Por Michele Merkel

Desde 1945, los gobiernos locales han añadido flúor a los suministros públicos de agua potable para reducir las tasas de caries dental. Ahora, más de 207 millones de personas en los Estados Unidos reciben agua potable fluorada, casi tres cuartas partes de la población atendida por los sistemas comunitarios de agua.

Aclamado como un importante logro de salud pública del siglo XXI, la fluoración del agua de la comunidad ha contribuido a disminuciones significativas en las caries dentales. Gracias a productos fluorados como la pasta de dientes y el enjuague bucal, también hemos visto reducciones similares en países que no añaden flúor a su agua potable. Los beneficios del flúor en la prevención de la caries dental están bien documentados, pero es hora de reconsiderar la fluoración del agua de la comunidad a la luz de nuevas investigaciones. Los científicos se están uniendo para hacer sonar la alarma sobre el agua potable fluorada. Los datos muestran que el flúor consumido al beber el agua potable puede tener efectos neurológicos adversos para la salud, especialmente entre los niños.

Esta es la razón por la que la asociación Food & Water Watch, junto con grupos como Fluoride Action Network y la Academia Estadounidense de Medicina Ambiental, presentaron una petición en 2016 pidiendo a la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) que limitara o prohibiese la fluoración. Desde entonces los hemos llevado a juicio. Cuando la investigación científica está constantemente siendo atacada, debemos pedir responsabilidades a nuestras agencias de salud pública, asegurándonos de que revisen las nuevas investigaciones y de que tomen decisiones basadas en los descubrimientos científicos para proteger a nuestras comunidades.

Los riesgos para los niños superan los beneficios de la fluoración del agua

Hay evidencia científica en aumento que sugiere que el flúor podría tener efectos neurotóxicos dañinos,especialmente entre los lactantes alimentados con leche maternizada, los ancianos, los afroamericanos y las personas desnutridas. Estos riesgos incluyen una disminución en el coeficiente intelectual promedio en niños, TDAH, trastornos de atención y deterioro cognitivo entre las poblaciones mayores.

Los estudios realizados en Canadá y México, por ejemplo, encontraron asociaciones entre las concentraciones de flúor en mujeres embarazadas y los resultados adversos en sus hijos, incluyendo un menor coeficiente intelectual y un mayor riesgo de TDAH y falta de atención. Otro estudio canadiense encontró que los lactantes alimentados con leche maternizada en regiones con agua potable fluorada tenían puntuaciones de inteligencia no verbal más bajas,en comparación con los que vivían en regiones no fluoradas. Debido a que los bebés alimentados con leche maternizada consumen más agua que los lactantes amamantados y, por lo tanto, más flúor cuando viven en áreas fluoradas, tienden a tener un mayor riesgo de exposición elevada a flúor. Además, las regiones donde más personas reciben agua potable fluorada han visto tasas más altas de TDAH en niños y adolescentes,incluso después de ajustarse a las diferencias socioeconómicas.

La EPA no ha considerado los efectos neurotóxicos de la fluoración

A pesar de los datos científicos emergentes, los límites y recomendaciones existentes de la EPA y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos para el flúor en el agua potable no se basan en la neurotoxicidad potencial del flúor, sino que se basan en los impactos en los dientes y el sistema esquelético. Pero varios estudios han encontrado efectos neurológicos debidos al consumo de flúor en concentraciones consideradas aceptables por la EPA – menos de 4 mg/L. Se han observado reducciones medias de coeficiente intelectual incluso donde los niveles de flúor caen por debajo de los límites de la EPA. Incluso en concentraciones más bajas de flúor en las que el agua potable está “óptimamente fluorada” para prevenir la caries dental (0,7 mg/L), los lactantes alimentados con leche maternizada podrían experimentar resultados adversos del coeficiente intelectual. Tener en cuenta los beneficios, pero no los inconvenientes, como la EPA ha hecho con el tema la fluoración, no es una actitud científica fundamentada ni una buena forma de legislar.

La fluoración del agua de la comunidad ha sido un tema muy polémico desde que comenzó, hace más de medio siglo. Lo que no debería ser polémico es el compromiso de tomar decisiones basadas en la investigación científica con la intención de proteger la salud pública. Cuando el creciente cuerpo de la investigación científica indica que la fluoración del agua de la comunidad puede poner al público en un riesgo inaceptable, tenemos que evaluar seriamente la amenaza. Y cuando existen alternativas más seguras para prevenir la caries dental, no podemos eliminar la prohibición de fluoración de la mesa de negociaciones.

Michele Merkel es la directora general de programas de defensa de Food & Water Watch.

Publicado con permiso por Food & Water Watch.