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octubre 15, 2020

Johnson & Johnson interrumpe los ensayos de su vacuna COVID tras una ‘enfermedad inexplicable’

Johnson & Johnson interrumpió temporalmente los ensayos clínicos de Fase 3 de su vacuna COVID-19 el lunes después de que un participante experimentara lo que la compañía denominó como “una enfermedad inexplicable”.

El fabricante multinacional de bienes de consumo envasados, dispositivos médicos y productos farmacéuticos se negó a proporcionar detalles sobre la reacción o enfermedad, dejando al público y a miles de otros participantes en el ensayo en la oscuridad.

En un comunicado de prensa, la compañía dijo que su decisión de retener los detalles se tomó por respeto a la privacidad del participante del ensayo. Pero la compañía también dijo que la enfermedad “podría estar relacionada con una vacuna”.

De acuerdo con las pautas de Johnson & Johnson para los ensayos clínicos, los ensayos se detienen sólo si los participantes experimentan un evento adverso relacionado con la vacuna. El estudio de La Fase 3 comenzó el 23 de septiembre y los investigadores contaban con inscribir a 60.000 participantes en los Estados Unidos y otros países.

Además, el ensayo de Johnson & Johnson utiliza una solución de cloruro de sodio (salina) como placebo. Las inyecciones salinas, consideradas por la comunidad científica como inofensivas, están ampliamente aceptadas como un tipo de control con placebo que es válido para los ensayos de vacunas.

En septiembre, el director de los Institutos Nacionales para la Salud, Francis Collins, dijo a los periodistas que los ensayos de vacunas que se llevan a cabo como parte de la”Operación Warp Speed” (Operación a toda velocidad) son más amplios y rigurosos que nunca.

Sin embargo, el ensayo de Johnson & Johnson no incluye a ninguna mujer embarazada, lo que hace imposible saber si la vacuna que está desarrollando la compañía podría dañarlas a ellas o a sus hijos. Todas las mujereres participantes en los ensayos que estén en “edad fértil” están obligadas a utilizar “un método anticonceptivo eficaz que sea aceptable” hasta tres meses después de recibir la vacuna experimental.

La Junta de Control de Datos y Seguridad, compuesta por un grupo de científicos y bioestadistas cuyas identidades no se conocen públicamente, investigará y decidirá si los ensayos de Johnson & Johnson pueden continuar o no.

El gobierno de los Estados Unidos ya tiene un acuerdo con Johnson & Johnson para comprar 100 millones de dosis de su vacuna experimental por 1.000 millones de dólares.

Esta no es la primera vez en la historia reciente que Johnson & Johnson se ha enfrentado al escrutinio público con relación a la seguridad de sus productos. En julio de 2018, un jurado de St. Louis otorgó casi $4.700 millones por compensación de daños a 22 mujeres y sus familias que les demandaron porque el amianto carcinogénico utilizado en el polvo de talco de Johnson & Johnson causó su cáncer de ovario. A principios de este mes, Johnson & Johnson acordó pagar más de $100 millones para resolver más de 1,000 demandas que culpan a su polvo de talco para bebés de causar cáncer.

Pero la compañía no se enfrentará a un destino similar si pone en el mercado una vacuna COVID-19 que posteriormente se encuentre que causa enfermedades o lesiones. Esto se debe a que en marzo de 2020, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos emitió una declaración en virtud de la Ley de Preparación para la Emergencias y Disponibiildad Públicao Ley PREP que proporciona inmunidad “contra cualquier reclamación de pérdida causada por, que surja de, se relacione con, o que resulte de la fabricación, distribución, administración o uso de contramedidas médicas”, incluidas las vacunas.

La declaración asegura a Johnson & Johnson y a otros fabricantes de vacunas contra las demandas, independientemente de si sus nuevas vacunas producen efectos nocivos o no.

Johnson & Johnson es el tercer participante de la “Operación Warp Speed” que informa de posibles reacciones adversas. En mayo, se demostró que la vacuna de Moderna tenía una tasa de lesiones“graves”del 20% en su grupo de dosis altas; un participante en el ensayo de Moderna dijo que se puso “más enfermo de lo que nunca había estado en su vida” después de recibir la vacuna.

En septiembre, AstraZeneca detuvo su ensayo de vacuna después de que un participante sufriera síntomas asociados a mielitis transversa,un trastorno neurológico que puede resultar en debilidad de las extremidades, problemas para vaciar la vejiga y parálisis.

Desde entonces, AstraZeneca ha reanudado los ensayos clínicos en el Reino Unido, Brasil, India y Sudáfrica. Pero las pruebas siguen en espera en los Estados Unidos.

Jeremy Loffredo es reportero de Children’s Health Defense.

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