Los niños y los adolescentes han estado en primera línea de muchos debates sobre la COVID-19, ya sea en relación con el cierre de escuelas, el uso de mascarillas o las vacunas experimentales.

En este nuevo libro electrónico, escrito desde la perspectiva de los pediatras que trabajan en la primera línea de la atención sanitaria, “Children’s Health Defense” (CHD) deconstruye la cobertura mediática basada en el miedo para subrayar el bajísimo riesgo que tienen los niños de contraer enfermedades graves por coronavirus y ayudar a los padres a tomar decisiones bien informadas.

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El alarmismo de los medios de comunicación no se ajusta a los hechos

En diciembre de 2020, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (“Food and Drug Administration”, FDA por sus siglas en inglés) aprobó el uso de emergencia de la vacuna experimental COVID de Pfizer para personas de 16 años en adelante.

En contra de toda evidencia razonable, la FDA amplió entonces esa autorización en mayo de 2021 a los adolescentes más jóvenes (de 12 a 15 años), y el 2 de noviembre, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (“Centers for Disease Control and Prevention”, CDC por sus siglas en inglés) dieron el visto bueno a la vacuna de Pfizer para niños de 5 a 11 años.

Para sopesar el riesgo de la infección natural -que confiere una inmunidad duradera y fuerte- frente al riesgo de la vacunación, es esencial que los padres y los miembros de la familia se armen de información precisa y completa.

En este libro electrónico, exhaustivo y ampliamente referenciado, CHD expone lo siguiente:

  • La gran mayoría de los niños y adolescentes que padecen la enfermedad por COVID tienen síntomas leves o no presentan síntomas y evolucionan sin problemas.
  • Existen medidas preventivas y tratamientos eficaces y económicos para el COVID.
  • Los confinamientos, el enmascaramiento y otras restricciones han pasado una factura mucho más alta en la salud física y mental de los niños que el COVID.
  • Los resultados “positivos” de la prueba PCR para el COVID significan poco: la mayoría son falsos positivos.
  • Las nuevas tecnologías de las vacunas COVID, incluidas las proteínas sintéticas de espiga o pico y las nanopartículas lipídicas que pueden atravesar la barrera hematoencefálica, introducen nuevas capas de complejidad y muchas más oportunidades de que algo salga mal.
  • Las inyecciones experimentales de COVID han provocado la muerte de adolescentes sanos o reacciones adversas graves que han cambiado su vida, como coágulos de sangre, problemas cardíacos, fatiga extrema e irregularidades menstruales.
  • Las vacunas COVID también plantean riesgos potenciales a largo plazo para los jóvenes sanos, incluidos los posibles efectos sobre la fertilidad. Cuatro de cada cinco mujeres embarazadas (82%) en un estudio de los CDC experimentaron la pérdida del embarazo después de recibir inyecciones de COVID en el primer o segundo trimestre.
  • Cuando una enfermedad supone muy poco riesgo para un joven sano, el perfil de seguridad de una vacuna recomendada debe ser ejemplar, pero este no es el caso de las vacunas COVID. Para los jóvenes, los daños de las vacunas COVID experimentales superan claramente los posibles beneficios.

La crisis del COVID ha puesto de manifiesto los peligros de las manifestaciones desde arriba de los funcionarios de salud pública. Como trata de demostrar este libro electrónico, las medidas de salud pública de talla única son ilógicas, ineficaces y perjudiciales. Nuestros hijos se merecen algo mucho mejor.

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