La ex periodista de la CBS Sharyl Attkisson dijo en una entrevista la semana pasada que el cambio de los medios de comunicación dominantes desde el periodismo de investigación hacia una mentalidad de “verificación de hechos” que está patrocinada por empresas surgió del esfuerzo de los activistas de izquierda para desacreditar a los medios de comunicación conservadores.

Este cambio ha tenido un gran impacto en la cobertura informativa de la pandemia, dijo Attkisson.

Attkisson, ganadora de cinco Emmys por periodismo de investigación, dijo a los espectadores del programa “America’s Thought Leaders” (Líderes del pensamiento estadounidense) de “Epoch Times”, que el término “fake news” utilizado por los medios de comunicación en el período previo a la elección de Donald Trump probablemente nació de First Draft (Primer borrador), una organización de comprobación de datos en línea creada con fondos de Eric Schmidt, entonces director general de Google y partidario activo de Hilary Clinton.

“‘First Draft’ pensaba que las ‘fake news’ eran sólo un problema en los medios conservadores”, dijo Attkisson. “No había una versión liberal de las ‘fake news'”.

Attkisson dijo que antes de 2015 – 2016, no había ningún movimiento público “rogando que las grandes empresas tecnológicas, “Big Tech”, las redes sociales u otros terceros se interpusieran entre nosotros y la información abierta en línea o en las noticias.”

Pero eso ha cambiado, dijo.

“Mucha gente aceptó la idea de que un tercero que no sabe nada y que, francamente, está siendo movido por algún interés corporativo o político, pudiera decir lo que podemos y no podemos ver y leer, y lo que debemos creer”, explicó Attkisson.

Attkisson profundizó en el fenómeno en su libro más vendido, “Slanted: How the News Media Taught Us to Love Censorship and Hate Journalism” (“Sesgado: Cómo los medios de comunicación nos enseñaron a amar la censura y odiar el periodismo”), publicado en 2020, pero escrito antes de que se desarrollara la narrativa de la pandemia.

El resultado es “el loco panorama mediático que tenemos hoy”, dijo Attkisson, “en el que tenemos periodistas -ni siquiera creo que sean periodistas, sino escritores que amplifican lo que los científicos del establishment o los políticos quieren que digan- que actúan más como propagandistas que como periodistas”.

Durante su tiempo como reportera de investigación en la CBS, cubriendo las compañías farmacéuticas, ella percibió un cambio en la política editorial con respecto a las historias sobre las compañías farmacéuticas.

Attkisson dijo que a principios de la década de 2000:

“Me sorprendió que el cuestionamiento [de los representantes de la industria] cuando cubría las historias de la industria farmacéutica llegara a ser no sólo con la intención de tratar de dar forma a la información, sino más bien para evitar que se emitiese una historia o que se informáse sobre un estudio.[from industry representatives] Se daban esfuerzos por parte de las empresas de relaciones públicas a gran escala que habían sido contratadas por la industria farmacéutica y por los partidos gubernamentales y que trabajan con la industria farmacéutica para evitar que la historia fuera publicada en absoluto.”

Sobre la cobertura informativa de la pandemia, Attkisson dijo:

“No hace mucho tiempo, en los informativos no nos habríamos limitado a repetir acríticamente lo que decían el gobierno y la industria e intentar convencer a la audiencia de su verdad. Habríamos tratado con escepticismo estas fuentes que tienen un claro conflicto de intereses”.

Ahora, no podemos ni escuchar a otras fuentes ni a otros científicos, dijo.

Attkisson dijo que antes servían a los intereses de la propaganda son ahora “presencias editoriales” dentro de las salas de redacción. El cortafuegos entre aquellos que elaboran el mensaje y los periodistas se está rompiendo.

Destacó una serie de elementos de la pandemia que los medios de comunicación presentaron erróneamente, “sin arrepentirse” y sin llegar a admitir sus errores y falsas “campañas de desprestigio”.

La lista incluía:

  • Informes de que el COVID puede haberse originado en el laboratorio de Wuhan – inicialmente “desacreditado”, pero ahora ampliamente reconocido como probable.
  • Las afirmaciones ante el Congreso del Dr. Anthony Fauci en 2020 sobre la gravedad de la COVID – comentarios directamente contrarios a su propia investigación publicada en ese momento.
  • Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés) cambian sus normativas sobre las mascarillas: no… sí… quizás.
  • La eficacia de los confinamientos para limitar la propagación del virus… no fueron efectivos.
  • Las vacunas como 95% efectivas contra la transmisión y 100% efectivas contra la hospitalización y la muerte – no lo son.
  • Las vacunas como prevención de la transmisión – no la previenen.
  • Los fiascos de desinformación sobre los tratamientos clínicos disponibles.
  • Las consecuencias para la salud física y mental de los jóvenes de los mandatos para las escuelas por la pandemia.
  • Los CDC no han corregido las falsas afirmaciones sobre la “superinmunidad” de quienes reciben la vacuna de Pfizer después de haber sido infectados con COVID. La investigación de Pfizer no mostró ninguna ganancia neta de inmunidad para los vacunados que ya tenían inmunidad natural. No obstante, los funcionarios de los CDC compartieron esta información con los médicos en las presentaciones , aún después de haber admitido el error.

Definiéndose a sí misma como optimista, Atkkisson dijo que cree que los propagandistas han “tentado a la suerte” con Estados Unidos y se han vuelto “demasiado transparentes” en su agenda.

Alabó los esfuerzos de algunos empresarios por crear nuevas plataformas y medios de comunicación independientes, como Substack y Rumble, que se niegan a censurar los contenidos intelectuales.

“La verdad encuentra una forma de ser contada”, concluyó Atkkisson. “Puede llevar algún tiempo, pero la búsqueda de la verdad finalmente sale victoriosa”.