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octubre 26, 2020

La fusión acerca la privatización del agua a la ‘realidad global’

 

Veolia, una de las corporaciones privadas de agua más grandes del mundo, acaba de anunciar la adquisición del 29,9 por ciento de Suez Water, otra de las multinacionales más grandes del planeta, con un plan para lograr el control total en una fecha posterior.

Con sede en Francia, Veolia da trabajo a casi 100.000 personas en todo el mundo, y este acuerdo está listo para ampliar enormemente ese número. Para evitar las leyes antimonopolio francesas, Suez seguirá operando en Francia, pero Veolia se hará cargo de sus operaciones en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos.

El director ejecutivo (CEO) de la compañía, Antoine Frérot, ha presentado este paso como un triunfo para el medio ambiente. “Estoy muy feliz de poner hoy la primera piedra en Francia para un supercampeón mundial de la transformación ecológica”, dijo, y agregó que esta era una “oportunidad maravillosa” tanto para los inversores como para el planeta.

Otros no estaban seguros de que esta adquisición fuera un paso positivo. El grupo activista Food & Water Watch denunció el trato. “La dominación global de Veolia de los servicios públicos de agua se está convirtiendo en una realidad aterradora”, escribió la directora de la campaña de Agua pública para todos, (Public Water for All), Mary Grant, advirtiendo de gran cantidad de consecuencias negativas para la humanidad en general.

“La fusión de las mayores corporaciones hídricas del mundo erosionará cualquier semblanza de competencia por los acuerdos de privatización del agua. Esta falta de competencia conducirá a costos inasequibles para las familias, procedimientos de mantenimiento y seguridad poco serios, pérdida de empleos sindicales y corrupción potencialmente descontrolada. La privatización del agua ha sido un desastre para comunidades por todos los Estados Unidos y de todo el mundo”.

“El plomo parece ser un problema, no transmita esto”

La empresa de gestión de agua y residuos es quizás más conocida en los Estados Unidos en relación con la crisis del agua de Flint (2014-presente), donde la ciudad contrató a esta empresa para una serie de funciones lucrativas. Si bien gran parte de la indignación pública se ha dirigido a funcionarios locales y nacionales, muchos en Flint culpan a Veolia por su presunto desprecio imprudente por las vidas de sus habitantes. En 2016, los residentes de Michigan demandaron a la compañía, acusándola de negligencia profesional, una acusación que Veolia llamó “intolerable”, afirmando que la gente está “tratando de crear un villano corporativo donde no existe algo así”.

Sin embargo, los intercambios de correo electrónico filtrados muestran que los empleados de alto nivel tenían conocimiento de los niveles peligrosos de plomo y otros carcinógenos en el agua, pero no hicieron pública esta información. Como resultado, pasaron meses antes de que la ciudad se viera obligada a admitir que había un problema mortal. Los correos electrónicos, publicados por The Guardian, son explícitos, y hay funcionarios que comunican que “el plomo parece ser un problema” e instruyen a otros que “no transmitan esta [información]”. [information]

En general, permitir que las empresas privadas controlen el suministro de agua no ha sido beneficioso para las poblaciones locales. Por ejemplo, en el Reino Unido, el agua se privatizó en 1989, con el costo del agua para el consumidor 40 por ciento por encima de la inflación desde entonces.

Los accionistas recibieron $17.500 millones de dólares en dividendos entre 2010 y 2019, pero las compañías se niegan a tapar las fugas que desperdician más de 650 millones de galones (2.500 millones de litros) cada año. Como resultado, el Reino Unido —una colección de islas notoriamente húmeda— se enfrenta a escasez de agua para 2045.

En 1997, el Banco Mundial intimidó fuertemente a Bolivia para privatizar su sistema hídrico como condición para concederle un préstamo. Casi de la noche a la mañana, los precios se dispararon. Una conexión de agua y alcantarillado para un único hogar pasó a costar $445 en El Alto, donde muchos residentes ganaban menos de $2 al día.

Sin embargo, las empresas privadas lograron que el gobierno aprobara leyes que prohibían la recolección de agua de lluvia. El resultado fue sed y furia masivas que se derramaron por las calles y marcaron el tono para las siguientes dos décadas de una política radical en el país, especialmente después de que la corporación estadounidense Bechtel demandara al país por 25 millones de dólares por cancelar su contrato municipal con ellos.

Las Naciones Unidas reconocen el derecho al agua y al saneamiento como un derecho humano fundamental. Sin embargo, cuando el motivo de lucro se inyecta en la ecuación, y el agua se trata como una mercancía que puede ser comprada y vendida, aquellos que no tienen capacidad para pagar a menudo se quedan atrás. La organización Food & Water Watch advierte categóricamente contra la privatización.

“A medida que las realidades fiscales de la crisis COVID comienzan a hacer mella en los municipios con dificultades, algunos pueden considerar la venta de sus valiosos sistemas de agua como una solución a corto plazo. Pero esto crearía daño a largo plazo. Las comunidades deben revertir todos los sistemas de agua y alcantarillado privatizados al control público para garantizar que sean seguros y asequibles para todos”, Grant añadió.

Publicado con permiso de MintPress News.

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