El presidente socialista de México, Andrés Manuel López Obrador, conocido popularmente por sus iniciales, AMLO, ha condenado a los titanes de las redes sociales de Silicon Valley por censurar la libertad de expresión en todo el mundo. Ha propuesto una coalición global de los gobiernos demócratas del mundo para enfrentarse a los barones ladrones de las grandes empresas tecnológicas, Big Tech y para defender a la humanidad de su asalto organizado a la libertad de expresión y a los derechos humanos.

AMLO, el llamado “Bernie Sanders de México”, ha expresado previamente reservas sobre la cascada global de infracciones de los derechos civiles por parte de funcionarios gubernamentales autoritarios y del cártel médico. Ha acusado a esta cábala de utilizar la pandemia como una oportunidad de conveniencia para trasladar la riqueza a multimillonarios y reemplazar la democracia por estados de vigilancia.

AMLO ha desafiado a la Organización Mundial de la Salud y al Fondo Monetario Internacional al proclamar que México no cerrará su economía ni exigirá confinamientos, mascarillas ni vacunas. Ha luchado contra COVID-19 poniendo a disposición del pueblo mexicano fármacos terapéuticos eficaces como la ivermectina y la hidroxicloroquina. Los críticos han acusado a los reguladores estadounidenses, liderados por el Dr. Anthony Fauci,de sabotear y suprimir estos remedios para prolongar la pandemia y enmarcar las vacunas como la única solución para el retorno a la normalidad.

“No se trata de salud pública”, dijo el Dr. James Neuenschwander, fundador del Bio Energy Medical Center en Ann Arbor, Mich. “Es más bien una toma de rehenes. El objetivo desde el principio era hacer que la gente se pusiera en fila para recibir la vacuna. Si reconocen otro remedio, la vacuna ya no es necesaria, por lo que es necesario suprimir esos remedios”.

El mes pasado el estimado neumólogo, el Dr. Pierre Kory, presidente de la Frontline COVID-19 Critical Care Alliance, dijo a un subcomité del Senado que Fauci, que ha comprometido $48 mil millones a la iniciativa de vacunas de los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health, NIH por sus siglas en inglés), no ha gastado nada en investigar medicamentos reutilizados o remedios fuera de patente que ofrecen menos potencial de ganancias económicas para las grandes farmacéuticas, Big Pharma, del NIH.

El presidente AMLO repitió que no restringirá la libertad de las personas, prefiriendo confiar en ellas para hacer lo correcto: “Mientras no tengamos la vacuna, lo mejor y más eficaz que podemos hacer es cuidar de nosotros mismos”.

AMLO no sólo se ha enfrentado al cártel médico, sino que ha declarado la guerra al capitalismo de amiguismo. Enfureció a los banqueros globales al limitar los salarios en el banco central y matar la construcción de un nuevo aeropuerto en la Ciudad de México, un despilfarro muy lucrativo para las entidades financieras. También enfureció a los barones del petróleo al forzar la renegociación de contratos de gasoductos de gas natural,lo que le ha convertido en un objetivo de inversores internacionales, la industria petrolera y banqueros.

López Obrador sigue siendo popular porque los mexicanos todavía lo ven como un líder dispuesto a enfrentarse a la corrupción y al capitalismo de amiguismo.