vacuna de vector adenoviral recombinante con defecto de replicación.

Cómo se llevó a cabo el estudio

El equipo de 14 investigadores -dirigido por la doctora Martina Patone, científica de datos y estadística médica de la Universidad de Oxford- analizó los datos de las personas de 13 años o más que se vacunaron contra el COVID-19 en Inglaterra entre el 1 de diciembre de 2020 y el 15 de diciembre de 2021.

Los autores evaluaron la asociación entre la vacunación y la miocarditis para diferentes grupos de edad y sexo, haciendo un seguimiento de los ingresos hospitalarios y las muertes por miocarditis por edad y sexo y en relación con el número de dosis de una vacuna que se le inyectó a la persona.

En Inglaterra, las tres vacunas contra el COVID-19 que se administraban en ese momento eran las de Pfizer, Moderna y AstraZeneca.

Aproximadamente a 20 millones de personas se les administró la vacuna de AstraZeneca, a 20 millones la de Pfizer y a algo más de 1 millón la de Moderna.

Durante el periodo del estudio, 345 pacientes fueron ingresados en el hospital por miocarditis entre 1 y 28 días después de que se les administrara la vacuna COVID-19, dijeron los autores.

Entre las personas ingresadas en el hospital por miocarditis a las que se les había administrado recientemente la vacuna de AstraZeneca, los investigadores contaron 40 muertes por miocarditis entre 1 y 28 días después de la primera dosis y 11 muertes por miocarditis entre 1 y 28 días después de la segunda dosis.

En el caso de los que recibieron la vacuna de Pfizer, 22 personas murieron de miocarditis entre 1 y 28 días después de que se les inyectara la primera dosis, 14 murieron de miocarditis entre 1 y 28 días después de que se les administrara una segunda dosis y 13 murieron de miocarditis entre 1 y 28 días después de que se les inyectara una tercera dosis.

Los investigadores no informaron de ningún caso de miocarditis mortal entre los que habían recibido recientemente la vacuna de Moderna.

Sin embargo, cuando utilizaron métodos estadísticos para estimar una “tasa de incidencia” que describiera la frecuencia con la que las personas declaraban tener miocarditis después de la vacunación, encontraron un mayor riesgo de desarrollar miocarditis después de los tres tipos de vacunas, especialmente después de una segunda dosis de la vacuna de Moderna.

Tras una segunda dosis de la vacuna de Moderna, señalaron, el aumento del cociente de riesgo de desarrollar miocarditis fue de 11,76 (IC del 95%, 7,25-19,08).

Los hombres menores de 40 años, como grupo, mostraron un mayor riesgo de miocarditis tras los tres tipos de vacunas.

Después de la primera dosis de la vacuna de Pfizer, el cociente de riesgo aumentado para los hombres menores de 40 años fue de 1,85 (IC del 95%, 1,30-2,62). Aumentó a 1,93 (IC 95%, 1,51-2,45) después de la segunda dosis y era de 1,89 (IC 95%, 1,34-2,67) después de la tercera dosis.

Del mismo modo, los investigadores informaron de un elevado cociente de riesgo aumentado de 3,06 (IC del 95%, 1,33-7,03) tras la primera dosis de la vacuna de Moderna para los hombres menores de 40 años. El riesgo aumentó a 16,83 (IC del 95%, 9,11-31,1) después de una segunda dosis. Después de una tercera dosis, el cociente de riesgo aumentado fue de 3,57 (IC 95%, 1,48-8,64).

Entre los hombres menores de 40 años a los que se les inyectó la vacuna de AstraZeneca, el cociente de riesgo aumentado de miocarditis tras la primera dosis fue de 1,33 (IC del 95%, 1,03-1,72) y tras la segunda dosis fue de 1,26 (IC del 95%, 0,96-1,65).

El equipo dijo que sus hallazgos permitirán “un debate informado sobre el riesgo de miocarditis asociado a la vacuna”.

Aunque este estudio es importante porque presenta la mayor serie publicada de casos mortales de miocarditis y los relaciona con las vacunas de ARNm y adenovirus COVID-19, McCullough dijo que otra de sus conclusiones es “engañosa”.

Los investigadores afirman erróneamente que el riesgo de miocarditis es elevado debido a la infección por COVID

En el estudio, el equipo de Patone intentó comparar el riesgo de contraer miocarditis debido a la vacunación con el riesgo de contraer miocarditis debido a una infección por SARS y concluyó que una infección por SARS-CoV-2 suponía un mayor riesgo de miocarditis en comparación con el riesgo asociado a la vacuna COVID-19.

Concluyeron que, en general, el “riesgo de hospitalización o muerte por miocarditis era mayor tras la infección por SARS-CoV-2 [COVID-19] que por la vacunación”.

McCullough dijo que esa conclusión es falsa. “Se está preocupando falsamente a la gente de que pueda contraer miocarditis con una infección respiratoria”, dijo.

McCullough añadió:

“El artículo de Patone es engañoso porque se basa en los códigos de la ICD [International Classification of Diseases] de los pacientes internos con COVID, los cuales no tienen miocarditis adjudicada del mismo modo que los pacientes externos”.

Los códigos ICD, dijo, son la fuente automatizada de datos hospitalarios que el equipo de Patone utilizó para determinar si una persona había sufrido miocarditis.

McCullough citó esta referencia en la sección de métodos del estudio:

“El resultado primario de interés fue el primer ingreso hospitalario causado por la miocarditis, o la muerte registrada en el certificado de defunción con el código de la Clasificación Internacional de Enfermedades, Décima Revisión(Tabla S1) relacionado con la miocarditis dentro del período de estudio (del 1 de diciembre de 2020 al 15 de diciembre de 2022). Se utilizó como fecha de evento la fecha más temprana de hospitalización o la fecha de muerte”.

Los códigos ICD se activan con la medición de la troponina cardíaca en el hospital, pero la medición de la troponina cardíaca por sí sola puede no ser un indicador de la miocarditis real, según McCullough.

“La razón por la que los pacientes del grupo COVID son hospitalizados se debe a la COVID”, dijo. “No hay adjudicación [que demuestre que tienen un caso real de miocarditis]. No hay indicios de que se haya hecho una resonancia cardíaca”.

McCullough continuó:

“Ahora bien, para los casos de miocarditis por la vacuna, la práctica clínica habitual es realizar electrocardiogramas, [pruebas de] troponinas, ecografías, resonancias magnéticas cardíacas, por lo cual le garantizo que los casos de la vacuna [en el estudio] son casos de miocarditis auténticos, los casos de COVID no lo son”.

Citando un estudio de la revista JAMA de 2021, McCullough explicó que la idea de que la infección por COVID-19 supone un alto riesgo de miocarditis no está respaldada por la investigación.

Dado que las investigaciones realizadas a principios de la década de 1990 demostraron que era posible que los coronavirus provocaran miocarditis, es comprensible que los investigadores estuvieran preocupados cuando apareció el SARS-CoV-2 (el virus que provoca la infección por COVID-19) en 2020 por la posibilidad de que causara miocarditis.

Por ello, un equipo de 20 investigadores llevó a cabo un estudio en 2021 sobre 1.597 atletas sometidos a pruebas de detección de miocarditis que tenían una infección por COVID-19. Publicaron sus hallazgos en JAMA, mostrando que la infección por COVID-19 tenía una asociación insignificante con la miocarditis, con menos del 3% de los atletas que experimentaron miocarditis y sin informes de hospitalizaciones o muertes debido a la miocarditis.

Los autores del estudio de JAMA dijeron:

“En este estudio de cohorte de 1.597 atletas de competición de EE.UU. con cribado de RMC tras la infección por COVID-19, 37 atletas (2,3%) fueron diagnosticados de miocarditis clínica y subclínica”.

“Así que sabemos por grandes estudios de la infección respiratoria [COVID-19] “, dijo McCullough, “que el riesgo de miocarditis es insignificante”.

Por el contrario, sabemos por los propios datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) que la miocarditis está asociada a la vacunación con COVID-19, dijo. “El recuento de casos en Estados Unidos que confirman los CDC a partir del 2 de septiembre es de 8.812 casos de miocarditis o pericarditis”, dijo McCullough.

Agregó:

“Se trata de una cifra enorme, y sabemos por los trabajos del doctor Tracy Hoeg que la mayoría de estos casos de miocarditis requieren hospitalización”.

“Como cardiólogo, diría que ningún caso de miocarditis es leve o transitorio o insignificante. Todo esto tiene una importancia extrema, ya que deja cicatrices en el corazón. Un único caso de miocarditis inducida por la vacuna es demasiado”.