El 26 de septiembre, el director general y presidente de Pfizer, Albert Bourla, predijo que la vida volverá a la normalidad en el plazo de un año, pero que es probable que sea necesario vacunar anualmente contra el COVID.

La visión de Bourla de una “vuelta a la vida normal” permitiría a Pfizer y Moderna obtener miles de millones de beneficios dispensando interminables dosis de refuerzo. Las ganancias que pueden llegar a obtener los fabricantes dependerán de la magnitud del despliegue.

“Dentro de un año creo que podremos volver a la vida normal”, dijo Bourla en una entrevista en el programa “This Week” de la cadena ABC.

Bourla dijo que no cree que esto signifique que las variantes dejen de existir, ni que “debamos poder vivir nuestra vida sin vacunarnos”.

El “escenario más probable”, dijo Bourla, es la vacunación anual con vacunas que duren al menos un año, “pero no lo sabemos realmente, tenemos que esperar y ver los datos”.

La predicción de Bourla se hizo eco de la del director general de Moderna, Stéphane Bancel, quien, al ser preguntado la semana pasada por su estimación de la vuelta a la vida normal, declaró al periódico suizo “Neue Zürcher Zeitung” que la pandemia de COVID podría haber terminado en un año.

El 1 de septiembre, Moderna solicitó a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) que autorizara el uso de una tercera dosis de refuerzo de su vacuna COVID.

Johnson & Johnson todavía tiene que presentar los datos de su vacuna de refuerzo a la FDA para su aprobación, aunque la empresa ha dicho que no tiene previsto obtener beneficios de su vacuna durante la pandemia.

Según “The Associated Press” (AP), la previsión media de los analistas sobre los ingresos de Moderna en 2022 se disparó un 35% después de que el Presidente Biden expusiera su plan de dosis de refuerzo a mediados de agosto.

La mayor parte de las vacunas administradas hasta ahora en Estados Unidos proceden de Pfizer y BioNTech. La analista de “Morningstar”, Karen Andersen, anticipa que sólo las dosis de refuerzo supongan unos 26.000 millones de dólares en ventas globales el año que viene para Pfizer -que se reparte los beneficios con BioNTech- y unos 14.000 millones para Moderna si se aprueban para casi todos los estadounidenses.

Los ejecutivos de Pfizer dijeron que esperan que, gracias a la vacuna, su margen de beneficio ajustado antes de los impuestos esté “muy por encima de los 20” como porcentaje de los ingresos. Esto se traduciría en un beneficio estimado de 7.000 millones de dólares el año que viene sólo por las dosis de refuerzo, según la predicción de ventas de Andersen.

Solo este año, Pfizer espera que su vacuna COVID genere 33.500 millones de dólares en ingresos, con acuerdos de suministro de vacunas por valor de más de 60.000 millones de dólares en ventas, solamente en 2021 y 2022. Los acuerdos incluyen el suministro de las dos dosis iniciales de sus vacunas, así como miles de millones de dólares con dosis de refuerzo potenciales para las naciones ricas.

Se prevé que la vacuna COVID de Pfizer represente el 42% de los ingresos totales de la empresa, y supondrá más de cinco veces los 5.800 millones de dólares acumulados el año pasado por la vacuna más lucrativa del mundo: Prevnar13 de Pfizer, una vacuna contra la enfermedad neumocócica.

Esto es un buen presagio para el desarrollo futuro de vacunas, dijo Erik Gordon, profesor de economía y negocios de la Universidad de Michigan. Las vacunas normalmente no son, ni de lejos, tan rentables como los tratamientos, dijo Gordon. Sin embargo, el éxito de las inyecciones de COVID podría atraer a más fabricantes de medicamentos e inversores de capital riesgo a este campo.

Para Pfizer y Moderna, las vacunas de refuerzo podrían ser más rentables que las dosis originales, ya que no conllevan los costes de investigación y desarrollo en los que incurrieron las empresas para sacar las vacunas al mercado inicialmente, informó AP.

El director general de “WBB Securities”, Steve Brozak, dijo que las inyecciones de refuerzo representarán “un beneficio casi puro” en comparación con las dosis iniciales.

Pfizer tiene la oportunidad de generar niveles de ingresos similares -o superiores- en el futuro, ya que los expertos predicen que COVID ha llegado para quedarse.

La FDA la semana pasada autorizó una tercera dosis de la vacuna de Pfizer para algunas personas: las mayores de 65 años y también aquellas “cuya exposición institucional o laboral frecuente” al virus les hace correr un alto riesgo de sufrir complicaciones graves por la enfermedad causada por el virus, dijo la agencia.

El 17 de septiembre, el Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados (“Vaccines and Related Biological Products Advisory Committee”, VRBPAC por sus siglas en inglés) de la FDA, un grupo de científicos que asesora a la FDA sobre la aprobación de vacunas, recomendó por unanimidad la Autorización de Uso de Emergencia para una dosis de refuerzo de la vacuna de Pfizer para personas de 65 años o más y para aquellas con sistemas inmunológicos comprometidos – pero votaron 16 – 2 en contra de recomendar las dosis de refuerzo para la población general, citando la falta de datos a largo plazo. El comité dijo que los riesgos no superaban los beneficios para esas personas.

La decisión fue percibida como un importante reproche a la administración Biden, informó STAT. Y ocurrió muy cerca las dimisiones de Marion Gruber y Phil Krause, dos reguladores de vacunas de la FDA con puestos clave, los cuales anunciaron sus dimisiones días después del anuncio inicial de Biden sobre las dosis de refuerzo.

El 24 de septiembre, la Dra. Rochelle Walensky, directora de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés), ignoró el consejo del comité asesor de vacunas de la agencia, despejando el camino para que los trabajadores de la salud, los maestros, los trabajadores de las tiendas de comestibles, los residentes de los centros de atención a largo plazo, los refugios para personas sin hogar, las prisiones y cualquier otra persona considerada de “alto riesgo” reciban una tercera inyección de Pfizer.

Walensky también aprobó las vacunas de refuerzo para los estadounidenses mayores de 65 años y los adultos con enfermedades subyacentes al menos seis meses después de la primera serie de vacunas, en consonancia con el grupo consultivo.

“Me preocupa que cualquier persona de menos de 30 años vaya a recibir una tercera dosis sin ninguna evidencia clara de que eso sea beneficioso para ellos, y con una evidencia más que teórica de que podría ser perjudicial para ellos”. dijo el Dr. Paul Offit, director del Centro de Educación sobre Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia y miembro del Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización (“Advisory Committee on Immunization Practices”, ACIP por sus siglas en inglés) de los CDC.

Offit también expresó su preocupación por el hecho de que, al desautorizar al ACIP, Walensky pueda haber perjudicado los esfuerzos por persuadir a más adultos no vacunados para que se vacunen contra el COVID.

“No es difícil asustar a la gente que ya se ha puesto dos dosis para que se ponga otra”, dijo Offit. “Estoy seguro de que puedes conseguir que que ellos se pongan 10 dosis más”.