Un estudiante de 17 años desarrolló síntomas de una afección cardíaca aproximadamente una semana después de su primera dosis de la vacuna COVID de Pfizer y posteriormente se le diagnosticó una afección cardíaca, dijo su padre el martes en“Fox & Friends”.

El adolescente ya había tenía COVID y se recuperó, pero se le exigió la vacuna para poder jugar al fútbol.

El padre del adolescente, Fabio Berlingieri, contó que su hijo fue vacunado el 15 de junio, y aproximadamente una semana después empezó a quejarse de que “le dolía el corazón cada vez que tenía un latido.”

Al principio, Berlingieri pensó que su hijo se había dado un tirón al hacer deporte. Pero cuando los síntomas persistieron, lo llevó a una clínica sin cita previa. Los médicos le hicieron un electrocardiograma y no encontraron nada malo, pero le recomendaron que viera a un cardiólogo al día siguiente. El cardiólogo hizo una ecografía, que de nuevo no reveló nada, y luego hizo algunos análisis de sangre.

Berlingieri dijo que les dijeron que tardarían dos o tres días en tener los resultados de los análisis de sangre. Cuando lo hicieron, fueron “malas noticias”.

“Me llamaron y me dijeron ‘su hijo tiene que ir a urgencias hoy'”. dijo Berlingieri. “Dije que hoy es su baile de graduación, ¿puede ir más tarde? Me dijeron: ‘no, tiene que ir ahora'”.

Los niveles de troponina de su hijo estaban “por las nubes”, explicó Berlingieri, y añadió que su hijo estuvo hospitalizado un par de días.

El hijo de Berlinigieri se perdió el baile de graduación y ahora no puede hacer “todas las cosas que le gustan”, como jugar al fútbol en otoño y hacer surf. La última revisión del cardiólogo mostró que su “electrocardiograma eran un poco anormales”.

“Lo que ocurrió, supongo, es que el oxígeno no llega a esas zonas”, dijo Berlingieri. “Así que tiene que sanar. Así que tiene que tener mucho cuidado de no hacer nada extenuante para que su ritmo cardíaco no aumente y [le ponga en] riesgo de sufrir un infarto”. [put him in]

La Dra. Nicole Saphier, colaboradora médica de Fox News, que apareció en la entrevista con Berlingieri, dijo que la forma en que el “New York Times” y los CDC presentan los datos relativos a los efectos adversos de las vacunas en los adolescentes es “irresponsable”.

“Seleccionan la forma de presentar los datos. Es un enfoque de todo o nada. Dicen que o los adolescentes están totalmente vacunados o todos y cada uno de ellos va a tener COVID-19. Así es como lo están cuadrando ahora mismo”, dijo Saphier.

Saphier dijo que debería darse más importancia a los posibles efectos adversos, como la miocarditis y otros problemas de inflamación del corazón, a la hora de decidir quién debe ser vacunado. También alentó a la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) a examinar más detenidamente las vacunas antes de recomendar una política universal.

Cuando le dijeron que el adolescente había tenido previamente COVID y se había recuperado, Saphier dijo:

“Por desgracia, siguen negando que la inmunidad natural ofrezca una protección sólida, y la verdad es que la tiene. Tenemos tantos datos que demuestran que la inmunidad natural tiene un efecto protector tan fuerte como las vacunas, pero siguen sin reconocerlo.

“Fabio, por sí mismo y por su familia, probablemente todavía tenía anticuerpos positivos. Probablemente no necesitaba la vacuna en este momento. Y ahora se ve con que no puede ni siquiera jugar al fútbol porque se vacunó para el fútbol. Es irresponsable. No tiene sentido. Y la FDA tiene que examinar un poco más de cerca estas vacunas antes de seguir haciendo recomendaciones universales”.

La miocarditis es una enfermedad inflamatoria autoinmune poco frecuente, en la que el sistema inmunitario ataca el músculo cardíaco y lo daña. Cuando el músculo cardíaco es atacado por el sistema inmunitario, las células dañadas liberan al torrente sanguineo una proteína llamada troponina, según el Dr. Hooman Noorchasm, cirujano cardiotorácico e inmunólogo.

“Los médicos pueden detectar indicios de daños en el corazón, incluso cuando hay pocos signos clínicos de problemas cardíacos, midiendo el nivel de troponina en sangre”, afirma Noorchasm. “Normalmente, esta proteína es indetectable en personas sanas que no están sufriendo un infarto o no están experimentando una miocarditis”.

La vacuna COVID de Pfizer está actualmente autorizada para su uso en personas mayores de 12 años. Los niños más pequeños, de entre 5 y 11 años, podrían ser candidatos a recibir la vacuna COVID en septiembre u octubre, según un alto ejecutivo de Pfizer.

Como informó “The Defender”, el 25 de junio la FDA añadió una advertencia a las hojas informativas -según lo aconsejado por el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC)- para las vacunas COVID de Pfizer y Moderna, indicando un mayor riesgo de miocarditis y pericarditis tras la vacunación.

La advertencia señala que los informes de acontecimientos adversos sugieren un mayor riesgo de miocarditis y pericarditis, especialmente tras la segunda dosis, apareciendo los síntomas a los pocos días de la vacunación.

Según los datos más recientes del Sistema de Notificación de Efectos Adversos de las Vacunas (“Vaccine Adverse Events Reporting System”, VAERS por sus siglas en inglés) de los CDC, se han producido un total de 1.576 casos de miocarditis y pericarditis entre el 14 de diciembre y el 28 de junio. De esos 1.576 casos, 1.001 se atribuyen a Pfizer, 523 a Moderna y 48 casos a la vacuna COVID de J&J.